jueves, 31 de marzo de 2011

HERBORIZACIONES DE MI COSECHA

 
Por Agustín Pallarés Padilla

Este trabajo es el resultado de mis investigaciones de campo sobre variados temas relativos a la naturaleza de la isla de Lanzarote a lo largo y ancho de la misma (y alto también, si se me permite la expresión, pues he subido a la cima de todas sus montañas, sin dejar ni una) durante el tiempo en que mi fortaleza física me lo permitió. Lo expongo aquí, a disposición del público interesado en estos temas de historia natural, botánicos en este caso, por si alguien puede sacar de él algo aprovechable.
Para la debida comprensión de este escrito, en cuanto a la toponimia respecta, úsese el Mapa Topográfico de Canarias correspondiente a Lanzarote editado en 2007 por Cartográfica de Canarias S A (GRAFCAN), organismo dependiente del Gobierno de Canarias, puesto al día por el que esto escribe en el apartado de los topónimos, que puede ser complementado con el diccionario inserto en este mismo blog titulado Topónimos comentados de Lanzarote, obra asimismo de este autor, pues los mapas oficiales existentes con anterioridad están llenos de errores tanto gráficos como de ubicación de los nombres.

Acacia farnesiana (leguminosas). Hay algunos ejemplares asilvestrados de estos arbolitos al pie de Montaña Mina, por su lado norte. Un pastor que andaba por allí los llamó ‘aromeros’.

Aeonium balsamiferum (crasuláceas). Planta arbustiva de tallos gordos y rollizos de color plomizo claro, terminados en grupos de grandes hojas gruesas y suculentas, espatuladas o lanceoladas, con bordes ciliados, color verde pálido con matices vinosos hacia la mitad anterior, dispuestas en rosetas apeñuscadas, especialmente las centrales, que son de menor tamaño.
Las hojas o brácteas del tallo floral son amarillosas, más pequeñas y más estrechas proporcionalmente, decreciendo en tamaño de abajo hacia arriba.
En la época de la floración se hallan coronadas por vistosas inflorescencias de forma acusadamente cónica, por lo general de hasta 15 cm de altura por otro tanto de diámetro o más, compuestas por innumerables florecillas estrelladas de diez puntas (a veces nueve u once), amarillas con estambres del mismo color en mayor número aún que los pétalos, que son largos y finos.
Una característica particular de esta planta, a la que hace alusión su nombre específico, es su olor a bálsamo.
El 27-5-1982 encontré una extensa colonia de esta planta en Caldera Quemada, volcán situado a un par de kilómetros al S de la ermita de Los Dolores. Los botánicos dan a este endemismo de las Purpurarias (Lanzarote y Fuerteventura) como rara en esta isla, pero debe ser que ignoran la existencia de esta nutrida colonia, de varios miles de individuos, que crecen tanto en las laderas exteriores como dentro del cráter y más espaciadamente en las inmediaciones del volcán. En la fecha en que descubrí esta colonia sólo había algunos ejemplares que empezaban a florecer, encontrándose en capullo la mayor parte de los componentes de la inflorescencia.
Un campesino de La Vegueta me dijo que estas plantas, las de Caldera Quemada, que el las conocía de toda la vida, las había oído llamar siempre ‘berol dulce’ en contraposición a ‘berol salvaje’, que por las explicaciones que me dio debe ser la Kleinia neriifolia. Sin embargo Juan Ribera Simón, un señor septuagenario de Tinajo, me dijo que tanto a esta especie de flor amarilla como a su congénere de flor rosada (A. lancerottensis) las había conocido siempre como ‘hierba puntera’, nombre éste, por cierto, que le dan también por Mala, al otro lado de la isla.
El 24 de junio del mismo año vi algunos ejemplares de gran tamaño, pues rebasaban el metro de altura, ya en flor, por debajo de una casa en ruinas que está en lo alto de un contrafuerte que sale del lado O de La Montaña de Juan Bello, en Masdache.

Aeonium lancerottense (crasuláceas). Especie muy parecida morfologicamente a su congénere balsamiferum, así como en la coloración de la planta, salvo en las flores que son rosadas en vez de amarillas como en la otra especie, por lo que estando la planta florecida no hay dificultad en distinguirlas.
Suele crecer sobre suelo lávico, como por ejemplo, en las grietas y oquedades de las coladas de lava cordada de Masdache y Mozaga, en cuyos lugares es abundante, pero también en terrenos terrosos, como ocurre en las laderas, tanto interiores como exteriores, de La Montaña de Juan Bello, donde las hay por miles. Por cierto, en el flanco de esta montaña que mira al S, en ambiente más soleado y suelo terroso cubierto de picón, había el 24-6-1982 en que visité este volcán, una colonia bastante numerosa que ofrecía un aspecto fuera de lo común, pues tenían las plantas forma globosa o esférica compacta, de un extraño color achocolatado, que contempladas desde alguna distancia daban la impresión de tratarse de piedras redondas.
De esta especie he recogido los nombres de berol (dulce) en los pueblos citados de Masdache y Mozaga, ‘hierba puntera’ en Tinajo e ‘higuerilla de risco’ en Los Valles. A un viejo campesino de este pueblo, al darme ese nombre a la vista de la planta, habiéndole preguntado que cómo llamaban entonces a la Euphorbia obtusifolia, que la había allí también, me dijo que ‘higuerilla salvaje’, pronunciándolos en ambos casos con /h/ aspirada.
En Montaña Aganá (Haría) vi un ejemplar excepcionalmente robusto, pues el tronco alcanzaba un grosor de casi 10 cm. La he encontrado también junto a Las Peñas del Chache, el lugar culminante de la isla.

Agave americana (agaváceas). Por lo que me dijo un campesino anciano, el vio plantar cuando niño algunas de estas plantas que habían muerto hacía poco, de lo que se deduce que aquí pueden vivir por lo menos sesenta años. Esto ocurre después de echar la flor, que lo hace una vez en su vida en lo alto de un gran escapo de varios metros de altura, hasta unos seis.
Hay una buena serie de estos vegetales a lo largo del borde de la carretera del norte que pasa por El Valle de Arriba del pueblo de Los Valles.
El nombre que se le da en la isla es ‘pitera’.
Se ha llegado a usar esta planta, la parte más tierna de las hojas después de pelarlas, en tiempos pasados de necesidad, según me ha contado gente de crédito, para lavar como se hizo más extensamente con la ‘barrilla’ (Mesmbryanthemum crystallinum), siguiendo el mismo sistema que para ésta.

Aizoon canariensis (aizoáceas). Planta herbácea de hasta 0’5 m de extensión, generalmente bastante menos, y muy poca altura, hasta el extremo de dar la impresión en la generalidad de los casos de parecer una planta aplastada.
Raíz sencilla, semirrígida, de color claro, profunda, rala y más bien lisa.
No tiene tallo principal, ya que las ramas se expanden radialmente a ras del suelo como pegadas a él. Son un poco zigzagueantes, con grosor que decrece rapidamente, algo rígidas y con tendencia a la forma comprimida, con vellosidad muy corta, pero densa, y color verde amarillento.
Hojas alternas bastante numerosas, simples, subcarnosas, espatuladas, anchas, con peciolo corto de 2-3 cm. de largo, enteras, de color verde pálido y vellosidad parecida a la de los tallos, pero más abundante.
Flores solitarias, sésiles, de 0’5 cm. de diámetro, aplastadas, de cinco puntas, poco notorias debido a su coloración amarillo-verdosa pálida.
Frutos más visibles que las flores, de color castaño claro tirando a rojizo, formando frecuentemente grupos en superficie numerosos y compactos, algo aplastados y duros, de cinco puntas, que cubren gran parte de la planta, y del mismo tamaño que las flores.
Crece preferentemente en llanuras terrosas soleadas.
Circula entre algunos campesinos viejos la creencia fantasiosa de que esta hierba llegó a Lanzarote con los camellos traídos de África pegadas a sus patas, por lo que algunos la llaman ‘pata camello’. Lo normal, sin embargo, es que la llamen ‘pata’ a secas por toda la isla, y nunca ‘patilla’ como la nombran los botánicos en sus trabajos.
Es bastante común en Lanzarote. Las vi en abundante número y de excepcional tamaño algunos ejemplares, el 13-2-1982 al pie de La Montaña de la Vieja Gabriela, Yaiza, por su lado N.
Se llegó a utilizar también como planta productora de sosa, pero de calidad bastante baja.

Ajuga iva (labiadas). Pequeña matita de base subleñosa, de unos 10 a 20 cm de altura y algo más de extensión, con ramitas radiales cuya disposición va desde levantadas a suberectas con alguna central más erguida. Hojas sentadas opuestas, pinnatífidas o pinnatipartidas, densamente dispuestas, de color verde claro o grisáceo, cubiertas al igual que los tallos de una pelusa clara en color y abundante. El largo de las hojas es de 2-3 cm, y el ancho la mitad o poco más. Suelen tener los bordes incurvados, despiden un olor fuerte característico y son amargas al paladar.
La flor, cigomorfa como es lo normal en la familia, tiene el lóbulo medio de mayor tamaño, de figura redondeada y con un estrechamiento en la base a modo de cuello, y otro lóbulo a cada lado mucho más corto, los tres situados en un mismo lado como si faltara más de la mitad de la flor en sentido longitudinal, ya que la parte inferior de la corola es tubular. En cuanto al color, la flor es amarilla, más intenso en los lóbulos, tomando a veces en partes una tonalidad rojiza y más pálido cuanto más abajo se halle en la corola. El cáliz es verde claro y velloso, con cinco dientes pequeños. Largo total de la corola 1’5 cm. Están situadas las flores en posición subterminal, casi enterradas entre las apretadas hojas, asomando por lo general sólo los lóbulos, a veces sólo el central mayor. No es muy fácil encontrar ejemplares de esta planta con flores, pues la mayor parte del tiempo carecen de ellas.
El fruto es globoso, de 2 a 3 mm de largo, muy peludo como toda la planta, hundido entre las hojas, conteniendo unas semillitas verdes y lustrosas pequeñitas.
Las hojas, al masticarlas, despejan las vías respiratorias de modo parecido a como lo hace la menta.
Es planta bastante extendida por la isla, donde se la conoce con el nombre de ‘hierba clin’, siendo considerada en los medios campesinos como eficaz contra el catarro tomada en infusión.
La he encontrado en flor en los lugares y fechas siguientes: a comienzos de abril de 1980 en el terreno de jable que está un poco al N del pueblo de Tiagua; a mediados de noviembre del mismo año en lo alto de La Cuesta del Estanque, cerca y al E de la presa de Mala; también en abril, pero de 1981, en la ladera O de La Caldereta, a 0’5 Km al E de Uga, y a mediados del mismo mes (el día 18), muchos ejemplares con abundantes flores en la falda S de Montaña Guardilama.

Allium subhirsutum (liliáceas). Planta herbácea de hojas lineales, por lo general en número de tres, de 5 a 15 cm de largo, plegadas longitudinalmente, con los bordes lisos, de color verde oscuro, ligeramente retorcidas, que nacen, todas, casi del mismo punto, practicamente a ras del suelo.
Tallo subterráneo, recto, profundo, de color blanco brillante, terminado en un bulbo pequeño (10-20 mm) cubierto de una cáscara seca y quebradiza de color terroso que al romperla deja al descubierto un bulbo de figura piriforme blanco brillante como el tallo.
De en medio de las hojas surge el tallo florífero o escapo, delgado, más o menos erecto, de igual color que las hojas, normalmente algo más corto que éstas, en cuyo extremo se encuentran las flores en grupos de 5 a 10 o a veces más, sostenidas por pedúnculos delgaditos de 1 cm más o menos, que nacen todos en el ensanchamiento superior del tallo florífero, liso y afilo. En torno a este ensanchamiento nacen unas laminillas membranosas muy delgadas, semitranslúcidas, en forma de punta afilada, de hasta más de 1 cm de longitud.
Las flores, con sus seis piezas patentes, de 1 cm de diámetro, son casi blancas o con un ligero matiz vinoso. Los seis estambres del mismo largo que los pétalos e igual color, están unidos a la base de éstos, y terminan en abultadas anteras amarillas.
A veces pueden existir dos escapos florales y los pétalos estar recorridos por una línea más oscura a lo largo del centro.
El 6-12-1983 vi varios ejemplares en flor de esta liliácea cerca de la cima de La Montaña de los Helechos, al N de Máguez, y habiéndole mostrado un ejemplar que había cogido a un pastor de edad que andaba por allí cuidando unas cabras, me dijo tratarse de un ‘tarabaste’, y el 18-1-1985 encontré muchos ejemplares en torno al Jameo de Pablo Rodríguez, al SE de La Corona, y un señor de Ye que me acompañaba, Claudio Perdomo Perdomo, le dio también el mismo nombre de ‘tarabaste’.
Luego he visto muchos más por Guatifay y otros lugares del norte de la isla.

Aloe vera (agaváceas). Planta suculenta de hojas basales, gruesas y largas, al estilo de la mayor parte de las plantas de esta familia, de sección triangular, que se van estrechando gradualmente hacia las puntas, provistas de una hilera de ganchos fuertes vueltos hacia arriba a lo largo de los bordes. Su color es a veces verde y a veces rojizo. Las hojas, al partirlas destilan un jugo abundante, extremadamente amargo, el famoso acíbar.
Dicho jugo se ha usado tradicionalmente en la isla, entre otras cosas, para hacer que los niños que por su edad no deben ya mamar aborrezcan la teta de la madre poniéndose ésta un poco en los pezones. También ha tenido aplicación para curar las gallinas del ‘gogo’ (la pepita) echando un poco en el agua que las aves enfermas han de beber.
El nombre popular en la isla de este vegetal es el de ‘sábila’. Se encuentran ejemplares desperdigados por muchos lugares del suelo insular.

Anagalis arvensis (primuláceas). Emilio el de Guinate la llamó ‘chinipilla’ y Juan Niz, de Máguez, ‘matapiojos’. Por Los Valles le dan el nombre de ‘huevillo pájaro’.
Se trata de una hierbecilla primorosamente constituida, ya que presenta nitidamente por separado las diferentes partes que la componen: el tronco, las ramas, hojas flores y fruto.
Tiene pocas ramas, y están en posición semierguida, los tallos son cuadrados, las hojas tienen figura entre lanceoladas y acorazonadas, de 1 cm de largo o menos, connatas, bien observables los diversos pares separados entre sí.
Las flores, regulares, están contrapuestas, por pares, una en cada axila, sostenidas por un largo y delgado pedicelo, sus cinco pétalos claramente dispuestos, con cáliz igualmente pentámero, sus puntas agudas y de color verde como las hojas. Los estambres, también en número de cinco.
El fruto es esférico, como una pelotita de unos 2 a 3 mm de diámetro, verde, y conserva adherido el cáliz.
De esta especie, como es sabido, existen dos variedades: la de flor azul y la de flor rosa. Aquí la más común, con gran diferencia, es la primera, que se da en muchos sitios de la isla, pero yo he encontrado también la de flor rosa, concretamente en Las Peñas de Bonilla, interesante lugar de relictos florísticos de la isla.
Lo de ‘matapiojos’ parece ser que le viene, según manifestación popular que he recogido en varias localidades de la isla, del pequeño estallido que da el fruto al aplastarlo entre las uñas, al igual que se hacía con los piojos de la cabeza al matarlos.

Androcymbium psammophylum (liliáceas). Crece en abundancia por los arenales de El Jable, desde cerca del mar por La Caleta de Famara hasta kilómetros tierra adentro.
Se le llama ‘ajillo’ en la isla.

Andryala glandulosa (compuestas). Mata de hasta 0’5 m de altura y más en extensión, con tendencia a tomar forma acupulada. Es planta muy ramificada y de gran densidad foliar, con base leñosa en ejemplares grandes. Ramificación basal con tallos densamente tomentosos de color casi blanco. Hojas igualmente tomentosas y casi blancas, alternas, pero muy juntas o seguidas, pinnatipartidas con lóbulos de extremos redondeados, blandas al tacto. Su largo es de 5 a 7 cm y el ancho de 2 a 2’5 cm. La lámina es irregularmente ondeada; el pecíolo ancho, especialmente en la vaina, con la que a veces rodea parcialmente la rama en que se asienta. Algunas carecen de pecíolo. El color, como se ha dicho, es muy claro, casi blanco, aunque también puede ser verde grisáceo muy pálido. Los capítulos están agrupados en corimbos, en posición terminal, sobre pedúnculos más bien largos. En el arranque de cada pedúnculo existe una hojita transformada, o bráctea, algo parecida a las normales, pero más pequeña, puntiaguda y abrazadora, más cuanto más arriba está. El involucro es grueso y acampanado, con muchas brácteas finas y afiladas en la punta. Los flósculos son grandes, de un bonito color amarillo, con tendencia a veces al anaranjado los periféricos, destacando en los centrales los filamentos estaminales de igual color. Estos flósculos son pentadentados. Diámetro de los capítulos hasta 3 cm, pudiendo variar su número en cada agrupación entre diez y veinte.
Es bastante común en la isla, abundando en especial en la ladera norte de La Montaña Blanca de Tías.
En Mala, Tabayesco y otros pueblos del norte, como en Guinate por ejemplo, se le llama ‘peorrera’. En Los Valles, unos labradores y un pastor la llamaron ‘hierba blanca’.
Restregando la planta por la nariz se provocan estornudos, de donde el nombre de ‘estornudera’ que se le da en otras islas.
La he visto creciendo también en La Montaña (Haría), el techo de Lanzarote.

Argyranthemum ochroleucum (compuestas). Planta subarbustiva que puede alcanzar en condiciones propicias más de 0’5 m de altura, con forma redondeada y troncos de más de dos dedos de grueso, leñosos y retorcidos como la mayor parte de las ramas. Hojas alternas de color verde pálido, de 6 cm o más las mayores, oblanceolado-espatuladas, con lóbulos de bastante tamaño y base subabrazadora. Capítulos axilares en los extremos de las ramas, con lígulas grandes periféricas de color amarillo pálido y botón central de flósculos apretados más oscuros. El capítulo alcanza un diámetro de 3 cm.
Lugares en que he visto colonias de estas plantas son Peña Cardos, al E de Máguez; en la ladera norte de Montaña Aganá, de Haría, y en las faldas de La Atalaya, especialmente en su flanco norte, también del mismo término municipal. En esta zona norte he recogido para ella el nombre de ‘hierba de Santa María’.

Arthrocnemum fruticosum (quenopodiáceas). Hay colonias muy extensas de estas plantas en las marismas que se forman en la boca sur del canal que separaba a El Islote, en La Santa, de tierra firme (hoy se ha construido allí una laguna, cerrando las entradas, para acondicionarla para el turismo), formando unos bosquecillos densos con algún que otro individuo aislado. La mayor parte de estos grupos quedan completamente cubiertos con el agua del mar con la subida de las mareas. También las he encontrado en Punta Usaje, por debajo de Los Jameos del Agua.
Algunos toman una coloración amarillosa, en tanto que otros son verdes de diferentes tonalidades.

Asparagus nesiotes (asparagáceas). Mata leñosa, normalmente de poca extensión, pero que en ocasiones, cuando crece en medios favorables puede rebasar los 2 m de extensión y alcanzar 1’50 de altura.
Las ramas, en bastante abundancia, son delgadas y algo curvas. Las hojas, menuditas y filiformes, están dispuestas verticiladamente en grupos de 4 a 8 o más, generalmente de color verde pálido, sobre todo las de las ramas tiernas.
Las flores son pequeñitas, blancas, de seis pétalos.
Los frutos están divididos en tres segmentos cuyas líneas divisorias son visibles exteriormente. Crecen en las axilas en racimitos de pocas unidades y son globosos, del tamaño de un grano de soja, de color verde, castaño o casi rojo, según el estado de maduración en que se encuentran, y están sostenidos por finos pedúnculos del mismo largo que los frutitos.
Crece esta planta con relativa abundancia en la zona de El Malpaís de la Corona llamada Los Peligros y por sus inmediaciones.

Asparagus stipularis (asparagáceas). Me dijo Juan Niz, de Máguez, uno de mis informantes más consultados por sus vastos conocimientos del campo de la isla, que a la esparraguera que le mostré, de color verde oscuro y espinas gruesas y duras de hasta 3 cm de largo con punta afilada descolorida, es decir, la que creo que deba ser la especie con que encabezo esta entrada, se le llama por allí, además de ‘esparraguera’ a secas, ‘esparraguera dura’ o ‘espina perro’.

Astragalus hamosus (leguminosas). Planta herbácea de tamaño muy variable, pues puede oscilar entre unos pocos centímetros y más de medio metro de extensión. Tiene pocas, pero largas ramas tendidas o sublevantadas que parten practicamente desde la misma raíz. Los tallos suelen ser algo zigzagueantes y ligeramente tomentosos. Las hojas, imparipinnadas, con once pares de foliolos las más de las veces o diez en ocasiones, alcanzando hasta 10 cm las más largas. Los foliolos son subsentados, oblongo-elípticos, enteros y emarginados en el ápice, de color verde claro, suavemente tomentosos, de hasta 3 cm los mayores, pero normalmente más pequeños. Las hojas tienen estípulas triangulares puntiagudas con las puntas dirigidas hacia arriba.
La flor, pequeña (8-9 mm), tiene la quilla o carina visiblemente abierta. Crecen en racimos o espigas, ya que son sentadas, y se hallan situadas en el extremo de un pedúnculo muy largo, a veces semirrígido que nace en la axila de una hoja. En realidad sólo hay flores en los extremos de las espigas, ya que la mayor parte de ellas han sido sustituidas por el correspondiente fruto, viéndoselas algo aglomeradas, pero poco vistosas a causa de su color amarillo-verdoso.
Pero lo más llamativo de la planta y lo que mejor la define son sus frutos en legumbre de forma curvada como un anzuelo de pescar (de donde su nombre específico y común en buena parte de la Península), rígidos, más rojizos normalmente que los tallos y terminados en punta. En su interior tienen unas semillitas en forma de judías de color verde brillante. Estos ‘anzuelos’, estirados, pueden alcanzar hasta dos y tres centímetros.
Es planta corriente en algunas zonas de la isla. La he visto en los arenales de Yágamo (sur de Montaña Mina) a finales de marzo con flor y fruto.
Me dice el amigo Estanislao González Ferrer, de San Bartolomé, buen botánico aficionado, que allí se le llama ‘jaretillo’. Por Máguez, su nombre popular, según Juan Niz, es ‘cuerno carnero’, por Soo la he oído nombrar ‘chibusquillo’ y en Mácher, según un señor de edad llamado Pablo Lemes, la llaman ‘chabusquillo’. Crece en abundancia al S de Puerto Calero, por Risco Prieto.

¿Astragalus X? Hierba muy parecida a la Astragalus hamosus, pero más pequeña y con la flor azul-violácea, que crecía junto con la anterior al S de Puerto Calero, a la que Pablo Lemes la distinguió de la otra llamándola ‘chabusquillo pardo’, que no me ha sido posible identificar a pesar de que, según todos los indicios, debe pertenecer al mismo género.

Astydamia latifolia (umbelíferas). Planta de hasta 0’5 m de altura o más, de hojas y tallos gruesos y carnosos conteniendo mucho jugo, y de porte levantado o suberecto.
Raíz irregular, tanto en dirección como en grosor, a manera de grueso rizoma, de la consistencia de un tubérculo, de color canelo oscuro exteriormente y blanco por dentro, especialmente el núcleo o médula, con una serie de flecos rodeándola en la zona de unión de la parte aérea con la subterránea, y con algunas raíces laterales gruesas y más bien cortas.
La ramificación se inicia desde la misma base, no existiendo tronco preponderante. Las ramas, algo caídas hacia los lados o suberectas, no son muy laxas o flexibles a pesar de su gran jugosidad, pues apretando los tallos entre los dedos pueden exprimirse con relativa facilidad. Se subdividen muy poco, siendo en su mayoría simples. Los tallos son gruesos, cilíndricos, sin nudos, glabros y lustrosos, de color blanquecino en sus tramos inferiores, cambiando a verde gradualmente hacia arriba, con unas estrías longitudinales más oscuras muy llamativas en toda su extensión.
Hojas grandes, de hasta 10 cm de extensión, anchas, carnosas, irregularmente lobuladas, con segmentos algo redondeados. La disposición más repetida que les vi es la de opuestas, con otro par más pequeño de hojas sentadas unilobulares situadas entre las principales a manera de estípulas. El pecíolo es de consistencia parecida a la de los tallos, pero con una acanaladura longitudinal en la parte inferior. Las hojas, de las que nacen los tallos floríferos en las axilas, son amplexicaules, de pecíolos cóncavos, y lo mismo ocurre con cualquier otra hoja de la que nazca una rama secundaria. El plano laminar es muy incurvado-ondeado, de color verde, más bien pálido y superficie tersa y brillosa.
Las Inflorescencias resultan muy vistosas, adoptan posición terminal y están dispuestas regularmente en umbelas compuestas. Las flores son pequeñas y poco ostensibles, si no es por su número y disposición asimismo regular. Tienen un diámetro de 1 cm o menos, con un solo verticilo pentámero de segmentos acorazonados. En el remate de los pedúnculos de las inflorescencias, tanto primarias como secundarias, existe un verticilo de brácteas acorazonado-oblongas con estrías longitudinales y anverso cóncavo. El número de estas brácteas involucrales es generalmente de cinco a siete por verticilo.
Frutos de 1 cm en forma de barrilete alargado con varias esquinas longitudinales resaltadas, sostenidos por un corto pecíolo.
Vi varios ejemplares en Alegranza, bien desarrollados, el 25-4-1980 en una terracilla abalconada que se forma en el escarpe sur de La Caldera a unos 40 m por encima del nivel del mar. El suelo de aquel pequeño reducto florístico era árido en apariencia, pues estaba constituido por la arenisca desprendida de la toba gris-verdosa de que está formado el propio cono volcánico. Había además allí dos o tres especies más de plantas, entre las que se contaban el Mesembryanthemum crystallinum (poco desarrollado) y un par de ‘matos’ de las quenopodiáceas habituales en la isla. Resultaba sorprendente el contraste de unas plantas tan carnosas y suculentas en aquel ambiente aparentemente seco, tan poco propicio para su desarrollo, pero por lo visto ello no obstaba para que se desarrollaran bien allí.
Según me contó Eduardo Hernández Quintero, de la Graciosa –que fue quien me guió al lugar–, un tanto ‘sotto voce’, la planta era conocida como ‘servilleta’, y tenía fama de provocar el aborto en las mujeres “chascando (masticando) los troncos”, a lo que añadió que eran más abundantes en los precipicios casi inaccesibles del lado oeste del mismo volcán y que también crecía en la ladera de derrubios arenosos que se forma en la parte baja del Risco de Montaña Lobos, por encima de La Playa de Arriba de Bajo Montaña, donde anidan los ‘tajoses’ (Puffinus assimilis). Asimismo me contó Eduardo que hace años, gente de La Vuelta Abajo (la parte sur de Lanzarote) encargaba a los que iban a pasar temporada a Las Salvajes, en uno de cuyos islotes, La Salvajita, abundaba esta planta, que les llevaran para emplearlas como abortivas.
El 27 de noviembre del mismo año vi ejemplares de esta planta en Caleta Caballo, a unos 200 m o menos al norte del pequeño caserío veraniego de este nombre, cerca de la orilla del mar, en una extensión de arena blanca que hay allí. Había bastantes de ellas, si bien con la mayor parte de sus ramas secas, como también las flores, estrelladas, y los frutos abiertos. Sólo los ejemplares más próximos al mar mostraban alguna lozanía, debido seguramente a la humedad que les suministraban las olas que rompían con más fuerza, pues crecían en medio de los ‘callaos’ (cantos rodados y guijarros) de la playa. Dicha colonia debe ser la citada por Kunkel en su obra Endemismos canarios, que él sitúa en Punta Prieta, saliente costero que sin embargo se encuentra a casi 1 Km más al N, pues en ese lugar concreto no pude encontrarla a pesar de rastrearlo bien, además de sus inmediaciones.
Debo decir que el 9 de mayo del año siguiente de 1981 visité de nuevo Caleta Caballo, encontrando las plantas de muy distinto aspecto, mucho más desarrolladas, algunas verdaderamente preciosas, tanto como las de Alegranza, ostentando sus vistosas aglomeraciones de frutos. Además, encontré un ejemplar solitario en la boca sur de El Río de La santa, muy cerca de la playa.
En el día 9 de febrero de 1985 vi en El Bajo de San Juan, al O de La Caleta de Famara, unos metros por encima de la orilla del mar, una importante colonia de estas plantas, algunas de las cuales estaban muy desarrolladas y florecidas. Un vecino de ese pueblo me dijo que la llamaban ‘alcachofa’, y que había más en la costa siguiendo hacia poniente.
Finalmente, el 23-5-1993, vi una colonia compuesta por algunos ejemplares en una playita de arena formada en la zona de mareas altas en la parte sur del marjal que se forma al S de la Isleta del Río, al NE de La Santa.

Atriplex glauca (quenopodiáceas). ‘Mato’ de la zona litoral, de regular tamaño, bastante frondoso, de hojas sentadas acorazonadas de 1 cm o menos de largo, cubiertas de una apreciable borra, de color verde deslustrado, e inflorescencias terminales formadas por una sucesión de bolitas compactas, a veces apelotonadas, de parecido color.
Según Juan Niz, de Máguez, y Eduardo Hernández, de La Graciosa, su nombre es ‘mato (salado)’, y el mismo nombre he recogido por el sur de la isla.

Atriplex halimus (quenopodiáceas). Crece bastante por la zona litoral que va de Órzola a Punta Mujeres. Sin embargo, en una ocasión vi un ejemplar bastante grande en la cima de El Jorao (Guinate), a más de 400 m de altura por lo tanto. El estupendo dibujo de la obra Flora de Gran Canaria de G. Kunkel, en su tomo II, edición de 1974, la representa fielmente.
Son matas que pueden alcanzar a veces la altura de una persona, muy ramificadas, con ramas más bien rectas o algo arqueadas, nunca muy intrincadas, de color claro, algo aquilladas y como torsionadas.
Las hojas son ovado-lanceoladas, de color casi blanco, tirando a plateadas, dispuestas alternadamente, y aunque tienen un cierto brillo dan la impresión sin embargo de estar algo sucias. En casos excepcionales pueden medir hasta 5 cm de largo por casi 4 de ancho, pero normalmente son bastante más pequeñas.
Resultan muy curiosas y llamativas las inflorescencias, no por el colorido de las flores, que son muy pequeñas y anodinas, sino por su forma. Están situadas en los extremos altos de las ramas y son alargadas, dispuestas como en espigas, con otras secundarias laterales. Dan la impresión de ser aglomeraciones de hojitas deformadas apeñuscadas, con bolas de hojitas minúsculas de un verde más vivo, muy compactadas.
Esta planta suele emplearse en los parques y jardines de la isla, especialmente para setos.
Virgilio, el veterano pastor hariano, la llamó ‘mato blanco’, pero Pepe Pineda, el de La Caleta de las Ahulagas, en donde ha pasado la mayor parte de su vida, y por donde la planta no es rara, le dio el nombre de ‘mato salado’.

Bassia tomentosa (quenopodiáceas). Mata de pequeñas proporciones (unos 25 cm de altura por el doble de extensión en la mayor parte de los casos), de color más generalizado verde grisáceo con un tinte a veces tirando a morado, que es naturalmente el más visible de las hojas, pues los tallos, que quedan más o menos ocultos a la vista son de un gris casi blanco en las porciones intermedias no demasiado lignificadas, y de un rojizo bastante pronunciado en los extremos más tiernos, que suelen guardar una posición más o menos erecta.
Las hojitas, muy pequeñas, suelen estar muy juntas unas a otras, como apeñuscadas, en disposición alterna, de no fácil apreciación, y suele estar acompañada la mayorcita, de 1-2 mm, en la axila, de dos o tres diminutas. Su forma es como de cazoleta de cuchara, regordetas, o sea, cóncavas por encima y casi semiesféricas por debajo. Con una lupa se aprecia bien esta forma y también la pelambre blancuzca algodonosa de que están provistas, cosa que ocurre también con las ramitas y es causa de su nombre específico.
Tengo la impresión de que el nombre de ‘algo(d)a(d)era’ que se le da a la planta en la isla está relacionado con el portugués ‘algodoeira’ (algodonosa) por el parecido de las voces y dada la cantidad de portuguesismos que tiene nuestra habla popular, máxime habida cuenta de que el nombre es sinónimo de ‘tomentoso’ con que se define a la planta cientificamente.
Suele crecer en terrenos pedregosos y secos.
Para más datos sobre esta planta véase el artículo que figura en este mismo blog, titulado Reflexiones sobre la ‘algabera’ de LIENDA.

Beta patellaris (quenopodiáceas). Se trata del conocido ‘tebete’ (¿nombre guanche?), hierba muy conocida en la isla, donde crece a diferentes cotas de altitud. Es más bien tendida, tierna, de hojas triangulares pedunculadas, de hasta 3 cm o más a veces de longitud, de color verde uniforme no muy intenso, a veces con tintes rojizos, dotada de flores axilares sentadas anodinas y frutitos redondeados con semillas oscuras.

Bouganvillea spectabilis (nictagináceas). El 5-6-1980 vi un hernoso ejemplar de esta planta (si no es que se trataba de varios entremezclados) con muchas flores, enredada y entremezclada con unas tuneras, que cubría por lo menos unos cinco metros de superficie, en estado totalmente silvestre. Estaba en la ladera de Caldera Gaida, por su lado norte, antes de alcanzar el cráter del volcán, junto a una casa derruida.
En Lanzarote, donde es frecuente verla en jardines de casas particulares, se le llama ‘papelera’.

Bryonia verrucosa (cucurbitáceas). Es una planta de todo punto inconfundible entre todas las que componen la flora silvestre de la isla, tanto por sus larguísimas ramas, que parecen cordeles o cables finos de hasta 10 m de largo o más algunas, rastreras, volubles, como por sus frutos esféricos del tamaño de una nuez pequeña, y también sus hojas triangulares, ásperas al tacto como si estuvieran secas, aunque ostentan un bonito color verde oscuro.
Encontré bastantes de estos vegetales el 5-1-1982 en el interior del jameo que conecta por un puente con Jameo Cumplido (Malpaís de la Corona). En su rincón más umbrío había individuos de ramas larguísimas agarradas a las rocas y otras plantas como cables caídos, utilizando para sostenerse sus típicos zarcillos enroscados como muelles metálicos, cuando no formando una auténtica maraña entre las ramas de otras plantas arbustivas como ‘ahulagas’ (Launaea arborescens), ‘beroles’ (Kleinia neriifolia) y ‘bobos’ (Nicotiana glauca).
A pesar de no haber llovido practicamente desde el año anterior, la mayor parte de estas plantas estaban verdes y lozanas, con flores y frutos, aunque verdes. Las he visto también por Las Peñas de Tao (en el mismo Malpaís de la Corona), un par de Km más al NO, y en otros lugares de esta zona volcánica.
Domingo Torres, pastor de Punta Mujeres, la llamó ‘perejil (¿?) venenoso’, añadiendo que también se conoce por ‘colombrillo’ (seguramente corrupción de ‘cohombrillo’, con /h/ aspirada, nombre que recibe otra planta parecida de la isla, la Citrullus colocynthis. Aunque la consideraba planta venenosa, me dijo que, no obstante, había visto a las cabras comerla en ocasiones. Juan Niz, de Máguez, muy buen informante, la conocía por ‘higos del diablo’ (‘higo diablo’ he oído decir a otros).

Bubonium schultzii (compuestas). Planta endémica de Lanzarote y Fuerteventura, de porte bajo, no más de 5 a 8 cm de altura y 20 a 30 cm de extensión, con base algo leñosa y buen número de ramas. Las hojas alternas, próximas unas a otras, enteras, oblanceoladas o espatuladas, gruesas, con bordes no muy nítidos, de 2 a 4 cm de largo, ligeramente peludas y de color verde pálido tirando un poco a amarilloso. Capítulos grandes, de hasta 4-5 cm de diámetro, con botón central de flósculos amarillo y las lígulas periféricas largas y tridentadas, casi blancas.
Los capítulos crecen solitarios en el extremo de cada rama, por lo que la planta suele tener bastantes, por lo general hasta 30 o más El número de lígulas puede alcanzar en ejemplares bien desarrollados entre una veintena y una treintena o más, pero en los menos desarrollados no suele llegar a veinte.
No tiene olor ni sabor apreciables.
A veces tienen las hojas tan juntas que es practicamente imposible apreciar su disposición, presentando un tronco y comienzos de las ramas, gruesos y leñosos.
El 30-4-1981 vi bastantes ejemplares, bien desarrollados y en flor, un poco por encima de La Playa de Famara, en su sector terminal o más oriental, donde está la instalación de bombeo distribuidora del agua extraída del risco.
La he encontrado también en un montículo pequeño de forma curiosamente redondeada y de naturaleza arenisco-terrosa que se forma en lo alto de la montaña de Guatiza conocida por Las Calderas, entre sus dos cimas principales, formando una pequeña colonia. Estos individuos mostraban un desarrollo mucho menor y más lignificado que los de Famara, con no más de 20-22 lígulas los capítulos.
No me fue posible conocer su nombre popular.

Bucephalophora aculeata (poligonáceas). Debe ser una plantita tierna, erecta, de 10 a 15 cm de altura, con ramas subbasales en bastante número, de color predominantemente rojizo, a veces de verde amarillento.
Sus densas inflorescencias ocupan más de la mitad de la planta, en lo alto de ella, siendo derechas y alargadas. Todo a lo largo del eje de la inflorescencia nacen en gran número unas piecitas recurvadas a cuya parte anterior, luego de observadas con una buena lupa, se le encuentra cierto parecido con la cabeza de una rata, con dos salientes laterales que corresponderían a las orejas y delante el hocico con unas diminutas protuberancias o dientecillos que harían las veces, muy toscamente representados desde luego, de los pelos que estos roedores tienen a ambos lados de la nariz. Lo que a mí me pareció una cabeza de rata debe ser lo que en términos botánicos se equipara a la cabeza de buey que da nombre al género.
Las hojas existen en escaso número. Son pecioladas, sobre todo las inferiores, de borde entero poco ondulado y forma lanceolado-oblonga, lanceolado-espatulada o algo romboidal, de 3 a 4 cm de largo las mayores, dispuestas alternadamente. En algunos nudos se aprecia la membrana que lo rodea típica de la familia.
No es demasiado rara en la isla. Se encuentra, por ejemplo, en los viñedos que están al sur de Mancha Blanca, cerca de Caldera Quemada.

Cakile maritima (crucíferas). Planta suberecta, herbácea, aunque de troncos rígidos y duros y ramificación entreabierta, que puede sobrepasar el medio metro de altura.
Raíz de color muy claro, casi blanco a veces, con raíces secundarias muy largas y finas como hilos que corren horizontalmente bajo la arena de la zona litoral en que vive.
Tallo ramificado desde la base, cilíndrico, pero con algunas aristas poco resaltadas que, como las ramas, son de color verde pálido.
Hojas herbáceo-carnosas, pinnatisectas, con tres o cuatro pares de lóbulos laterales y uno apical o frontal mayor, del mismo color que los tallos. Guardan disposición alterna y alcanzan una longitud de hasta 8 cm.
Inflorescencias racimosas axilares muy largas con las flores agrupadas en los extremos rodeando apiñamientos de capullos. A lo largo del eje de la inflorescencia, se disponen alternativamente en distintas direcciones las silicuas, que tienen el mismo color que las ramas y hojas. Las flores, de algo más de 1 cm de diámetro, no muy numerosas, con los cuatro pétalos casi circulares en su parte anterior, de color lila claro o muy pálido y con uña larga muy aguda. Los sépalos lanceolados en cáliz tubular verde claro. Los seis estambres, de color verdoso amarillento pálido. El pistilo, de parecido color y algo más corto que los estambres.
Las silicuas miden sólo un par de centímetros, adoptando una forma que recuerda a la de un puñal con la punta afilada y un engrosamiento que correspondería a la empuñadura. La envoltura de este fruto es carnosa y jugosa, y en su interior se alberga una única semilla alargada, blanquecina, de medio centímetro de longitud.
Como había dicho anteriormente es planta que crece en las zonas arenosas altas de las playas. La he visto en algunas de las que están próximas al aeropuerto y en la de Famara, florecida en abril.
El nombre que se le da en la isla es el de ‘hediondo’, siempre aspirando la /h/.

Calendula aegyptiaca (compuestas). Plantita herbácea erguida o suberguida, poco ramificada, de hasta más de un jeme de altura en ocasiones. Hojas lanceoladas algo estrechas, ligeramente pelosas y un poco pegajosas, las cuales despiden un aroma bastante perceptible. Capítulos de 1’5 cm de diámetro más o menos, con trece a veinte lígulas amarillas elíptico-alargadas, con el botoncito central de flósculos amarillo o rojizo. Lo más curioso y distintivo de la planta es el fruto, que recuerda toscamente por su figura a un turbante, o también a un conjunto de orugas que convergen enroscadas hacia el centro. Es, además, comparativamente grande, alcanzando casi 2 cm de diámetro. Tiene este curioso fruto una serie de elementos sepaloides parecidos en conjunto al cáliz persistente del tomate, aunque con más piezas, pero mucho más pequeño.
De La Asomada y de Tinajo he recogido para esta hierba el nombre de ‘alpaor’. Por el mismo nombre la conocía Eugenio González, del cortijo de Téjida (Tahíche), pero me dijo que por esta zona de la isla es más conocida por ‘alpodadera’ (‘alpoaera’ en pronunciación vulgar), en tanto que Emilio, el veterano pastor y célebre ‘risquero’ de Guinate, la llamó también ‘alpoaera’.

Calendula arvensis (compuestas). Es muy parecida morfologicamente a su congénere C. aegyptiaca (la ‘alpodadera’), incluso con el mismo aroma o más intenso aún si cabe, pero menos grácil, o sea, como más apeñuscada.
Los tallos son densamente pilosos, con pelos blanquecinos, pero el color de fondo de los mismos es verde tirando a rojizo en las porciones más gruesas. Las hojas, alternas, lanceoladas, con la punta algo redondeada, semiabrazadoras, de hasta más de 5 cm las más largas, rasposas al tacto con una vellosidad densa muy corta, más apreciable en las hojas más tiernas y altas. Capítulos terminales, en cabillos por lo general de menos de 1 cm de largo. Involucros casi semiesféricos del mismo color verde de las hojas. Flor o capítulo de 1 cm de diámetro, con lígulas amarillas anchas periféricas y un botoncillo central rojizo de flósculos muy pequeñitos.
Es planta abierta, de ramas ascendentes y más abundantes que en la C.aegyptiaca.
La encontré el 11-3-1983 al E de Las Peñas del Chache, por encima de la carretera.

Campylanthus salsoloides (escrofulariaceas). Arbusto de más de 1 m de altura, por lo general erguido, con regular número de ramas, cuyos tallos, de color plomizo claro en sus tramos más gruesos y amarillento o morado oscuro en los extremos con hojas, presentan las cicatrices de las hojas que se van cayendo en sus partes desnudas. Las hojas son lineares, casi cilíndricas, con una acanaladura longitudinal fina en el anverso, tiernas, flexibles, jugosas, de 2 a 6 cm de largo las más, glabras, arqueadas tanto hacia arriba como hacia abajo y se hallan dispuestas sobre el tallo en posición de esparcidas. Su color es verde oscuro con el extremo frecuentemente amarilloso.
Inflorescencias racimosas, varias en los extremos de las ramas, algo colgantes a veces, con flores de base tubular alargada, ensanchadas arriba en forma de embudo escotado, de color lila, con cinco pétalos. Cáliz verdoso-morado, también de cinco puntas, pubescente. El fruto, de color castaño después de seco, queda abierto en dos mitades.
Esta planta, un endemismo canario, se cita en los libros de botánica como rara en Lanzarote. Sin embargo, el 25-8-1980 encontré en la boca de el Barranco de Tenegüime, al O de Guatiza, una colonia de miles de individuos. Ocupaba el talud o piedemonte que se forma al pie del risco vertical que corre a lo largo del costado izquierdo, entrando, de la boca de dicho barranco, colonia que debe ser desconocida de los botánicos a juzgar por lo que se deduce de lo que dicen en sus libros.
La gente de Guatiza llama a esta planta ‘palillo’, nombre que según parece, le viene de que a los troncos, luego de secos, se les puede vaciar el conducto central natural que tienen, quedando como tubos rectos que se usaban para hacer caños de cachimbas, como solía hacerse también con los troncos de espino (Lycium intricatum).
También la he encontrado en regular número en El Barranco del Estanque (Mala), tanto por encima como por debajo de la presa que han construido en aquel lugar.
Se hallaban en plena floración el 27-3-1983 a la entrada de El Barranco de Tenegüime, en cuya fecha observé que había ejemplares que alcanzaban los 2 m de altura.
El 15-2-1986 alcancé a ver varios ejemplares en flor colgados en El Cejo de Romero, especie de risquete columnar basáltico que se forma a media ladera de Ajache Grande por el lado que mira hacia Maciot.

Caralluma burchardii (asclepiadáceas). Localicé el 15-4-1981 una colonia de este curioso endemismo lanzaroteño en el lugar llamado El Fragoso de los Clavijos, situado al E de Mala, como a unos 300 m al SO de la urbanización turística llamada Castillo de Papagayo, un ‘morro’ de grandes piedras con alguna tierra entremedio. Las plantas crecían de forma densa o apretada, contándose hasta más de veinte individuos en un metro cuadrado.
Este vegetal es inconfundible por su aspecto cactiforme a pesar de pertenecer a una familia bastante alejada filogeneticamente de las cactáceas. Tiene cuatro caras, con ganchitos curvos en las aristas. Crecen erectos hasta una altura de 10 a 20 cm. El fruto, normalmente doble, es alargado, en forma de cuerno, de medio palmo de longitud, de donde le proviene uno de los nombres populares que se le dan en la isla, el de ‘cuernuda’, o ‘cuernúa’, como se dice más vulgarmente.
Descubrí otra colonia, posiblemente la más nutrida de toda la isla en individuos, ya que se cuentan por millares, el 16-4-1990, de la que no se tenía noticia a nivel de investigación botánica que yo sepa, en el lugar de Los Coscofes, que está a un par de kilómetros al O del pueblo de Soo, plantita que por allí llaman ‘piterilla’.

Carlina salicifolia (compuestas). Es la mata grande, de hojas inconfundibles lanceoladas perfectas, de hasta 8 cm de largo, de color verde brillante por el anverso y como forrada con una tela blanca por el envés.
Se le llama ‘azafranero’, al menos por esta parte norte de la isla, nombre que según me han dicho algunos informantes campesinos, le viene de que la semilla o botón que echa en lo alto, es idéntica a la del azafrán de comer.
No es planta rara en el macizo norte de la isla. Se la ve, por ejemplo, creciendo con cierta abundancia, por La Cuesta del Malpaso.

Carrichtera annua (crucíferas). Hierba de poco desarrollo y follaje ralo. Las flores con los cuatro pétalos patentes, alargados, de color apagado con venación lila, y frutos globosos con espinas en su primera mitad y en forma de pala de cuchara en la mitad anterior, de donde el nombre popular de ‘cucharilla’ que se le da en la isla.

Centaurea melitensis (compuestas). Planta herbácea de ramificación alargada. Hojas decurrentes linear-lanceoladas. Cabezuelas armadas de agudas espinas tiesas, de cuyo ápice salen los flósculos amarillos en penachos.
En la isla se le llama ‘abrepuños’ en alusión al efecto que produce de hacer abrir la mano al agarrarla a causa de la acción lacerante de las citadas espinas.
Según me informaron en Tinajo, esta planta se usaba antes cuando seca, y parece que aún se usa en ocasiones por estos años ochenta en que me lo dijeron, para hacer baleos o escobillas con que separar las vainas de garbanzos que hubieran podido quedar después de aventar la paja.

Centranthus ruber (valerianáceas). La vi al sur de La Torrecilla, en los ‘arenados’ (campos de cultivo cubiertos con lapilli volcánico) que están junto a la carretera que sube hacia el pueblo de Ye, en estado asilvestrado, el13-12-1981. No hay la menor duda de que es esta especie, pues todo coincide al detalle con lo que traen mis libros sobre ella.
En ese día estaban en flor a pesar de no haber llovido aún practicamente en todo lo que había pasado de la estación de lluvias en la isla.

Chenopodium bonus-henricus (quenopodiáceas). Hierba de buen desarrollo y abundante ramaje, hojas triangulares alabardadas de color verde mate de 5 a 10 cm de longitud, e inflorescencias espiciformes compuestas de glomérulos de flores diminutas de color verde claro.
Lo curioso de esta planta es que la he visto aparecer desde hace un par de décadas en las calles de Arrecife, a lo largo de las aceras.

Chenopodium murale (quenopodiáceas). Antes, hace años, en tiempos de mucha necesidad, la gente pobre en Lanzarote se veía obligada a recurrir al cenizo y al ‘jaramago’ para usarlos como verduras. Me han contado que los añadían, luego de picados y hervidos, a los típicos caldos de ‘millo’. He oído a gente anciana decir que no tenían mal sabor.

Chrysanthemum coronarium (compuestas). Planta poco ramificada, con ramas abiertas, que puede alcanzar casi el metro de altura en condiciones ambientales óptimas, pero que normalmente es bastante menor. No tiene tronco principal destacado. Los tallos son más bien gruesos, cilíndricos, sin nudos resaltados, con pilosidad más o menos abundante según individuos, pero nunca en exceso, mostrando un color rojizo por el lado que recibe mayor insolación, incluso tirando a púrpura bastante oscuro en ocasiones. Las hojas tripinnadas, de foliolos estrechos, casi lineares a veces, alternas, semiabrazadoras, bastante distanciadas entre sí, algo pilosas y grandes, de hasta más de 5 cm de largo. Los capítulos grandes y vistosos (3 a 4 cm de diámetro), con el botón central amarillo, rodeado por 12 a 14 lígulas grandes elíptico-alargadas de ápice emarginado o con vestigios de dientes, generalmente de color blanco, aunque suelen encontrarse individuos que tienen el envés de un bonito color púrpura-rojizo en todas o algunas de sus cabezuelas. Éstas crecen solitarias en el extremo de las ramas, especialmente las secundarias más pequeñas, y se hallan sostenidas por pedúnculos ensanchados arriba y huecos.
Las hojas despiden un olor agradable bien perceptible.
Vi ejemplares con lígulas de color rojo-purpúreo por el envés especialmente acentuado, a la salida de Tiagua hacia Soo, a la derecha de la carretera, el 16-4-1980.
Por San Bartolomé y Masdache se le llama ‘pajito’ o ‘pajo gato’.

¿Cichorium intybus? El 4-4-1988 encontré una planta herbácea que reunía las siguientes características: Hojas basales pinnatisectas de cuyo centro salía un tallo grueso y duro, algo rojizo, zigzagueante, de más de un palmo de altura, del que salía de cada nudo o unión de los sectores en que estaba dividido, una especie de tallo secundario subpatente, de unos 10 cm de largo, hueco, en cuyo extremo o punta nacía una flor (capítulo o inflorescencia), de lígulas azules, de unos 3 cm de diámetro, que a medida que iba cayendo la flor quedaba dicho tallo convertido en apariencia en un muñón. En los tales nudos nacían unas hojas sentadas puntiagudas.
La raíz era gruesa, parecida a la del ‘caíl’ (Emex spinosa), tanto en forma como en color.
La encontré en El Barranco del Disadero (Tinajo). Debía ser planta de reciente introducción en aquella comarca porque Paco Perdomo Rodríguez, antiguo pastor de aquella comarca, que me acompañaba, dijo que no la había visto nunca. Por lo que he podido ver en mis libros, debe tratarse de la conocida achicoria o Cichorium intybus de los botánicos, pues es la planta que más coincide en características con esta especie, pero no estoy seguro del todo.

Cistanche phelipaea (orobancáceas). Planta de curiosa morfología, erecta, con pequeñas hojas degeneradas apenas reconocibles como tales, que parece un espárrago cubierto de grandes flores amarillas acampanadas, completamente carnosa. Puede alcanzar como máximo unos 30 cm de altura, y parasita otras plantas mayores, como algunos ‘matos’ quenopodiáceos y a la ‘ahulaga’ entre otros.
La raíz, o rizoma en este caso, que se extiende más o menos horizontalmente, es aún más carnosa que el tallo, tumefacta al tacto, recubierta de unas hojuelas escamiformes blandas imbricadas como las escamas de un pez, terminadas en puntas de coloración oscura, más o menos acusadas. Luego se estrecha hasta menos de la mitad de su grosor, terminando por elevarse verticalmente constituyendo ya el tronco de la planta, el cual se torna más rojizo durante los 8-10 cm que alcanza de largo, formándose a continuación el resto de la planta, que puede medir, como se ha dicho, unos 30 cm de altura total.
Las hojitas, algo coriáceas se alargan en esta parte de la planta y toman un color más oscuro, pero siguen en su posición imbricada, siendo su largo de alrededor de 1 cm, terminando por estrecharse en punta aguda.
A partir de aquí el tallo está cubierto de grandes y llamativas flores amarillas sésiles, no existiendo ningún otro tallo o rama. Las flores, de más de 3 cm de largo a veces, son acampanadas, pero algo curvadas hacia abajo. El cáliz es también amarillo. La abertura de la corola puede alcanzar los 2 cm. Ésta tiene pliegues longitudinales profundos y cinco lóbulos recurvados no muy escotados.
Los rizomas, gordos y suculentos, muestran al partirlos una sustancia amarillenta como de grasa, de donde le viene el nombre de ‘batatera’ que se le da, al menos que yo sepa, en La Graciosa y en Alegranza.

Citrullus colocynthis (cucurbitáceas). Por los datos que me dio Juan Niz Luzardo, campesino gran conocedor de este tema, no hay duda alguna de que esta es la planta llamada en Lanzarote ‘cohombrillo’ (con /h/ aspirada).
Convolvulus althaeoides (convolvuláceas). Es la corrihuela que crece entre otros lugares junto a la carretera que sube hacia La Montaña, a cosa de 1 Km o menos antes de llegar a la altura de Las Peñas del Chache.
Tiene unas flores muy grandes, de hasta 5 cm de diámetro, rosadas, y unas hojas acorazonado-triangulares con dientes grandes redondeados y dos lóbulos vueltos hacia abajo en la base como si fueran hastadas, Las flores tienen un pedúnculo muy largo, de hasta 10-15 cm, dividiéndose en dos más pequeños al final, cada uno con una flor, y las hojas con pedúnculo algo más corto que la lámina foliar, o sea de unos 3-4 cm.

Convolvulus lopez-socasi (convolvuláceas). Planta leñosa de bastante extensión; vi un ejemplar al borde del Risco de Famara con una rama rastrera de más de un metro de longitud y follaje denso en la parte central.
Las ramas principales, que se tienden sobre el suelo, son muy rígidas en su parte lignificada y de color canelo-rojizo, y de ellas salen dirigidas hacia arriba las secundarias, también lignificadas y portadoras de hojas. Éstas son alternas, muy seguidas unas de otras, pecioladas, lanceolado-acorazonadas, de borde entero, pero no muy nítido o limpio, de color verde un poco claro y nervadura destacada, con un largo de 4 a 6 cm sin contar el pecíolo, que mide de 1 a 3 cm de longitud, formando generalmente un codo pronunciado en su punto de inserción con el tallo.
Tanto los tallos como las hojas son practicamente glabros. Sin embargo la corola presenta una zona vellosa apreciable en los cinco radios de color más intenso que tiene exteriormente, el cual adopta la forma típica de embudo abierto del género, con un color rosado pálido y un diámetro de 3 a 4 cm. Los cinco sépalos del cáliz son libres de acuerdo también con las características genéricas del género.
Las inflorescencias contienen por lo general de tres a seis flores, partiendo los pedúnculos florales primarios, de 1 a 3 cm de largo, de las axilas de las hojas para dividirse luego en los pedicelos, también de este mismo largo, portadores de la flor.
El 16-6-1981 encontré una mata de esta planta en el mismo borde alto del Risco de Famara, al NO de Las Peñas del Chache, con las flores ya comenzando a marchitarse.
Se trata de uno de los endemismos más interesantes privativos de Lanzarote.
El nombre ‘correguela de Famara’ que se le da en los libros, es culto y no popular.
¿Coronilla varia? (leguminosa). Hierba de pocas pero largas ramas (hasta 0’5 m algunas), rastreras o decumbentes, más o menos zigzagueantes, tersas y brillosas, con pilosidad tenue, casi imperceptible.
Hojas imparipinnadas, de 6-8 cm de largo, con 9 u 11 pares de hojuelas oblongo-elípticas, retusas con apículo central, subsentadas, enteras, algo carnosas, glabras y de 6 a 13 mm de longitud. La hoja tiene un par de estípulas membranosas pequeñitas.
Inflorescencias axilares en el extremo de un pedúnculo de 3 a 4 cm de longitud, algo curvado, del que irradian 6 u 8 pedicelos muy cortitos sosteniendo sendas flores. Cáliz acampanado, pero comprimido lateralmente. Corola de 7-8 mm las alas y casi otro tanto el estandarte, que suele estar plegado hacia atrás. El color de la corola era, sobre la misma planta, blanco, purpúreo-liláceo o mixto.
Legumbres largas y delgadas (4-8 cm por 1’2 mm), generalmente arqueadas, acuminadas, de sección circular, con 5-9 semillas pequeñitas en lóculos abultados, y del color verde general de la planta.
Encontré un ejemplar en el borde del precipicio que cae sobre La Playa de Famara, al NO de Las Peñas del Chache, el 16-7-1981.
Por los datos de mis libros y un dibujo que trae uno de ellos, creo que se trate de esta especie, aunque hay algunos pequeños detalles algo confusos.

Crepis canariensis (compuestas). Vi un hermoso ejemplar luciendo sus bonitas flores de lígulas concéntricas y flósculos erectos de un limpio color amarillo y grandes hojas verdes lanceoladas de bordes irregulares, el 2-4-1985 al pie del risco que está inmediatamente al N de la ermita de Las Nieves.
Es planta propia de Lanzarote y Fuerteventura.

Cuscuta aproximata. (cuscutáceas). Lo normal es que esta singular planta parasite a la Launaea arborescens, pero en una ocasión la vi sobre una Euphorbia obtusifolia en la falda SE de La Caldera de Alegranza, en otra ocasión sobre un ejemplar de Policarpea nivea en La Playa de Famara y en una tercera vez en una Euphorbia paralias, en Soo.
En la isla es conocida por ‘rabia’ y por ‘greña’.

Cynodon dactylon (poáceas). Esta pequeña gramínea resulta inconfundible por su inflorescencia terminada en varias espiguillas patentes, generalmente en número de cuatro, de color morado, que por su disposición recuerdan a una pata de ave invertida con largos y finos dedos.
Sus tallos son rizómicos cundidores. No es muy rara en Lanzarote.

Cyperus kalli (ciperáceas). Es una planta de extraño aspecto, como si estuviera mutilada, consistente, ‘grosso modo’, en un simple tallo liso y erecto, pero ligeramente curvado, con los frutos formando un apiñamiento de semillas visualmente semejantes a granos de cereales, en el ápice, de color amarilloso con manchas rojizas. De la base de este coronamiento de semillas salen dos o tres largas hojas filiformes, muy parecidas a las de algunas liliáceas, con su cara acanalada, que debe ser la vuelta hacia arriba, y el resto cilíndrico. Estas hojas, de color verde pálido como el tallo, cuelgan más o menos abiertas, y pueden alanzar una longitud que va desde unos pocos centímetros hasta más de un palmo. También en la porción más baja del tronco tiene alguna otra hoja de iguales características, pero dispuestas de forma normal, parte esta baja del tronco que toma un color entre amarillento y rojizo por tramos.
La planta puede alcanzar de 40 a 50 cm de altura, pero normalmente son más bajas, y las hojas desde pocos centímetros hasta más de veinticinco en el mismo pie.
Es vegetal de hábitos basicamente arenícolas, y se la encuentra por casi toda la isla con tal de que no sean zonas muy elevadas.

Datura stramonium (solanáceas). El 22-8-1980 encontré un grupo de estas elevadas y ostensibles plantas, algunas de ellas bien desarrolladas, con sus grandes flores blancas acampanadas, sus también grandes hojas recortadas, y el voluminoso fruto globoso cubierto de espinas, en el fondo del profundo barranco que corre al sur de Montaña Guenia.

Dipcadi serotinum (asparagáceas). Bulbo piriforme perfecto, de 2 cm de longitud por término medio, cubierto de cáscara de color terroso y blanco como el de una cebolla interiormente.
Hojas arqueadas lineales muy largas, con las puntas caídas, acanaladas, en número de tres a cuatro.
Flores acopadas, largas, tres de cuyas piezas periánticas están curvadas hacia fuera en su mayor parte y las otras tres sólo en su extremo superior, todas de color canelo con una franja central más oscura. Anteras alargadas en forma de flechas, de color verde amarilloso. Las flores están dispuestas a lo largo del escapo, mirando todas hacia un mismo lado, en número que puede ir desde tres hasta más de diez, cada una sostenida por un cabillo más corto que la propia flor, rodeado en su base por una membrana afilada.
La he visto florecida y en relativa abundancia en La Montaña de Dos Picos y en la de La Mancha, al NO de Yaiza.

Echium pitardii (borragináceas). En buenas condiciones ambientales de los macizos más elevados, este endemismo lanzaroteño, de bellas flores azuladas campaniformes, suele presentar un desarrollo mucho mayor que el de los ejemplares que se encuentran ordinariamente en tierras bajas, si no es que son formas pertenecientes a una subespecie.
Por toda la isla se la conoce por ‘lengua de vaca’.

Emex spinosa (poligonáceas). Planta herbácea rastrera, cuyas ramas alcanzan a veces bastante longitud tendidas sobre el suelo, algunas hasta casi 0’5 m.
Su raíz es napiforme, no muy gorda, de color terroso. Las ramas, escasas, basales, de tallos lisos, estriados y frecuentemente teñidos de rojo. Las hojas largamente pedunculadas, acorazonado-alargadas, de hasta 4-5 cm de longitud, con bordes enteros o muy poco aserrados o dentados, nacen en nudos algo abultados y están bastante espaciadas. De esos nudos parten generalmente dos ramas y alguna hoja, y pueden estar rodeados de una especie de membrana poco apreciable.
Alrededor de los nudos también, nacen las flores, sentadas, verdosas, pequeñitas, que luego se transforman en frutos globosos o subglobosos de 2-3 mm de largo rematados por tres cuernecitos o púas patentes muy lacerantes apenas se descuida uno al manipular la planta.
Estos frutos, cuya forma recuerda a la de una jarra abollada –en miniatura, claro está– son sentados y forman aglomeraciones que contienen desde unas pocas hasta más de diez unidades.
La planta es en general glabra, y presenta una coloración verde bañada de rojizo. La hoja, al masticarla, tiene un sabor áspero y ligeramente ácido.
En la isla se le llama ‘caíl’, nombre por cierto que jamás he oído aplicado a ninguna otra planta en Lanzarote, como ocurre, según suele leerse en escritos de botánica, con alguna especie del género Medicago, por ejemplo.

Erodium cicutarium (geraniáceas). Es la hierba con fruto en forma de cabeza de garza, que tiene las hojas muy caladas o recortadas.
El 12-3-1983 encontré unos ejemplares en la ladera norte de Lomo Guantesive (Los Valles), con flor y fruto, pero muy poco desarrollados, de no más de medio palmo de altura las ramas mayores, casi erguidas, y unos pocos centímetros más para sus frutos en largo pico, pero los he visto algo mayores en otros lugares de la isla.
Los campesinos la llaman ‘alfinelejo’, nombre derivado seguramente de una especie de híbrido entre el español ‘alfiler’ y el portugués ‘alfinete’.

Erodium malacoides (geraniáceas). Planta herbácea, de ramas alargadas, más bien caídas o decumbentes si no tiene donde apoyarse, y vellosas. Hojas opuestas pecioladas, de forma acorazonada, con grandes lóbulos insinuados, dentadas, de hasta 5 cm de longitud por casi otro tanto de anchura la lámina, y vellosas. Flores de pétalos bien separados, de color malva y un diámetro de menos de un centímero. El cáliz, rayado longitudinalmente de verde oscuro o pálido. Las inflorescencias, axilares o partiendo de los nudos, que son abultados, de unas cinco flores o alguna más o menos, con un pedúnculo largo común más un pedicelo para cada flor, conjunto que cuando se transforma en fruto, con su largo pico, semeja la cabeza y cuello de una garza por su forma, de donde el nombre genérico de erodium, que en griego es el nombre de esta ave.
En los llanos que se extienden al NE de Las Peñas del Chache, en la cumbre de la isla, se ven ejemplares grandes, con ramas de más de medio metro de largo. Las he encontrado en flor en este lugar en el mes de marzo.
En el norte de la isla y otros lugares he recogido el nombre de ‘alfinelejo’ para esta planta, el mismo que para su congénere de fruto semejante E. cicutariun.

Eruca vesicaria (crucíferas). Planta herbácea robusta, de ramas abiertas ascendentes y tallos hirsutos totalmente verdes o con zonas de color vinoso por un mismo lado de la planta.
Hojas alternas, liradas, de hasta más de 8 cm de longitud, con el lóbulo grande frontal terminado generalmente en punta.
Inflorescencias en espiga, muy largas, de hasta 25 cm, o sea más de la mitad de la altura total de la planta, con las flores formando grupitos en los extremos superiores y una serie de silicuas por debajo. Cáliz tubular, con sépalos largos y estrechos de color verdoso. Los pétalos, de limbo espatulado y uña larga de color hueso, están recorridos longitudinalmente por una serie de estrías a modo de nervaduras de color violáceo oscuro, que recuerdan el ala membranosa de un insecto. Los estambres, filamentosos, asoman las anteras en medio de la corola, y el pistilo es también delgado.
Los frutos silicuosos, del color de los tallos y un largo de 1’5 cm, son gruesos, aovado-alargados en su primera parte, que comprende a algo más de la mitad del largo total, con el resto en forma de pico de ave, recto y comprimido lateralmente. Contiene dos hileras de semillas globulosas, pequeñitas, separadas por un tabique, de una media docena de ellas cada una.
La planta despide un ligero olor nauseabundo, de donde el nombre popular de ‘hediondo’ con que es conocida en la isla.
Vi muchos ejemplares en flor el 19-4-1980 en un campo inculto que está al pie de Montaña Blanca (la de Tías) por el lado N, pero crece en muchos otros lugares de la isla tierra adentro, no demasiado cerca de la orilla del mar.

Erucastrum canariensis (crucíferas). Planta herbácea erecta o muy levantada, con hojas en posición subbasal y tallos floríferos poco abundantes y más largos que la parte foliada. Puede alcanzar los dos palmos de altura, de los cuales la mayor parte corresponde a la inflorescencia.
Hojas de hasta 7 a 8 cm, de color verde oscuro, ásperas, liradas o pinnatipartidas, pero de lóbulos más bien irregulares, por lo general de menor tamaño en su mitad anterior, provistas de pelos rígidos.
Los tallos floríferos son largos y delgados, más o menos erectos, sobre los cuales se insertan en espiga las silicuas, largas y delgadas, de hasta 5 cm o más de longitud, con un corto pedúnculo, mostrando los abultamientos seminales a simple vista, que son en número de más de veinte. Dichas silicuas van disminuyendo de tamaño cuanto más arriba se hallan.
Las flores se encuentran en la parte superior de estos tallos, en número de hasta diez o más sin contar los capullos apeñuscados que hay entre las flores ya abiertas. Los pétalos son casi circulares y presentan un color amarillo un poco pálido. A veces la planta ofrece matices de composición rojiza.
Las hojas tienen un sabor picante parecido a las del rábano, poco apreciable a veces.
Por el N de la isla la he oído nombrar a algunos ‘relinchón’ y a otros ‘alarcán’. Un campesino anciano de Los Valles llamó a esta hierba, que la encontramos en la ladera rocosa de Las Peñas de Bonilla que cae hacia el barranco de Los Calderones el 18-3-1983, con el nombre de ‘alcarcán’, y cuando le hice notar que a aquella misma hierba la llamaban otros ‘relinchón’, me contestó que el ‘relinchón’ era otra planta. Sin embargo las diferencias de la que él llamó ‘alcarcán’ con la que otros llaman ‘relinchón’, tomando como modelo el dibujo que trae el cuaderno Naturalia Hispanica nº 15, de 1978, en su página 40, obra de la esposa del autor, G. Kunkel, son sólo de detalles. El ‘alcarcán’ tiene las hojas de contorno algo irregular, pero no lobadas como se ve en el dibujo, sino finamente dentadas. Las hojas y los tallos son manifiestamente hirtos, los tallos floríferos más largos, y los frutos (silicuas) más delgaditos, pero a mi me da la impresión de que se trata de la misma especie.
El 20-3-1982 había unas colonias muy densas y extensas de estas hierbas en las faldas de Montaña Tinache (Tinajo) orientadas al N y también dentro de la caldera del volcán, dando al terreno un bonito tono amarillo con sus innumerables florecillas.
Por el centro y sur de la isla la he oído llamar ‘agonal’.
Se tiene a esta hierba como un buen alimento para los pájaros canarios.

Euphorbia balsamifera (euforbiáceas). La popular ‘tabaiba’. Ocupa todas las cotas de la isla, desde lo más alto en Las Peñas del Chache hasta la orilla del mar.
En Alegranza es especialmente abundante. En el lugar de aquella islita llamado La Cerca del Mato, a cosa de un kilómetro hacia el NO del faro, hubo un ejemplar enorme de lo menos 3 m de altura y una gran extensión basal bajo la cual, aprovechando los vericuetos que se formaban entre los troncos, anidaban unas dos o tres parejas de pardela (la Calonectris diomedea). Después de haber dejado el faro por jubilación en 1991, observé, con tristeza, en un viaje particular que realicé a la isla, que la tabaiba que tanto había admirado durante mi estancia en aquel apartado paraíso, había desaparecido.
Apenas se le hace a estos arbustos un corte o incisión en el tronco, brota en abundancia el látex. Cuando niño, con mis hermanos, acostumbrábamos hacer goma de mascar con esa savia lechosa de las tabaibas después de dejarla condensar al aire unos cuantos días, especie de chicle que, según creencia popular, tenía la virtud de fortalecer las encías.
Por Tinajo, y por otras localidades de la isla, llaman a esta planta ‘tabaiba dulce’, sobre todo cuando hay que diferenciarla de la otra especie afín, la E obtusifolia.

Euphorbia obtusifolia (euforbiáceas). Al igual que su congénere la balsamífera, crece a todas las altitudes.
El nombre más extendido que se le da en la isla es el de ‘higuerilla’ a secas, pero también se le llama ‘higuerilla salvaje’ por Los Valles y Tinajo, aspirando siempre la /h/ a nivel popular, y en el último pueblo he recogido además los de ‘tabaiba salvaje’ o ‘amarga’.

Euphorbia paralias (euforbiáceas). Se conoce en la isla bajo el nombre de ‘higuerilla’, o más corrientemente con el añadido ‘de jable’ por crecer normalmente en terrenos cubiertos por estas arenas eólicas.
Es planta de látex irritante, especialmente en las partes de piel más delicada. A este respecto no puedo sustraerme a dejar constancia de la anécdota que me contó un campesino guasón, de aquél que ignorando tales efectos usó en cierta ocasión la planta como sustituto del papel higiénico, y estuvo el pobre varios días sin poder sentarse.
Sin embargo, también tiene sus virtudes, pues según Rafael Pérez Sánchez, pastor octogenario de Soo, conocido por Vicente, ese látex es muy bueno para curar ‘empeines’ (erupciones en la piel) tanto en personas como en animales, aplicándolo adecuadamente.

Euphorbia terracina (euforbiáceas). Plantita herbácea glabra, de color verde oscuro general salvo el tronco y tallos, que son un poco más claros, de ramas radiales casi rectas, abiertas, de 15 cm de longitud por término medio.
Las ramas, de morfología muy regular, es decir, con sus diferentes elementos bien diferenciados, son en su parte baja (más de la mitad de su largo) casi rectas, con hojitas alternas algo espaciadas, de figura de espátulas con la parte anterior algo recortada. Luego siguen otras hojitas lineares un poco más largas (1 cm o más), de cuya axila suele surgir una ramita. A continuación siguen tres hojas insertas al mismo nivel en verticilo, también sentadas, linear-lanceoladas, de cuyo punto divergen tres tallos de unos 3-5 cm de largo, rematados a su vez con dos hojas opuestas, asimismo sentadas, de forma triangular-acorazonada con el ápice apuntado, de 1 cm de largo.
Entre estas dos hojas nace una flor sentada pequeñita de color verdoso-amarillento, con cuatro piezas periánticas dispuestas en semicírculo con un cuernito en cada extremo, recordando el conjunto la cabeza de un escarabajo. De en medio surgen dos piezas a modo de estambres, terminada cada una en dos abultamientos o cabecitas recurvadas amarillas. De la axila de cada una de las hojitas que forman pares salen otros dos tallitos, uno de cada axila, de 2-3 cm de largo, rematados a su vez por otro par de hojitas cada uno igual a las anteriores, pero más pequeñas, con una flor en medio como en el caso anterior.
El fruto, cuando está bien desarrollado, más ancho que alto, sale de la flor sostenido por un pedunculito curvado hacia fuera. Su forma es globosa, con tres abultamientos laterales muy pronunciados.
Es latescente o lechosa, pero no en demasía.
Esta planta no es rara en la isla. Se la ve sobre todo en ‘arenados’ o campos de cultivo cubiertos por mano del hombre con arena volcánica.
Su nombre popular es ‘sanalotodo manso’, este último componente para diferenciarlo del otro, el ‘sanalotodo quemón’, mucho más fuerte o acre.

Fagonia cretica (cigofiláceas). En ocasiones, no muy raramente, se la encuentra como encogida y apeñuscada en contra de su forma habitual abierta y extendida, y entonces, en vez de presentar su color normal verde oscuro, toma una coloración de morada a púrpura.
Su nombre varía según la zona de la isla. Por el norte recibe el nombre de ‘rasquiña’ y ‘hierba piquienta’; por La Caleta de la Villa y Teguise, ‘rasquiña’; por Tinajo y Guatiza, ‘treintanudos’, y en algunos de los lugares dichos y otros se le da también el impúdico nombre de ‘rascapintina’.

Ferula lancerottensis (umbelíferas). Es el vistoso ‘tajasnoyo’, endemismo lanzaroteño bastante frecuente en todo el macizo norte de la isla. Un lugar donde es casi abundante es en el gran valle de Los Calderones, al este del pueblo de Los Valles. También hay una colonia de un cierto número de individuos a cosa de medio kilómetro a poniente de Montaña Guenia, en el terreno alto que allí se forma.
Su nombre popular más extendido es este de ‘tajasnoyo’. A veces, las menos, lo he oído pronunciar ‘tajosnoyo’. Debe ser, sin duda, nombre de origen ‘majo’, voz esta de ‘majo’ que se aplica como gentilicio a los primitivos habitantes de la isla y, como adjetivo, a sus cosas).

Forsskaolea angustifolia (urticáceas). Es planta generalmente pequeña, pero el 5-1-1982, a pesar de no haber llovido practicamente desde el invierno anterior, vi un ejemplar con corpulencia de mata, de una altura de 0’5 m, con tronco grueso y corto del que partían ramas casi rectas del grueso de un dedo, todo bien lignificado. Estaba al borde de la carretera que sube hacia el pueblo de Ye, como a un par de kilómetros al SE del volcán La Corona.
Una propiedad sorprendente de esta planta es que al secarse queda reducida a una especie de polvo grisáceo, como si se hubiera quemado y quedara convertida en ceniza.

Frankenia laevis (franqueniáceas). Matita leñosa, normalmente de reducido tamaño (unos 20-25 cm de extensión por menos de la mitad de altura), de forma redondeada o de casquete esférico las más de las veces, ramificación basal muy intrincada, con las ramas más gruesas oscuras y rugosas, totalmente lignificadas, y foliación compacta o muy densa. La coloración predominante, vista la planta a cierta distancia, es la rosado-púrpura a causa del gran número de florecillas de este color que la cubren.
Las hojas, diminutas (3-5 mm), están plegadas sobre el anverso en el sentido de su largo, de modo que recuerdan por su forma a un hueso de dátil en miniatura, tan juntas unas a otras que es difícil poder apreciar su disposición sobre los tallos. El color, por lo general, es verde, pero frecuentemente se torna rojizo, a veces con tendencia al morado.
Las flores se hallan dispuestas en grupitos terminales. Tienen el cáliz acopado y alargado, con cinco puntas, y corola de cinco elementos también, bien separados entre sí, del color rosado-púrpura ya dicho, todo de tamaño muy pequeñito, tanto que es preciso usar lupa para distinguirlos con claridad. Es curioso observar que los pétalos al marchitarse la flor no caen y que incluso se les intensifica el color; o eso es lo que me pareció al menos. Creo que tienen flores durante todo el año. A veces nace una flor solitaria, no sólo en el extremo de cada ramita sino también entre cada verticilo de hojitas.
Es planta bastante corriente en la isla. La he visto al O de Las Peñas del chache, a unos 600 m sobre el nivel del mar. Sin embargo donde mejor medra es en llanos pedregosos y salitrosos próximos a la orilla del mar. En Alegranza crecen hasta junto al mismo faro.
Los nombres que le he oído dar son: en La Graciosa, ‘chabusquillo’, en Tinajo, ‘tomillo salvaje’ y en Soo, ‘tomillo’.
Creo no estar equivocado en su identificación.

Fumaria officinalis (papaveráceas). Plantita herbácea erecta, de 10 a 25 cm de altura, con regular número de ramas, erguidas, de tronco rojo-púrpura y sección circular en su porción más baja, que cambia luego a verde claro y a sección pentagonal, con las caras y aristas bien señaladas. Ramas también verdes y de sección asimismo pentagonal.
Las hojas, de color verde pálido, recuerdan por su forma a las del perejil, pero son más menudas y recortadas. Las flores son cigomorfas, terminales, de 1 cm o poco menos de largo, patentes, dispuestas en inflorescencias racimosas conteniendo un número de flores que va desde unas pocas hasta más de veinte. Su color oscila entre el rojizo purpuráceo con la punta más oscura hasta casi blanco con la punta verdosa o morada. Una sola planta puede tener una inflorescencia o varias. Suelen crecer en grupos compactos de varios individuos.
Por Máguez se le llama ‘palomilla (mansa)’.

Glaucium flavum (papaveráceas). Son característicos sus largos frutos, de hasta más de 20 cm a veces, estrechos, con la punta parecida a la de la trompa de un elefante.
Por el norte de la isla la conocen por ‘corneta’.

Glechoma hederacea (labiadas). Hierbecilla de ramas abiertas y alargadas de hasta 30 cm, provistas de pocas hojas, que son opuestas, con pecíolo fino y el doble de largo que el limbo. Éste, que es corrugado, mide de 1 a 2 cm de largo por otro tanto de ancho y tiene forma acorazonada con lóbulos todo a lo largo del borde proporcionalmente grandes. Estos pares de hojas opuestas, que nacen en los nudos, están muy separados entre sí en las ramas más largas hasta el punto de que apenas tienen un par de ellos. De estos nudos nacen a su vez unas ramitas más pequeñas. Luego hay otras clases de hojas de forma completamente distinta y algo más abundantes que las anteriores, dispuestas también por pares opuestos, casi semicirculares, unidas por la base, de manera que el conjunto parece a primera vista una sola hoja perfoliada, es decir, atravesada por el centro por el tallo.
En las axilas de estas hojas nacen las flores, sentadas, en el extremo superior de la rama, en donde se acumulan dos o más pares de estas hojas. Son tubulares, alargadas, de 1 cm aproximadamente, pero sólo asoma por lo general la mitad anterior o poco más, que es de un bonito color púrpura intenso, especialmente un mechoncito de pelos que tiene en el dorso del labio mayor de la corola. En los labios más pequeños (¿4?) tiene en el fondo, de color más pálido, un punto oscuro del color descrito antes. El cáliz es persistente, del color verde normal del resto de la planta, con las cinco puntas abiertas, vellosos, más incluso que las hojas.
Los tallos son cuadrados, y suelen estar teñidos de una tonalidad rojizo-achocolatada.
Encontré esta plantita el 12-3-1983 en Lomo Guantesive, la montañeta que está próxima a Los Valles, en la ladera que mira hacia el pueblo.

Gymnosporia senegalensis (celastráceas). Según me contó Paco Pérez, guarda del Cabildo en el Parque Nacional de Timanfaya, que acompañó al botánico señor Kunkel a Montaña Halcones, esta planta se encontraba en la ladera o flanco O de dicha montaña, en una barranquera o quebrada precipitosa que se abre a mitad poco más o menos de la parte del volcán de color amarillento. Me dijo que no llegaron a cogerla por ser difícil llegar a donde estaba, habiendo sido, pues, identificada a distancia. Así lo dice, efectivamente, el citado botánico en el número 15 de la publicación Naturalia Hispánica del Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza, de 1978, y así pude comprobarlo personalmente cuando visité la montaña el 5-11-1981 en que alcancé a ver varios supuestos ejemplares colgados en el risco. Además de estos ejemplares se han visto otros en el Risco de Famara, por debajo del Mirador del Río.
Este arbolillo africano sólo se ha encontrado, de las Islas Canarias, en Lanzarote.

Halimione portulacoides (quenopodiáceas). Arbustillo de ramaje denso, hojas carnosas oblanceoladas, algo plateadas, cubiertas de una ligera borra, e inflorescencias en espigas densas de flores arracimadas anodinas de color verdoso.
Crece junto al pueblo de Órzola, a la derecha, donde llegan las mareas grandes.

Helianthemum canariense (cistáceas). Crece en Lanzarote a todos los niveles, desde La Montaña en Haría, el lugar más alto de la isla, hasta cerca del mar. Por el macizo norteño, en lugares elevados, he visto ejemplares extraordinariamente desarrollados de esta hierba, de hasta más de 0’5 m de extensión y 25 a 30 cm de altura, completamente lignificados, pues normalmente es mucho más pequeña. Quizás se trate, pienso, de una variedad.
El 26-11-1982 vi muchos ejemplares en flor al pie de La Montaña de Risco Quebrado, la que está unida al gran volcán de Caldera Blanca, en el término de Tinajo.
En la parte norte de la isla la he oído llamar ‘madre turma’, pero el nombre que más se le da en la isla es el de ‘rama cría’.
Es la planta sobre la cual parasita el hongo Terfezia pinoyii, la popular ‘papacría’.

Helichrysum gossypinum (compuestas). Una de las joyas botánicas de Lanzarote por tratarse de un endemismo privativo de la isla. Es una hierba tierna y suave al tacto como una almohadilla, extendida, que puede alcanzar hasta medio metro de extremo a extremo y 20 cm o más de alto, blandura que se aprecia aún más en sus ramas terminales pese a ser erectas aunque cortas. Tanto los tallos como las hojas están recubiertos de una especie de forro lanoso, denso, de color casi blanco.
Las hojas son sencillas y de bordes lisos, sin la menor irregularidad o denticulación. Están dispuestas en forma alterna, pero tan juntas que a veces parecen opuestas. Son suaves, flexibles y algo gordas. Su forma es oblanceolada tirando a espatulada, más estrechas cuanto más alta es su posición, al mismo tiempo que van disminuyendo de tamaño. Las más largas pueden alcanzar los 6 cm o más. Con la vaina rodean la mitad de los gordos tallos. Los capítulos están agrupados en corimbos en los extremos de las ramas, densos, conteniendo desde una quincena a una veintena de unidades. Los involucros son globulares, pequeños, con una brochita de flósculos cortos amarillos.
La planta exhala un olor fuerte, desagradable, como a corral de cabras, que impregna los dedos y no es fácil de quitar ni aún lavándose con jabón.
En la isla la llaman ‘yesquera’, ‘yesquero’ o ‘hierba yesquera’, por haberse usado en tiempos pasados como sustituto de la yesca por su fácil inflamabilidad. Para ello se le desprendía la película que a manera de forro lanoso recubre a la hoja, siendo esta cubierta la que arde con la ayuda del pedernal.
Crece en las zonas altas del macizo norte, prefiriendo los lugares escarpados y orientados a los vientos alisios. Es abundante en la ladera del volcán La Quemada de Máguez que mira hacia El Rincón de Guinate, y hay también una colonia importante en Las Peñas de Bonilla, al E de Los Valles.
A Emilio el de Guinate, célebre ‘risquero’ de esta localidad, se la oí nombrar siempre ‘yesquero’. Sin embargo un campesino anciano le dio el nombre de ‘yesquera’ cuando la vimos en Las Peñas de Bonilla (Los Valles).

Helichrysum monogynum (compuestas). Otra de las gemas botánicas exclusiva de la isla. Es una planta pequeña, de unos 10 a 15 cm de extensión por la mitad de alto, de base leñosa, ramas levantadas o suberguidas, hojas alternas juntas oblanceolado-espatuladas, más bien estrechas, de hasta 3 cm de longitud, de base atenuada y vaina ensanchada, cubiertas de una especie de borra que les da un color verde grisáceo. El borde es entero y el ápice redondeado. Los capítulos se encuentran en grupos, corimbosos, de hasta más de cuarenta unidades, muy juntos, pequeños, como en forma de capullos con un mechoncito de flósculos cortos rojos que ocupan la parte superior de la plantita o un poco enterrados entre las hojas.
Tiene un olor parecido a la de su congénere H. gossypinum, aunque bastante menos pronunciado.
Crece en la llanura descendente que se extiende al sur de la ermita de Las Nieves (Haría), a un lado y otro de donde la carretera de tierra que sube hacia esa iglesia describe una curva muy cerrada, como a un kilómetro al sur de la ermita. Allí había bastantes ejemplares, que pude ver en varias ocasiones, en el invierno de 1984, También encontré un ejemplar solitario por esa época, pero más desarrollado, en una cornisa que está a unos 750 m al SO de la ermita, o sea, en lo alto de la pared S del Rincón de la Paja.
Por más que he indagado entre los pastores y campesinos en general de los lugares en que crece, no he logrado a nadie que le aplique un nombre particular. Lo de ‘yesquera roja’ que se lee en los libros es un nombre creado por los aficionados a la botánica por su afinidad con su congénere H. gossypinum, la auténtica ‘yerbera’, que es de color verde.
Florecen por febrero.
Esta planta fue motivo de protesta pública en los años 90 contra unas edificaciones militares que se levantaron en los terrenos en que crece con mayor presencia que afectaban la existencia de muchos ejemplares.

Heliotropium messerschmidioides (borragináceas). Arbusto pequeño, de tallos de color oscuro tirando a vinoso, rugosos e irregulares y suberectos, de hasta 2 m de altura.
Las hojas presentan un color verde oscuro con puntitos minúsculos blancos, y son rasposas al tacto a pesar de su delgadez y flexibilidad; su forma es linear-lanceolada, de hasta más de 5 cm de largo. Las flores, blanquecino-verdosas, pequeñas y suavemente aromáticas, se hallan dispuestas en inflorescencias terminales. Los frutos, globosos.
Crece en el Malpaís de la Corona, como, por ejemplo, cerca de la carretera que va de Punta Mujeres a Los Jameos del Agua.
Domingo Torres, pastor de ese poblado, la llamó ‘palillo’.

Hippocrepis unisiliquosa (leguminosas). Pequeña hierba postrada, de escasa ramificación y tallos algo esquinados, hojas alternas imparipinnadas, compuesta por nueve a once foliolos sentados, enteros, de figura oblonga algo oblanceolada, normalmente emarginados, de 1 cm más o menos de largo. La nervadura no se puede apreciar por hallarse la lámina cubierta de una especie de borra ligera apreciable sobre todo con lupa.
Estas hojas están más bien espaciadas y presentan un par de estípulas rudimentarias a manera de lengüetitas escariosas sin forma bien apreciable debido a su pequeñez. En las axilas de las hojas más bajas se ven surgiendo unos mechoncitos de hojas pertenecientes a ramitas nuevas que comienzan a salir.
Las flores son muy pequeñas, de color amarillo, y nacen en las axilas de las hojas sostenidas por un pedunculito común fino y largo cada dos o tres unidades. Los cálices son tubulares, terminados en puntas afiladas, verdes, y sin pelos como en el resto de la planta.
Lo más llamativo de la planta es sin duda el fruto, una legumbre arqueada, glabra, de color verde claro, de unos 2 cm de largo, muy deprimida o aplastada, con una serie de agujeritos redondos circuidos de un resalte, agujeritos que están en realidad abiertos por el lado convexo de la legumbre, o visto de otro modo, podría decirse que ésta resulta de la unión sucesiva de unos segmentos en número de media docena más o menos que tienen forma de noray.
Encontré esta hierba el 9-3-1984 en La Vega de San José, al fondo, en la ladera este.

Hordeum murinum (gramíneas). Tiene una espiga muy grande, algo comprimida, a veces de más de 10 cm de longitud, con aristas muy finas y largas. La planta en conjunto es parecida a la cebada. Los granos son también tan grandes como los de la cebada, pero en la mayor parte de las espigas no existen sino sólo en las muy verdes, no sé por qué razón.
Otro detalle que observo en la planta es el apelotonamiento de las raíces (¿macollamiento?), como si crecieran dos o más plantas juntas.
Vi ejemplares de más de 0’5 m de altura o largo (ya que no son totalmente erectas) cerca de Las Peñas del Chache el 12-3-1983.
Un pastor me dijo en Los Valles que la llamaban ‘chilate’, según me pareció oír, si no es que dijo ‘chislate’ o ‘chirlate’.

Hyoscyamus albus (solanáceas). Según me contó Eugenio González, el del cortijo de Téjida (Tahíche), el agua obtenida por cocción del ‘beleño’ (como se le llama en la isla a esta planta), bien espesa, es buena para curar la ‘tetera blanca’, nombre que los pastores dan a una enfermedad que sufren las cabras en la ubre, bañándoselas con este líquido.
En Ye la llaman ‘mataperro’.

Juncus acutus (juncáceas). Es la planta de existencia aparentemente milagrosa en el Parque Nacional de Timanfaya, pues parece increíble verla medrar en un lugar de aspecto calcinado y de naturaleza por ende reseco como aquel, siendo, como se sabe, planta precisamente propia de humedales y lugares acuosos. Se ha especulado con que pueda recibir allí el agua necesaria para su crecimiento el que ésta le llegue por ascenso producido por el calor volcánico del agua freática de las profundidades de la tierra o por contención del agua de lluvia infiltrada y retenida en la gruesa capa de lapilli que recubre la montaña.
El nombre que le da la gente del pueblo llano, tanto por allí como en el resto de la isla, es el de ‘junquera’. Precisamente el volcán donde crece con mayor profusión de esta comarca lleva su nombre, La Montaña de las Junqueras, que se alza a un par de kilómetros al E de la de Timanfaya a continuación de La Caldera del Corazoncillo.

Juniperus phoenicea (cupresáceas). El 29-4-1981 encontré un ejemplar de pequeño tamaño por encima del cortijo llamado de Famara, que está al final de la playa del mismo nombre. Estaba encaramado en el risco, en un terraplencillo que allí se forma, facilmente accesible a pie, a una altura de unos 150 m por encima del mar.
La forma de las hojas, pequeñitas, escuamiformes, terminadas en punta, que dan un aspecto singular a las filiformes y densas ramitas, el color verde glauco, y por si fuera poco el olor característico fuerte a resina, así como su pegajosidad al apretarla entre los dedos, todo ello proveía a su identificación.
Se hallaba casi tendido sobre el suelo en todo su largo, de poco más de 1 m, acompañado por bastantes ejemplares de Acacia ciclops.
El 31-5-1998 vi otro ejemplar, de unos 2 m de altura, que crecía en posición vertical, en La Peña de Gopar, que está en el borde O de la altiplanicie llamada Los Tablones que cae hacia el barranco de La Triguera.

Kickxia heterophylla (escrofulariáceas). Es hierba bastante extendida en la isla, sobre todo en terrenos pedregosos y arenosos en que suele prosperar mejor, como ocurre en el jable* que se extiende al norte y noroeste de Montaña Cabera, la que está al oeste de La Caleta de Famara, así como en las llanuras litorales que se extienden entre Puerto del Carmen y Playa Quemada, donde no sólo son abundantes sino muy largas y extendidas sobre el suelo, cuando no entrelazándose en las ramas espinosas de las ‘ahulagas’ adornándolas con sus bonitas flores amarillas
En la isla se la conoce con el nombre de ‘pico pajarito’.

Kleinia neriifolia (compuestas). Vive a todas las cotas de altitud de la isla, pues la he visto junto a Las Peñas del Chache, su punto culminante, pero es más abundante, como es notorio, a niveles bajos, casi a la orilla del mar, como por ejemplo, en El Malpaís de la Corona, donde crece en abundancia alternando con las tabaibas.
Se trata, pese a su aspecto que no la asemeja con las especies herbáceas de esta familia que crecen en la isla, de una compuesta de porte arbustivo que puede alcanzar con frecuencia más de un metro de altura. Los tallos son gordos y desnudos en su mayor parte, de color claro, con las hojas agrupadas en los extremos, que son largas y oblanceoladas, sin pecíolos, de color claro, quedando en el resto de los rollizos tallos las cicatrices de las que van cayendo. Las flores son blancas y las semillas están dotadas de unos penachos de finos pelos mediante los cuales se dispersan con el viento.
En los libros suele verse el nombre escrito en la forma ‘verode’, pero yo siempre la he oído pronunciar en la isla ‘berol’, que escribo con /b/ por suponerlo proveniente del de una planta portuguesa de este nombre. ‘Berol’ lo escribe también E. Hernández-Pacheco en su obra Por los campos de lava producto de las experiencias vividas cuando estuvo en la isla a comienzos del siglo pasado.

Lathyrus sativa (leguminosas). Al grano de esta planta se le llama en Lanzarote (y demás islas del archipiélago) ‘chícharo’, y en La Península, almorta, guija, muela y tito.

Launaea arborescens (compuestas). Lo normal es que esta mata, profusamente ramificada, sea una maraña de púas o espinas poco punzantes, pero sí lo suficiente, si se maneja la planta sin el debido cuidado, para causar algún arañazo en las manos.
Tal como lo indica su nombre específico, puede alcanzar desarrollo arborescente, rebasando con frecuencia el metro de altura, pero normalmente suele ser más pequeña. A veces, cuando crece con mayor lozanía, tiene hojas tiernas con lóbulos puntiagudos bien marcados. Alegran la presencia hosca de la planta sus florecillas de nítido color amarillo dispersas sobre el ramaje.
Es planta laticífera, que despide un olor característico bien apreciable al romper las hojas o espinas verdes, cuyo color oscila entre el verde más o menos corriente y el verde azulado o glauco.
La popular ‘ahulaga’ –pronunciada vulgarmente con /h/ aspirada y también, frecuentemente, con pérdida de la /a/ inicial– fue en sus tiempos una excelente hornija que daba al pan un sabor particular muy apreciado. En la actualidad, al haber perdido esa utilidad como leña, se la ve cundir por todas las llanuras áridas, invadiendo los campos de cultivo abandonados. Donde hace gala de su espectacular inflamabilidad es en el concurrido Islote de Hilario del Parque Nacional de Timanfaya, en que se utiliza para llevar a cabo los llamativos experimentos crematorios con el fuego volcánico allí existente, para admiración de los turistas.

Launaea nudicaulis (compuestas). Se trata de la conocida ‘cerraja’ o ‘cerraja dulce’, una hierba pequeña, de hojas en roseta basal muy pegadas al suelo, del tipo entre lirado y runcinado, es decir, de bordes recortados irregularmente, rematados en espinitas o púas diminutas en las puntas de los dientes mayores, púas que suelen tener un color blanquecino mientras el general de la hoja es verde o morado. La longitud de éstas puede sobrepasar los quince centímetros, aunque normalmente son más cortas. Los tallos floríferos son muy largos y delgados, lisos o desnudos, tal como lo indica su nombre específico, y muy pocos en número, tendidos sobre el suelo o enredados en piedras o arbustos cuando está bien desarrollados. Las flores, de alrededor de 1 cm de diámetro, están compuestas por varias filas concéntricas de lígulas de un amarillo limpio y vistoso y un estilo de igual color rematado por dos apéndices filamentosos arqueados en forma de ancla invertida. El receptáculo es tubular, cubierto por unas bracteíllas imbricadas recorridas a lo largo por una franja oscura central y con bordes laterales blanquecinos.
Es planta laticífera, y sus hojas, aunque amargosas, se comen en crudo, recordando su sabor a la lechuga, y son muy sabrosas hervidas en agua con el correspondiente caldo que producen.

Lavandula canariensis (labiadas). Es muy parecida a su congénere L. pinnata, pero más reducido el tamaño de sus diferentes elementos, aunque la planta en total pueda alcanzar el desarrollo de la otra. Las diferencias principales que he observado son su color verde más pálido, sus hojas más recortadas, los tallos y los escapos florales, quizás más delgados, lampiños, esquinados y de color también verde claro, y sobre todo un olor aromático perfectamente perceptible. El tronco, de color caneloso, está perfectamente lignificado. En febrero de 1984 (las encontré el día 27) se hallaban en flor.
Las he visto en El Malpaís de la Corona, por El Cercado de Mariano, cerca de una casa vieja que hay allí

Lavandula pinnata (labiadas). Mata de base leñosa que suele adoptar forma semiesferoidal, de hasta medio metro de extensión o más, y otro tanto de altura sin contar los largos escapos florales, bastante ramificada y con densidad foliar igualmente considerable.
El tronco es grueso en la base, rugoso y más o menos irregular, y se divide en varias ramas de iguales características, de color gris oscuro.
Hojas opuestas, de color verde grisáceo pálido, grandes (3-7 cm), pinnatisectas, de trazado muy regular, con lóbulo terminal obtuso como los lóbulos laterales pareados y dirigidos hacia delante, más pequeños cuanto más afuera están, aunque frecuentemente el primer par suele ser más pequeño o igual que el segundo. Se hallan densamente cubiertas de una vellosidad muy fina y corta que la hace como aterciopelada al tacto. Flores azuladas en espigas compuestas, siendo lo más frecuente que hayan tres, dos más pequeñas, una a cada lado, y la central mayor y situada a más alto nivel, espigas que crecen en lo alto de larguísimos escapos que pueden pasar del medio metro de longitud, erectos, con unas listas longitudinales de color grisáceo-verdoso algo oscuro alternadas con otras de color verde cubiertos de una vellosidad parecida a la de las hojas. Corola con dos lóbulos juntos en el labio superior y tres más pequeños separados, en el labio inferior, los lóbulos algo corrugados. Amplitud de la corola 1 cm, con la base estrechada en tubo delgado de coloración más oscura. Cáliz pequeño, cerrado, amarillo-verdoso con zonas azuladas y una hojita o bráctea lanceolada cubriéndolo por el lado de fuera.
Las hojas despiden un agradable olor aromático.
Es planta bastante frecuente en todo el macizo del norte de la isla, desde lo más alto por Las Peñas del Chache hasta cerca de La Playa de Famara.
La he visto en flor durante todo el invierno y hasta junio.
Virgilio, el afamado ‘risquero’ y veterano pastor de Guinate la llamó ‘hierba risco’, y lo mismo Juan Niz, de Máguez, buen conocedor de estos temas.
Es un endemismo canario propio de las islas orientales de Lanzarote y Fuerteventura.


Limonium bourgaeii (plumbagináceas). Planta herbácea exclusiva de Lanzarote, cuyas ramas pueden alcanzar hasta 25 cm de altura sin contar la inflorescencia, que se lleva otro tanto.
No tiene tallo manifiesto, ya que las hojas están dispuestas en rosetas basales o muy bajas, varias agrupadas formando una especie de apiñamiento en el inicio (la planta estudiada tenía tres de estas rosetas, una de ellas doble), en donde toman un color rojizo claro.
Las hojas son de textura algo coriácea, cordiformes, pero con el ápice redondeado y la base algo atenuada y pequeños lóbulos en el pedúnculo, que es muy largo, al menos de la mitad del largo del limbo, el cual alcanza hasta unos 10 cm. Los bordes, enteros, muy ligeramente atenuados, pero la lámina toma una gran ondulación en todo su plano. El color es verde pálido, presentando en su superficie una suciedad blancuzca, como si la planta estuviera ensalitrada, lo cual no parece ser otra cosa que una especie de pelusilla revuelta o borra que la cubre.
La inflorescencia está sostenida por un largo escapo casi recto y vertical, de 30 cm o más, comprimido pero no alado, de cuya porción superior salen a intervalos unas ramificaciones secundarias más cortas cuanto más arriba se hallan, cuyos tallos sí están alados un poco al igual que la porción final del escapo central, ramas que se subdividen a su vez en gajitos más cortos que soportan a las flores.
Ésta consiste en un cáliz –que constituye la parte más llamativa de la flor–, con forma de cucurucho, de color violeta-azulado, formado por cinco elementos unidos, con una estría de color más oscuro entre ellos, cuya abertura en la boca es de unos 5 mm. La corola parece una flor aparte superpuesta al cáliz, pequeñita, casi blanca. Suele caerse pronto, quedando sin embargo por mucho tiempo el vistoso y persistente cáliz, de donde el nombre popular de ‘siemprevivas’ que se da a estas plantas y a otras afines de la isla. Las flores suelen estar agrupadas en número de 3 a 5, protegidos los tubos calicinos por unas brácteas duras envolventes, una de ellas mucho más grande, de unos 5-7 mm, que está a un lado.
Crece por El Risco de Famara y en algún otro lugar del norte de la isla. El espécimen estudiado lo encontré pasada La Playa de Famara, a unos 35 m de altura en la ladera que allí se forma, el 2-6-1981. Ya no tenía corolas, pero las he visto con ellas en otras ocasiones, como, por ejemplo, al borde del precipicio que se forma al NO de Las Peñas del Chache, a 600 m o más sobre el nivel del mar.

Limonium papillatum (plumbagináceas). Matita de color verde uniforme, ramificación por lo común apretada, con las ramitas principales zigzagueantes y rastreras, de cuyos nudos salen unas hojitas filiformes semejantes a los tallos en grupos de dos, tres o más, de unos 2 cm de largo o algo menos, rasposas al tacto al igual que los troncos.
En un individuo al menos vi hojas basales espatuladas o con tendencia a adoptar esta forma, con el limbo muy ancho, casi redondo y emarginado, de 1-3 cm de anchura.
Son bastante abundantes al NO de Montaña Tenésara, sobre todo en una ladera arriscada que corre paralela a la línea de la costa entre el pequeño caserío veraniego de Playa Tenésara y la montaña del mismo nombre.
Las dimensiones de estas plantas no suelen pasar, a lo más, de unos 40 cm de extensión y poco más de 10 de altura, siendo por lo general más pequeñas.
Las inflorescencias, de 1 cm o poco más de largo, recuerdan por su forma a las de la ‘camellera’ (Heliotropium ramosissimum), es decir, como a manera de un cepillito ligeramente curvado. El color de las flores, muy pequeñitas, es violeta o morado las corolas y rosa pálido los cálices, y como aquéllas caen y éstos son persistentes, como suele ocurrir con las especies de este género.
En Tinajo, Paco Cabrera Perdomo, gran entendido en estas cuestiones, la llamó ‘culantrillo salvaje’, si bien acompañó la acción de decir el nombre con un gesto como dando a entender que no se parecía al culantrillo en nada.
En el risco que cae sobre el mar entre La Laja del Sol y Punta Jamú, al NO de Tinajo, hay varias colonias de esta curiosa matita, algunas bastante numerosas en individuos, y algún que otro ejemplar aislado. La más densa es con bastante diferencia la que está en Punta Jamú. Luego hay unas tres o cuatro más de algunas decenas de individuos, como la que está por encima de la célebre cueva de Ana Viciosa, otra que está por encima de El Caletón y una tercera un poco más al O. La mayor parte de estas plantas están, afortunadamente, en lugares difíciles de alcanzar. Entre ellas vi un par de ejemplares pequeñitos que tenían sólo un grupito de hojas basales completamente distintas a las de los especímenes normales ya desarrollados, pues mientras éstas son filiformes las de las plántulas eran redondas y escotadas en la base o lugar donde se inserta el pecíolo, del tamaño de 1 cm aproximadamente y coloración uniforme verde pálido y algo carnosas.

Limonium puberulum (plumbagináceas). Planta sufrútice, de 25 cm de extensión o más, y menos de alto si no se incluyen las inflorescencias, que sobresalen en lo alto de entre las apretadas hojas, en el extremo de escapos erectos de hasta otro tanto del alto de la masa foliar.
Raíz totalmente lignificada, exageradamente gruesa para el tamaño de la planta (hasta 2 cm), rugosa y de color canelo oscuro.
La planta suele quedar frecuentemente semienterrada, asomando sólo las hojas, muy juntas y en posición vertical, de modo que la parte inferior forma un amasijo con la tierra, hallándose secas muchas de estas hojas más bajas.
Son acorazonadas o redondeadas, con un pecíolo tan largo o más que el limbo, que puede pasar de los 4 cm de largo y bastante anchura. Su naturaleza o textura es algo coriácea, sus bordes enteros, y el color verde sucio, como si estuvieran algo ensalitradas, a cuya apariencia contribuye una especie de borra ligera que la recubre, detectable a la lupa. Los escapos florales son cilíndricos o ligeramente comprimidos, y de su parte superior salen a intervalos unos tallos secundarios mucho más cortos cuanto más arriba se hallan insertos, los cuales se subdividen a su vez en unos gajitos que soportan directamente a las flores, formando la reunión de estos elementos un vistoso conjunto debido al color azulado de los cálices persistentes, que adoptan la forma de unos embuditos de cinco piezas de 3 a 4 mm de diámetro en la boca, presentándose otras veces más cerrados a manera de cucuruchitos. De en medio de este singular cáliz surge la corola, más pequeñita aún, de color blanco, que suele caerse pronto, por lo cual ocurre que se encuentran pocas en la planta al contrario de los cálices, con su llamativo color azul-violeta, que duran mucho tiempo. Estos cálices están rodeados en su parte inferior tubular por unas brácteas envolventes, duras, de color rojizo-castaño.
Se les llama en la isla, al igual que a otras especies afines, ‘siemprevivas’.
Es otro valioso endemismo de Lanzarote.
Hay una gran colonia de estas plantas en la ladera empinada que está por encima de La Playa de la Cantería, a un par de kilómetros al O de Órzola, y también pueden verse algunos ejemplares en la terraza arcillosa inmediata al Mirador del Río y en algunos otros lugares del macizo norte de la isla.

Lobularia intermedia (crucíferas). Matita bastante ramificada, por lo general de ramas gruesas y leñosas en el inicio, que se adelgazan pronto y se vuelven tiernas.
Hojas lanceolado-alargadas de hasta 2-3 cm de longitud, aunque la mayoría son bastante más cortas, de color verde grisáceo, cubiertas de una pelusilla blanquecina, sentadas, enteras y dispuestas alternadamente de forma irregular.
Inflorescencias terminales redondeadas, precedidas por muchos frutitos discoidales esparcidos a lo largo del pedúnculo de la inflorescencia, con pedunculillos finos unas dos veces más largos que el fruto. Las flores son pequeñitas, de pétalos blancos redondeados y sépalos verdes abiertos. En el centro de la corola lucen los seis estambres con sus anteras amarillas, así como el pistilo. Las inflorescencias son numerosas y muy conspicuas, una al final de cada rama.
Es una matita bastante frecuente en los roquedales altos del N de la isla. Por Guinate la llaman ‘hierba blanca’ (entre ellos, Emilio el ‘risquero’) y en Los Valles, ‘mostacilla’. La he visto también al fondo de La Vega de San José (Teguise), por el flanco E.

Lobularia lybica (crucíferas). Plantita de unos 20 cm de extensión, con ramas radiales, abiertas y ascendentes en forma arqueada, con muy pocas y cortas ramas secundarias.
Hojas alternas, sentadas, enteras, lanceolado-obtusas, estrechas, pubescentes al igual que los tallos, de hasta 2 cm de longitud y color verde mate.
Inflorescencias terminales en grupos algo compactos de regular número de flores rodeadas de frutos. Las flores son diminutas, de pétalos blancos orbiculares y sépalos bien separados entre sí, de forma también redondeada, verdes como las hojas, y los estambres son verdosos con anteras amarillas.
Fruto comprimido, ovalado, de unos 4-5 mm de largo, terminado en un apículo, de color verde lustroso, que contiene unas cuatro semillitas esféricas. Una curiosidad de esta hierba es que los pétalos suelen acompañar al fruto conservando su color blanco en lugar de marchitarse y caer como suele ser lo normal.
Por San Bartolomé y Masdache (hacia el centro de la isla) y Máguez (en el norte), la llaman ‘mostacilla’.

Lotus arabicus (leguminosas). Hierbecilla rastrera, de no muchas ramas, que crece como aplastada contra el suelo, alcanzando por lo general un palmo más o menos de extensión.
Raíz relativamente gruesa, blanca y sencilla, con escasas raicillas laterales o secundarias.
Hojas trifoliadas con un par de estípulas redondeadas sentadas más pequeñas que los foliolos y de la misma naturaleza que éstos, que son obovado-oblongos, de hasta más de 1 cm de largo en ocasiones. Todos son de bordes enteros y color verde algo mate y están cubiertos, al igual que los tallos, de una vellosidad que se aprecia bien con lupa.
Las flores son pequeñitas (unos 5 mm), de color rosado la mayoría, algunas de un tono más intenso, como escarlata, y otras casi blancas. Se presentan en grupos de dos o tres sostenidas por un cabillo común corto que nace en las axilas foliares. El cáliz, relativamente grande, es de color verde claro, tubular, peloso y termina en puntas afiladas. El estandarte redondo, pero dividido en dos lóbulos por un surco central, las alas redondeadas y separadas, entre las cuales se ve la quilla arqueada hacia dentro y de color mucho más oscuro que el resto de la corola.
El fruto es una legumbre delgadita, de hasta más de 2 cm de largo, de color verde que toma a veces una coloración algo morada por el lado que queda expuesto al sol, y asoman entre las hojas como cuernecitos de color verde o rojizo, a veces oscuro, llenas de múltiples semillitas diminutas.
No es rara en la isla en llanuras secas y pedregosas. La he encontrado en flor en marzo.
Curioso y digno de mención es el caso que se da en una loma alargada, de unos 175 m de longitud y 12 de altura máxima, orientada de N a S, completamente cubierta de lapilli gris y no negro como el de la Montaña de los Miraderos, que se halla a no más de 100 m del flanco de naciente de la misma, en cuya parte alta crece en notable cantidad, sin que me fuera posible encontrarla en ningún otro lugar de esta zona eminentemente volcánica de formación reciente.
Según Paco Perdomo Rodríguez, de Tinajo, por allí la llaman ‘hierba mu(d)a salvaje o salada’.

Lotus lancerotensis (leguminosas). Hierba rastrera, de base leñosa o subleñosa y ramificación basal larga y bastante abundante. Aunque por lo general suele ser de pequeño tamaño, las he visto sin embargo a veces de casi un metro cuadrado de extensión, como fue el caso en El Risco de Famara con algunos ejemplares colgantes.
En estos individuos muy desarrollados el tamaño de la raíz resulta exagerado en comparación con la de los foliolos y de las flores por su grosor y largo, llegando a ser manifiestamente leñosa.
Los tallos son finos, cilíndricos, flexibles, hirtos, generalmente verdes, pero frecuentemente toman en sus partes más gruesas una tonalidad rojiza oscura por el lado más expuesto al sol.
Las hojas son trifoliadas, con un par de hojitas estipulares más pequeñas en la base, de diferente forma, pues mientras las tres primeras son espatulado-obovadas, éstas son acorazonado-triangulares y subsentadas. El borde, tanto de unas como de otras, es entero. La disposición de las hojas es alterna y su superficie, tomentosa. El tamaño de los foliolos es de 6 a 8 mm, siendo los pecíolos algo más cortos.
El color más normal en las flores es el amarillo, pero no es raro encontrarlas en el mismo pie de color anaranjado, y su largo, de unos 12 mm, de los cuales la mitad corresponde al cáliz, que es verde y tomentoso con dientes afilados. Están dispuestas las flores en grupitos apretados en el extremo de un pedúnculo axilar de 2-3 cm de largo o más, algo arqueado, igualmente tomentoso, en cuyo final hay tres hojitas más o menos aovadas debajo de las flores.
El fruto o legumbre es corto y delgado (de 1’5 a 2 cm de longitud), a veces muy constricto en los espacios interloculares, con una coloración que va del verde al púrpura, y contiene de dos a diez semillas, o incluso más, de tamaño minúsculo y forma esferoidal.
Es una de las hierbas más extendidas en la isla, alcanzando todas las cotas de altura, siendo además uno de los endemismos privativos de las Purpurarias (Lanzarote y Fuerteventura con los islotes).
Aquí se le llama indistintamente ‘corazoncillo’ o ‘hierba mu(d)a’.

Lycium intricatum (solanáceas). El popular espino crece en Lanzarote a todos los niveles, pues lo he visto junto a la costa y próximo a Las Peñas del Chache, el lugar más alto de la isla.
En Alegranza, donde eran bastante abundantes, cuando secos, era la leña preferida entre todas las hornijas de la isla para caldear los hornos, y cuando niño recuerdo que comíamos sus frutitos, de forma oblonga y color de un rojo intenso a veces, que tenían un sabor dulzoncillo.

Lycopersicon esculentum (solanáceas). Es el bien conocido tomatero común. En este caso se trata de individuos totalmente asilvestrados, varios ejemplares de los cuales vi el 26-2-1984, muy degradados, con los frutos pequeñitos, si bien aún verdes, junto a una casa solitaria en ruinas en El Cercado de Mariano, en Punta Mujeres.

Macrobia tortuosa (crasuláceas). Plantita viscosa, muy pequeña, de escasos centímetros de extensión, de base subleñosa, o más bien rígida, y resto de la planta tierno y suculento. Suele vivir en pequeñas colonias compactas o agrupadas, confundidos entre sí los distintos individuos que las forman.
La raíz es algo larga y se introduce por los intersticios de las paredes rocosas o terrenos empinados orientados al N, en que suele crecer.
No existe un tallo principal; la planta suele ramificarse desde el mismo suelo en tres o cuatro ramas principales o primarias, y éstas cada una a su vez en otras tantas secundarias, todas ellas irregulares o algo embrolladas cargadas de hojas, en cuyos extremos se hallan los grupos de flores.
Las hojitas son globosas algo aplastadas, provistas de mechoncitos lanosos, llenas de jugo, de color verdoso o rojizo, alternas, muy juntas unas a otras, de manera que a primera vista la plantita parece un cúmulo de hojuelas regordetas apeñuscadas.
Las flores están dispuestas en grupos terminales que pueden contener entre cuatro y más de quince unidades. Son estrelladas, de siete a nueve pétalos amarillos de unos 5 mm de longitud cada uno, siendo lo más corriente que tenga ocho pétalos. En el centro de la flor resalta una pequeña protuberancia de forma cónico-redondeada, igualmente amarilla. El cáliz tiene el mismo número de piezas que la corola, de color grisáceo muy pálido, estrechas y afiladas, el pedúnculo florífero es rojizo y los estambres son numerosos.
Crece en muchos lugares de la isla de condiciones ambientales adecuadas, como, por ejemplo, en el macizo de Famara. Es también abundante en la parte alta de la ladera N de Montaña Blanca (Tías). Muy curiosa resulta la colonia que existe en La Caldera de la Rilla, volcán con profundo cráter perdido en la turbulenta zona volcánica producto de la erupción del siglo XVIII, que está a unos 4 Km al SSO del caserío de Tinguatón (Tinajo). En sus laderas exteriores del lado N, recubiertas de abundante lapilli negro y trozos de escoria de esos años, igualmente negros, crece como un milagro esta hierbecilla de hojas regordetas henchidas de jugo, al socaire de los referidos trozos de escoria que emergen del lapilli ofreciéndoles alguna sombra. Causa asombro ver allí a esta plantita, propia de las partes elevadas más húmedas y frescas del N de la isla, exhibiendo sus conspicuas florecillas áureas en un lugar de aspecto tan calcinado de aquel caos volcánico.
En julio de 1980 las vi por Gayo, La Quemada de Máguez y La Montaña de los Helechos en bastante número, muchas de ellas en flor. En noviembre de ese mismo año vi algunas en lo alto de la pared rocosa que corre a lo largo de la parte superior del flanco S del Barranco de la Horca, al N de Teguise, con algunos ejemplares entre ellas en flor.
Al igual que me ocurrió con su existencia en La Caldera de la Rilla, me resultó sorprendente encontrarla en una colada de grandes costrones de lava cordada del siglo XVIII que se extiende a algo menos de 1 Km al S del volcán llamado La Montaña de las Nueces, de esta misma época, que se alza a unos 3 Km al O de Masdache. La presencia allí de aquella colonia, bastante importante, resultaba de lo más insólito, no pudiendo además explicarme por qué crecían precisamente en aquella área tan concreta y delimitada, habida cuenta de que las condiciones ecológicas continuaban siendo exactamente las mismas en una gran extensión de terreno a todo su alrededor.
Marrubium vulgare (labiadas). Mata leñosa o subleñosa de hasta un metro de expansión, de ramas radiales muy simétricas, inclinadas o levantadas, bien sea casi rectas o arqueadas hacia arriba, de color blanco, cubiertas de un forro lanoso espeso. De estas ramas primarias parten otras ramitas cortas opuestas, de hojas igualmente opuestas, ramitas secundarias que nacen hasta una cierta porción del tallo. Luego hay a continuación sólo pares de hojas opuestas decusadas, y al final, en un tramo bastante largo, está la porción de tallo florífero. Las hojas, acorazonadas y muy anchas, de un par de centímetros al menos, tienen un pecíolo corto, son dentadas, muy arrugadas, de color verde-grisáceo muy claro, y tomentosas. Las flores, cuando vi estas plantas por la zona de Gayo, por encima de Máguez, el 2-7-1981, ya no existían. Sólo quedaban las formaciones globosas típicas de la planta en este estadio de su vida compuestas por cálices secos con sus característicos picos recurvados en lugar de sépalos.
Frotando las hojas entre los dedos se le puede apreciar bien su olor característico.
Varias personas de la isla me han confirmado el nombre de marrubio general al español, y me han cantado sus propiedades medicinales.

Matthiola fruticulosa (crucíferas). Hierba de no mucho desarrollo, de tronco duro y ramas abiertas con hojas lineares largas, verde pálidas y flores lilas muy vistosas. Los frutos (silicuas) son cilíndricos alargados terminados en punta ensanchada.
La he visto en diferentes partes de la isla. Por Teseguite le dan el nombre de ‘flor de cabrito’ y por Tías el de ‘romerillo’.

Matthiola incana (crucíferas). Puede rebasar los 40 cm de altura incluyendo la inflorescencia, que por sí sola supone la mitad o más de la planta. La base está totalmente lignificada y la ramificación es escasa.
Las hojas, son subsentadas y oblanceoladas, con la parte anterior o ápice redondeado o cuando menos poco aguzado, de hasta 10 0 12 cm de largo por 2’5 a 3 de anchura, sin pilosidad, pero con algo de borra muy superficial que la hace ligeramente áspera al tacto y le da un color verde algo mate. Se ven opuestas en ocasiones, pero no siempre pude apreciar esta disposición con claridad a pesar de que la separación entre unas y otras es bastante apreciable.
También los tallos presentan una superficie parecida a la de las hojas. En cuanto a las inflorescencias o agrupaciones de flores, de las que suele tener sólo una, dos o a veces tres en un mismo pie o mata, son terminales, alargadas y erectas, racimosas, con las flores situadas en lo alto, algo agrupadas, y silicuas en el resto bastante separadas entre sí.
Las flores son relativamente grandes, de hasta 3 cm las mayores, con los limbos de los pétalos suborbiculares y el ápice ligeramente emarginado, siendo la uña delgada y un poco más corta que el limbo, tomando un color verde claro ligeramente amarilloso. Los cuatro sépalos son largos y delgados, pero como están juntos forman un tubo delgado de unos 12 a 13 mm de longitud, con la base algo engrosada, mientras que el pedúnculo que lo une al eje de la inflorescencia es más corto. El color del cáliz es verde, pero con la abultada base teñida de rosa, así como los bordes de los sépalos. Las flores desprenden un agradable y suave aroma bastante perceptible.
Los frutos o silicuas, del mismo color que las hojas, son largos y delgados, de hasta 8 cm algunas y sólo unos 4 mm en su parte más gruesa, y terminan en punta con dos salientes laterales parecidos a la propia punta. Las semillas, de las que puede haber más de veinte en una silicua, son lenticulares, aplastadas, ligeramente oblongas.
El ejemplar que describo es uno de los cuatro o cinco próximos entre sí que encontré en flor el 30-3-1985 en un barranco muy pendiente que sube por El Risco de Famara por espacio de una media docena de metros solamente antes de llegar a la casa empotrada en la roca que tiene que ver con las galerías del agua que están al pie de Montaña Aganá, a mitad aproximadamente del risco que constituye su flanco O, poco antes del comienzo de La Playa del Guincho.

Medicago litoralis (leguminosas). Planta herbácea rastrera de ramas muy largas y delgadas, de hasta 0’5 m o más, aunque poco ramificada. Los tallos algo esquinados al tacto, ligeramente hirtos, de color verde, frecuentemente teñidos de rojizo.
Hojas trifoliadas alternas, muy espaciadas, sostenidas por pecíolos de 1-2 cm y peciólulos más cortitos, especialmente los foliolos laterales. Limbos emarginados, con los ángulos o esquinas laterales romos, obovados o casi circulares. Su tamaño, 1 cm el anterior más grande. Las hojas tienen un par de estípulas puntiagudas con bordes profundamente laciniados.
Inflorescencias en pequeños racimos compactos, es decir, sentadas, en número de 2-5 flores de algo más de 0’5 cm de longitud. El cáliz, ligeramente irregular, tiene los cinco sépalos puntiagudos, ocupando aproximadamente la mitad del largo del cáliz las puntas, que es verde, mientras que la corola es amarilla.
Frutos, cuando verdes, una legumbre arrollada sobre sí misma adoptando forma cilíndrica o troncocónica ancha, generalmente con cuatro vueltas, armados todo a lo largo del borde exterior de dos hileras de picos punzantes cuando secos. Sus dimensiones, de 4 a 5 mm de ancho por otro tanto de altura. Las semillas, unas judiítas o granitos reniformes diminutos de color verde.
He visto esta planta en el mes de marzo con flor y fruto verde en La Maleza de Tahíche, en La Vega de Yágamo y al E o NE de Las Peñas del Chache.
Por Haría y por Tinajo la llaman ‘trébol pelotilla’.

Melilotus sulcatus (leguminosas). Planta herbácea pequeña (20-30 cm de altura), suberecta, poco ramificada. El tronco, nunca largo, puede ser sencillo o subdividirse casi desde el suelo, de sección prismática con las esquinas marcadas con líneas de color más o menos rojizo claro y sin pelos. Un detalle característico del tronco es que frecuentemente –no siempre– se forma en el punto de arranque de las ramas primarias un abultamiento bastante grande, de color verde o rojizo, formado por la superposición de unas formaciones escuamiformes terminadas en punta ya sea aguda o redondeada, abultamiento que da a la planta un aspecto singular.
Las hojas son alternas, trifoliadas, sostenidas por un pecíolo de 1 cm de largo, los foliolos laterales subsésiles y el apical con un pedicelo corto. Bordes con dentículos espaciados y pequeños terminados en una espinita o puntita sólo discernible con lupa. La forma más común de los foliolos es la lanceolada, pero no son raros los oblongo-obovados o casi obovados, siendo el del ápice generalmente más ancho que los laterales. En el extremo se destaca un acumen pequeñito. Son lampiños o casi lampiños. Estos foliolos resultan grandes en proporción a las dimensiones de la planta, ya que pueden alcanzar los 2’5 cm de largo. Las estípulas son pequeñitas y membranosas, acabadas en una punta fina.
Las flores son amarillas, pero tan pequeñitas que no se aprecia a simple vista su forma amariposada, formando agrupaciones espiciformes axilares, situadas en las partes altas de la planta, con un eje floral de 2 a 4 cm de longitud, del cual el tercio o mitad inferior está desnudo. Las flores se encuentran en número bastante grande (20 o más), con pedicelos cortitos encorvados de tal forma que las flores miran hacia abajo. Al secarse la flor se torna blanca antes de caer.
El fruto es esferoidal, algo comprimido lateralmente, de unos 3 mm, color verde, con la superficie cubierta de una especie de surcos paralelos o concéntricos, frecuenemente con una hebrita sinuosa en el ápice, quedando también como colgando.
Encontré esta planta en Manguia (Los Valles) en el mes de abril en flor y fruto, y en Tinasoria, cerca de la caldera de este volcán, en el mismo mes, también con flor y fruto.
La he visto además al E de la ermita de Las Nieves, aunque más extendida y sin abultamiento en el tronco.
Por el pueblo de Los Valles la llaman ‘trébol reventón’.

Mesembryanthemum crystallinum (aizoáceas). Muy extendida en la isla. Inconfundible por la gran jugosidad y gordura de sus hojas y tallos y la serie de papilas acuosas semejantes a gotitas de rocío de que está recubierta.
Es hierba tendida o postrada, de hojas grandes, carnosas y acorazonadas o espatuladas, flores axilares solitarias o agrupadas, con muchas piezas florales blanquecinas, estrechas y alargadas y fruto globoso.
El 18-7-1980 vi unos ejemplares excepcionalmente grandes, de hasta 2 m de extensión en redondo, en La Santa, en unos parterres cubiertos de lapilli semiabandonados.
El 20-6-1981 vi algunos ejemplares en lo alto de Montaña Aganá, Haría, si bien de pequeño tamaño. Crece, pues, a todos los niveles de la isla, si bien es más común a niveles bajos.
Según testimonio recabado de gente anciana de Tías, a comienzos del siglo pasado se usaba la ‘barrilla’ (que así se le llama en la isla) para lavar la ropa. Me han contado que muchas mujeres la lavaban a la orilla del mar, en el lugar llamado La Pila de la Barrilla, en La Tiñosa. Para ello ponían la ropa a remojar en un charco adecuado y luego de restregarla con las jugosas hojas de la planta la frotaban sobre una superficie rocosa lisa, enjuagándola finalmente en agua limpia. Las manos, cuando las tenían ‘lambusadas’ (sucias de grasa o materia parecida), también se las limpiaban directamente restregándoselas con barrilla.
Ha sido la planta barrillera por excelencia de Canarias. También, al igual que ocurrió con su congénere el ‘cosco’ (M. nodiflorum), se llegó a hacer ‘gofio’ con la semilla de esta planta, al menos, por lo que tengo oído, en San Bartolomé.

Mesembryanthemum nodiflorum (aizoáceas). Es muy común en la isla. La he visto creciendo desde las más bajas cotas hasta los 500 m de altura por lo menos, en la cima de Montaña Aganá de Haría.
Al igual que comenté sobre la ‘barrilla’, había también ejemplares excepcionalmente grandes en los parterres cubiertos de picón negro semiabandonados de la urbanización turística de La Santa (Tinajo), que se extendían en forma circular en un diámetro de más de 1 m algunos de ellos.
Gozó de gran aprecio como productora de sosa en el pasado, lo mismo que la barrilla, y se usó también para hacer ‘gofio’ (harina de granos tostados y molidos) con sus semillas, como parece ser que hacían particularmente los ‘majoreros’ o habitantes prehispánicos de Fuerteventura. Yo mismo llegué a probarlo siendo niño cuando mi abuela materna nos mandó a Alegranza, como golosina especial, una cierta cantidad desde La Oliva. Recuerdo que no sabía mal, que era algo salobre y tenía aspecto de chocolate molido.
Para extraer las semillas de la planta había que ponerla a remojo, después de seca, en los ‘lavaderos’, unos charcos apropiados de fondos lisos a la orilla del mar, palabra ésta que aún se conserva en algunos lugares de la costa de la isla formando parte de sendos topónimos, como ocurre a unos cientos de metros a poniente del caserío de La Santa, en cuyas inmediaciones crece la planta en abundancia.
Según Paco Perdomo Rodríguez, que hizo de pastor muchos años en su pueblo natal Tinajo, el cosco seco es muy buen pasto para las cabras cuando escasea la hierba fresca, sobre todo cuando queda lavado por la lluvia.
Su nombre popular en Lanzarote es ‘cosco’, tenido como de origen guanche.

Micromeria varia (labiadas). Matita leñosa, de ramificación bastante densa, más extendida que alta, de hojitas pequeñas (0’5 cm más o menos), sentadas, lanceoladas, de bordes revolutos por lo que me parece, alternas, pero muy juntas y dispuestas de tal forma que suelen formar cuatro filas a lo largo de las cortas y rectas ramitas, de color verde pálido por lo general, a veces más oscuro.
Encontré varios ejemplares en flor el 12-3-1983 en la ladera de Lomo Guantesive que mira hacia el pueblo de Los Valles, junto al cual se encuentra. Son minúsculas, de color rosado o malva. Con la lupa se le ven los tres lóbulos inferiores redondeados y el superior partido en dos.
El 18-3-1983 había bastantes ejemplares en El Barranco de la Poceta, al final de el Rincón de la Paja, casi todos en flor.
A juzgar por sus características y olor parecido al del tomillo (no muy pronunciado) creo que se trate de esta especie.
Según Emilio, el ‘risquero’ de Guinate, por allí la llaman ‘tomillo salvaje’.

Misopates orontium (escrofulariáceas). Hierba erecta, de 20 a 30 cm de altura y ramas verticales o algo abiertas poco numerosas.
Hojas opuestas, linear-lanceoladas, sentadas, enteras, de hasta 3 a 4 cm de longitud. En las axilas suele crecer un manojito de hojas pequeñito.
Las inflorescencias son muy largas, incluso más que el resto de la planta, en espiga, con las flores o frutos espaciados, sentados, acompañados de una bráctea casi igual a las hojas normales, tanto en forma como en color, resultando que flor o fruto ocupan la axila de dicha bráctea.
La flor es la típica personada del género, de color blancuzco sucio con unas nítidas estrías púrpuras en ambos labios, de 1 cm de largo. Posiblemente lo más llamativo de esta hierba sea el cáliz, dialisépalo, cuyos delgados y largos sépalos igualan o incluso rebasan la corola o el fruto, ya que son persistentes.
El fruto como la flor es sentado, en forma de odre, del mismo color verde que el resto de la planta, dotado de pelos ralos suaves y largos. En el resto de la planta son algo más cortos. En el ápice tiene el fruto una especie de rabillo o filamento de varios milímetros de longitud, y en el interior presenta un núcleo verde duro rodeado de unas diminutas semillitas blancas.
Por el norte de la isla al menos la llaman ‘monterillo’ por el parecido que le encuentran al fruto, según me han dicho, con la antigua ‘montera o tocado de los pastores.

Nicotiana glauca (solanáceas). Según información recogida en Los Valles, los ‘gajos’, o sea las ramas de estos arbolitos, se usaban tiempo atrás como ‘tapume’, nombre que se daba en la isla a los tallos o ramas que iban de viga en viga para cubrir los techos.
Crece a todos los niveles en Lanzarote, desde la costa a la cumbre.
Aquí se le dan diferentes nombres, siendo el más común el de ‘bobo’, pero también se le llama ‘leñero’, por haber servido en el pasado para estos menesteres, y ‘venenero’, seguramente por su toxicidad.
Existe la opinión extendida de que las semillas que dieron lugar a su introducción en Canarias fueron traídas de la Argentina mezcladas con las de su próxima pariente el tabaco, y que de ahí surgiría lo de ‘bobo’, que en un principio sería ‘tabaco bobo’, de carácter despectivo, por su inutilidad para ser fumada.
En Fuerteventura la llaman ‘’mimo’. Sobre el particular nos cuenta la impenitente viajera Olivia M. Stone en su conocida obra Tenerife and its six satellites escrita con datos recogidos durante su estancia en las islas en 1884, lo que a continuación traduzco:
Lo más notable de la calle principal de Puerto Cabras es la abundancia con que crece en ella un arbolillo del género del ‘Tabaco’, la Nicotiana glauca. Entre los guijarros con que está empedrada la calle, así como a la sombra de la pared, crecía formando un bosquecillo. Se intentó cortarlo a ras del tronco o arrancarlo de cuajo, pero todo resultó inútil, así que se terminó por dejarlo crecer a placer.
Ningún otro vegetal de la clase que sea aparte de este próximo pariente del tabaco común da vida a la tórrida monotonía de la calle principal de Puerto de Cabras. Hasta los años 1867-69 –obtuve el dato cuidadosamente– el arbolito era desconocido en la isla. Entonces, de repente y casi simultaneamente, apareció por todas partes. Al trasladarse un campesino de un pueblo a otro de la isla lo encontraba creciendo a lo largo del camino que seguía. Los vecinos del pueblo al que llegaba le preguntaban si había visto al mismo arbolillo creciendo en su pueblo y él, invariablemente, respondía, “Sí, el ‘mismo’. Y así ocurrió que la singularidad de la planta y lo inexplicable de su llegada a Fuerteventura, donde no se ven árboles sino apenas alguna planta de no más de unas pocas pulgadas de altura, salvo alrededor de las casas en que se dispone de agua, despertó vivamente la curiosidad de los isleños. Todos habían visto el ‘mismo’ arbolillo en alguna otra parte de la isla, y de ahí surgió en poco tiempo su apelativo presente de ‘mismo’.
Así explica la señora Stone el nombre de ‘mimo’ que, como he dicho, se le da a la planta en aquella isla. Pero ya el lector habrá advertido que el tal nombre se supone pronunciado falto del sonido de la /s/, que en Canarias, como es sabido, apenas se pronuncia, y así lo interpretaría la autora inglesa.
Otros datos continúa dando la escritora, que pudieran resultar de interés para trazar el pasado de la planta antes de ser introducida en nuestro archipiélago:
Son estos: Es originaria de Buenos Aires (me imagino que habría que decir, de La Argentina), pero crece también en la vecina costa de África. En su tierra de origen alcanza los 9 o 10 pies de altura. Aquí (o sea en Fuerteventura) el tronco queda reducido a sólo dos o tres pies. No obstante se ha adaptado bien a Fuerteventura y crece y se extiende rapidamente. Cuanto más duro y pedregoso es el terreno, mejor parece medrar.
No digo que no sea cierto que la señora Stone los viera entonces tan pequeños, pero en la actualidad, en Lanzarote al menos se ven, en lugares favorables a su crecimiento, de hasta más de 5 m de altura.
Tiene, por cierto, dos fases de desarrollo bien diferenciadas, una primera en que el tallo, erecto, es verde y tierno y las hojas muy grandes, tanto como las del tabaco a veces, y una segunda en que se lignifica y las hojas quedan reducidas notablemente de tamaño, a unos cuantos centímetros cuando más.
En cuanto al nombre ‘bobo’ respecta me van a permitir que entre bromas y veras lo considere totalmente inapropiado, pues si en una planta se pudiera aplicar el concepto de ‘inteligencia’ ésta ocuparía sin duda alguna, dada la capacidad vital de que hace gala, un lugar de honor en ese sentido. Veamos: Crece, además de en cualquier descampado o terreno inhóspito, en sitios aparentemente inalcanzables por una semilla arrastrada por el viento por diminuta que sea, como, por ejemplo, las azoteas de las casas, aprovechando en ellas el agujerillo o resquicio más insignificante para echar las raíces. Una vez vi un ejemplar pequeñito, eso sí, colgando debajo del arco de un puente sobre el cual pasaba una carretera, en la parte más alta del mismo, en una posición verdaderamente difícil de alcanzar. Llueva o no llueva, siempre, a lo largo de todo el año, tiene hojas verdes, flores y frutos; y para colmo, debido a la toxicidad que posee queda a salvo de ser comido por cualquier animal que lo intente.
En un tiempo se desató en Lanzarote una soterrada campaña contra el ‘bobo’ por considerarlo dañoso como elemento florístico. Afortunadamente la cosa no pasó de una intentona frustrada. ¿Cómo es posible que se pretenda eliminar en Lanzarote un vegetal, al menos en lugares en que no resulta perjudicial para ninguna otra planta, que sólo con su presencia presta una alegre nota de verdor a una isla tan seca, negada por ello de una vegetación más abundante?
Por otra parte, según testimonio de gente de edad de San Bartolomé, las hojas machacadas de esa planta mezcladas con aceite, se llegaron a usar para hacer reventar las ‘bichocas’ (diviesos o forúnculos) aplicándoles la mezcla como tópico.
La introducción de esta planta se produjo en nuestra isla, según el geólogo español E. Hernández-Pacheco, a comienzos de la segunda mitad del siglo XIX. Así lo dice en su obra de 1907 (en la que, por cierto, ya la llama ‘bobo’), Por los campos de lava, con las siguientes palabras: “La Nicotiana, que allí llaman ‘bobos’, llegó a la isla hace menos de cuarenta años y, escapándose prosperó por doquiera, arraigando entre las lavas donde otra planta no consigue vegetar. Es un caso de invasión de un terreno por una planta extraña que aquí resultó beneficioso, pues de ‘bobos’ es la mayor parte de la leña que se consume en Lanzarote.

Notocera bicorne (crucíferas). Hierba más bien pequeña, de ramas rectas radiales tendidas sobre el suelo, o para ser más exactos, tallos floríferos cargados de unas pequeñas silicuas que le dan un cierto aspecto de espiga de cereal desprovista de las correspondientes hebras o filamentos terminales (aristas), silicuas que terminan en dos apéndices a modo de cuernecillos, de donde imagino que le provendrá el nombre específico.
Las flores son amarillas, pero tan diminutas que no se advierten si no se observa la planta desde muy cerca.
Es hierba muy rígida y poco jugosa, de un color general verde mate con zonas a veces de un tinte morado.
Las hojas son oblanceoladas, algo vellosas y de un largo de más de 3 cm a veces.
Por Tías, y creo que en toda la isla, la llaman ‘pata gallina’. La vi en flor el 18-4-1981 a un par de kilómetros al E del caserío de La Tiñosa, en las inmediaciones de La Peña del Dise. Felipe, un veterano pastor de Tías, me dijo que le daban ese nombre por su parecido con la pata de esta ave.

Odontospermum intermedium (compuestas). Mata de hasta más de 05 m de extensión y casi otro tanto de altura, de ramas leñosas más o menos erectas y foliación densa. Hojas grandes, de hasta 5 cm de largo, oblanceoladas, tapizadas de una suave vellosidad aterciopelada muy agradable al tacto, que les da una coloración verde-grisácea. Los capítulos son grandes, de lígulas exteriores amarillas y botón central de apretados flósculos más oscuro.
Es una de las plantas silvestres de olor más penetrante de la isla, el cual se concentra principalmente en las hojas, olor que si en un principio puede resultar agradable, si se continúa captándolo se hace molesto.
Es exclusiva de Lanzarote, donde abunda sobre todo en la zona norte de la isla, pero no es raro encontrarla también en otras partes de su territorio. Me sorprendió ver una vez que las cabras la comían, pues pensaba que su fuerte olor la haría poco apetitosa para estos animales.
Su nombre popular en la isla es ‘tojia’, de clara apariencia guanche. Dicen los campesinos que si se huele mucho puede producir hemorragias nasales, y que poniendo unas ramas donde hay pulgas las ahuyenta.

Olea europaea (oleáceas). Encontré un ejemplar pequeño, de algo más de 1 m de extensión, tendido sobre el punto culminante de la montaña de La Corona, el 12-12-1981.
Se trata del arbusto del que los aborígenes obtenían sus famosos ‘teseses’ (¿o ‘tesegues’?) o lanzas o garrotes para la lucha, las pértigas que usaban para facilitar sus faenas de pastoreo o para otros diversos usos, que antaño debieron ser muy abundantes, pero que hoy apenas queda algún ejemplar escondido en lugares recónditos.

Ononis hebecarpa (leguminosas). Hierbecilla de unos 10 cm de extensión por 5 de altura, de ramificación bastante densa y coloración verde más bien oscura.
Tiene un tronco central principal, poco visible e irregular, del que salen unas ramas de proyección horizontal más o menos rectas o un poco tortuosas, cubiertas de una vellosidad bastante densa al igual que las hojas.
Éstas se hallan insertas alternadamente y son trifoliadas, con el pecíolo tan largo como el foliolo apical, que tiene por lo general menos de 1 cm de largo, siendo los otros dos sentados y situados a mitad de distancia del antedicho pecíolo y algo menores en tamaño. La forma de los foliolos es obovada y los bordes están dotados de dientes regulares bien señalados, en cada uno de los cuales termina un nervio, lo cual, sin embargo, no es fácil de apreciar sin el auxilio de una lupa.
Flores terminales axilares, en grupos de sólo dos, dispuestas al final de un pecíolo común casi tan largo como la propia flor, de menos de 1 cm, que luego se bifurca en sendos peciólulos entre los cuales, en el ángulo axilar, crece una especie de hojita o bráctea afilada muy pequeña. Cáliz de sépalos delgados y alargados del mismo color verde general de la planta y corola de un limpio e intenso color amarillo, con estandarte casi redondo y quilla arqueada.
El fruto, como su nombre específico indica, es velloso.
Es planta viscosa como su congénere O. natrix, por cuya razón suele presentar aspecto sucio por las partículas que se le adhieren arrastradas por el viento. Despide un olor no desagradable, bien perceptible.
La he visto en no escasa cantidad en los bordes de la plataforma elevada en que termina el Morro del Majo, por encima de Punta Fariones, en donde se hallaban en flor, pero sin fruto, el 3-3-1984. También crece en los arenales que se extienden al N del pueblo de Soo y O de La caleta de Famara, en cuyo primer pueblo la llaman ‘taboire’, añadiéndole el complemento de ‘amarillo’ para diferenciarlo de su congénere O. laxiflora, que es de flor blanca, a la cual se le da el mismo nombre complementado con este otro adjetivo.

Ononis laxiflora (leguminosas). Hierba levantada, de hasta 25 o más cm de altura, de no muchas ramas, tallos cilíndricos delgados, algo duros, de color verde o castaño, especialmente el tronco principal.
Hojas alternas, trifoliadas, bastante separadas unas de otras, con foliolos de ovoideos a lanceolados, de bordes regularmente dentados. La disposición de los foliolos es el principal o apical en el extremo de un cabillo fino tan largo o a veces más que el propio foliolo (1 cm o más) y los otros dos sentados a mitad de distancia del cabillo, algo más pequeños y estrechos que el primero.
La planta está cubierta de pelos apreciables con lupa, y su color es verde, a veces acastañado. Tiene estípulas bastante grandes, de naturaleza análoga a las láminas foliares y con parecidos dientes. En cada axila suele brotar una ramita de disposición confusa.
Las flores están en grupos irregulares terminales de unas cuatro a siete unidades cada uno, también axilares. El pedúnculo que las sostiene es corto; el largo de la flor, 1 cm; cáliz de puntas agudas; estandarte, grande, redondeado, y el color blanco rosado o lila con estrías finas más oscuras.
Frutos cortos, cilíndricos y pilosos con una arista al final.
Es la planta llamada en la isla ‘taboire’, o para mayor precisión con objeto de distinguirla de la otra de flor amarilla, ‘taboire blanco’.
Las hay en Las Peñas de Bonilla, donde las vi en flor en marzo de 1983.
El dibujo del cuaderno Naturalia hispánica nº 15 la representa muy bien. Si acaso los ejemplares que vi en el lugar indicado tienen los dientes de los foliolos más marcados.

Ononis natrix (leguminosas). Mata leñosa de hasta más de 0’5 m de altura y otro tanto de diámetro en individuos bien desarrollados, de ramaje irregularmente distribuido. Como excepción a esta regla encontré en Caldera Gaida un buen número de ejemplares de forma en casquete esférico muy regular y de gran tamaño.
El tallo es corto, tortuoso, rugoso y ramificado con ramas duras, leñosas que se adelgazan rapidamente subdividiéndose en muchas ramitas hasta los finales cortos más tiernos, que son los que soportan las hojitas.
Éstas están dispuestas en forma alterna, y son trifoliadas, muy seguidas unas de otras, dotadas de unas estípulas membranosas terminadas en dos puntas que rodean al tallo, quedando éste como forrado por ellas. El foliolo central está sostenido por un peciolito muy corto, y los laterales se fijan directamente a él. Los foliolos son oblanceolados o lanceolados, de unos 5 mm de largo el central y ligeramente más pequeños los laterales, toscamente aserrados en su borde anterior, y son muy poco vellosos. Al comprimirlos entre los dedos se aprecia perfectamente su pegajosidad.
La flor es relativamente grande, de hasta 1’5 cm, con el estandarte amplio y redondeado, de color amarillo como el resto de la corola, pero con unas estrías finas morado-rojizas en el dorso, divergentes hacia arriba. Son solitarias, una en cada axila foliar, en el extremo de un cabillo de un par de centímetros de largo, fino y algo rígido, velloso, ligeramente morado, que se bifurca en dos peciólulos de unos 3 mm, algo engrosados. Lo curioso es que sólo uno de ellos tiene flor, quedando el otro como truncado sin flor alguna. El cáliz es verde, pubescente, con los cinco sépalos largos y afilados.
El fruto recuerda por su forma al de un guisante en miniatura, de 1-2 cm de largo, y contiene de 4 a 7 semillas por lo general.
Una característica peculiar de esta planta es que al caer el fruto el pedúnculo persiste rígido y seco, dando a la planta el aspecto de estar armada de espinas dirigidas hacia arriba en número bastante apreciable.
Esta mata crece en muchos lugares de la isla, especialmente en terrenos arenosos del interior, como es el caso de los llanos que se extienden al E de Tinajo, y se le ven flores durante casi todo el año.
En Lanzarote se le llama ‘co(d)eso’.

Opuntia dillenii (cactácea). Es la popular ‘tunera india’, que con este nombre se la conoce en toda la isla, donde crece en muchos lugares en estado silvestre.
Es en general, de menor corpulencia y menor tamaño en hojas (cladodios) y frutos que la tunera común de la cochinilla, siendo, sin embargo, mucho mayores y recias las espinas de que dispone.
El fruto, además de en el tamaño, se diferencia también en el color, tanto exterior como interiormente, al principio verde, pero que luego al madurar se torna púrpura intenso.
Es comestible, de sabor acidulado, con fama de ser beneficioso para el hígado y otros órganos. Al consumirlo hay que tener en cuenta que se orina de un color rojizo bien apreciable.

Orobanche ramosa (orobancáceas). Planta de forma anómala, erecta y estrecha, de unos 20 a 30 cm de altura, cargada de flores y densamente pubescente.
Raíz enmarañada y corta por lo que puede verse al arrancarla, pero siendo planta que parasita sobre las raíces de otras, deben extenderse a veces bastante. En el caso del espécimen estudiado la planta más próxima era una ‘ahulaga’ (Launaea arborescens) a casi un metro de distancia.
El tronco o tallo principal es vertical, algo sinuoso, carnoso, pero rígido. El color entre amarilloso sucio y violáceo claro. En su parte inferior, la que está medio enterrada, se engruesa hasta más del doble de su grosor normal exterior y toma un color amarilloso algo más claro.
Es planta poco ramificada, con ramas simples erectas acabadas en inflorescencias espiciformes. Las hojitas son minúsculas, como atrofiadas, triangulares, de color castaño, con aspecto de estar medio secas, como si estuvieran chamuscadas, y están dispuestas de forma irregular a lo largo del tallo, pareciendo a veces alternas y otras opuestas.
La flor es el elemento más conspicuo de la planta, tanto por su profusión como por su tamaño, pues pueden alcanzar hasta 2’5 cm de longitud incluyendo el cáliz, que es voluminoso y pentámero y de dientes puntiagudos. Tanto el cáliz como la corola (al igual que el resto de la planta) es pubescente. La forma de la corola es cónico-arqueada con los lóbulos recurvados, de color entre amarillento y violeta pálido por zonas, o con ambas tonalidades entremezcladas. Los estambres son cuatro. El ovario parece un huevo pequeñito algo alargado.
La he visto por La Playa de Famara y en el Valle de Manguia, donde era relativamene abundante.

Oxalis pes-caprae (oxalidáceas). Su raíz es parecida a la del rábano, aunque más delgada y de color muy blanco, con algunos pequeños tubérculos del mismo color adheridos. Las hojas son trifoliadas y cada uno de los foliolos adoptan una curiosa forma al plegarse que trae a la memoria la pezuña de una cabra, de donde pienso que debe provenirle el nombre específico. Los demás caracteres concuerdan en general con los descritos en mis libros de botánica, salvo quizás que el número de flores de cada inflorescencia es sólo de tres o cuatro unidades y, sobre todo, en un detalle que me llena de perplejidad: los pétalos no siempre son cinco dispuestos radialmente como se dice en los libros, sino que frecuentemente son múltiples, hasta veinte o más, apeñuscados y algo arrugados, unos sobre otros, presentando además una coloración rojo-herrumbrosa sobre el amarillo normal.
La he encontrado en el norte de la isla, en La Geria y en otros lugares. El día 24-5-1981 vi un grupo esparcido de estas plantas al pie del montículo en cuya cima está el caserón de los Díaz, en Testeina, haciéndose muy ostensibles desde la carretera sus grandes y bellas flores de color amarillo en la parte anterior de los pétalos y naranja el resto.
Los campesinos la llaman, tanto por el norte como por el centro de la isla, ‘hierba muela’.

Papaver rhoeas (papaveráceas). En Guinate recogí algunos ejemplares, de algo menos de un palmo de altura hasta la flor, que deben ser de esta especie a juzgar por los dibujos de mis libros, tanto por las hojas no tan recortadas como en la Papaver dubium, como por la forma del fruto, pese a que esta especie no la he encontrado hasta ahora (escribo en 1982) en mis libros de botánica citada para Lanzarote.
Emilio, el conocido pastor de esta localidad, la llamó ‘majapola manchona’, nombre que, según él se le daba porque crecía formando grandes manchas, y añadió que las cabras se emborrachaban al comerla, e incluso que a veces se volvían locas, en cuyo caso había que desangrarlas cortándoles la punta de la oreja, cosa que me han dicho además otros pastores.

Papaver somniferum (papaveráceas). Hay bastantes individuos de esta famosa planta alucinógena detrás de Montaña Diama (La Geria), en los hoyos que se han hecho al pie de la montaña por su lado NO. Tito Figueroa, que ha vivido allí toda su vida lo mismo que sus padres, la llamó ‘majapola blanca’. Así la he oído llamar en otros sitios de la isla de los muchos en que crece, como por ejemplo en Máguez a Juan Niz Luzardo.

Pelargonium capitaton (geraniáceas). Es la bien conocida ‘malvarrosa’, el intrusivo geranio silvestre de amplias hojas fruncidas cubiertas de suave y abundante pelambrera al igual que los tallos, de color verde general aparte del atractivo rosáceo de sus bellas flores rayadas de morado oscuro. Destaca en ella la exquisita fragancia de sus flores y otras partes de la planta, que introduce en el desolado paisaje de Las Montañas del Fuego, donde medra progresivamente, una particular nota de exótico color.

Petroselinum hortense (umbelíferas). El perejil condimental. Como curiosidad cito el hecho de haber encontrado un ejemplar bien desarrollado, aunque sin flor ni fruto, el 16-4-1988, un año muy lluvioso por cierto, en la pared más sombreada del Barranco del Disadero, a 3 Km al NO de Tinajo, muy lejos por tanto de cualquier centro de población o cortijo.
Es el primer ejemplar de perejil asilvestrado que encuentro en la isla.
En cuanto a su identificación no hay la menor duda, pues aparte de su aspecto general que lo denuncia está el dato de su inconfundible sabor, que probé para salir de dudas.

Phagnalon purpurascens (compuestas). Matita leñosa salvo en las ramitas últimas, de ramificación irregular, que puede alcanzar hasta 20 cm de altura por algo más de extensión.
Las ramas se inician desde la misma base, sin existir ningún tronco preponderante, y son muy rígidas y duras en sus comienzos, en que toman una coloración oscura para tornarse luego verdes muy pálidas, casi blanquecinas, en sus extremos, en que están cubiertas de una especie de bozo denso algodonoso.
Las hojas son simples, alternas, tan juntas por lo general que resulta difícil apreciar su disposición. Su forma es oblanceolada, delgadas, de unos 2 a 3 cm de largo por 2 a 3 mm de ancho las mayores, enteras, amplexicaules y algo revolutas a veces. El color, verde por el haz y blanquecinas por el envés.
Capítulos de forma acopada a cónico-alargada, asomando en la parte superior de algunos los flósculos amarillentos a modo de corto penacho. Las brácteas involucrales son verdes con la punta marrón oscuro, imbricadas. Están sostenidos los capítulos por un cabillo axilar largo y fino. Una vez secos se abren adoptando forma estrellada de puntas finas y largas con un botón central más oscuro.
La encontré el 27-3-1983 en el cauce del Barranco de Tenegüime, donde no es rara, y la he visto en muchos otros lugares de la isla

Phalaris canariensis (poáceas). Es el universamente conocido alpiste. En Lanzarote se le llama ‘triguera’. Crece en abundancia en el barranco homónimo, el de La Triguera, continuación hacia arriba del de Tenegüime, de cuya planta recibe el nombre.

Plantago famarae (plantaginácea). Endemismo privativo de Lanzarote. Es una mata leñosa muy ramificada, de más de 0’5 m de extensión a veces y casi otro tanto de altura.
Las hojas son linear-oblanceoladas y pueden medir hasta 5 cm de largo por 2 mm de anchura, incurvadas y dirigidas hacia arriba, enteras, de color verde claro, algo abrazadoras, muy juntas unas a otras y dispuestas en verticilos.
Las Inflorescencias, axilares, dispuestas en el extremo de unos pedúnculos tan largos como las hojas. Las cabezas de las inflorescencias, más bien pequeñas, de no más de 1 cm, formadas principalmente por una base de hojuelas gordas imbricadas, de color verde pálido como las hojas, que hacen recordar las brácteas de los capítulos de algunas compuestas, rematadas por unas cuantas florecillas canelosas poco notables, con unos filamentos del mismo color que salen de las flores como si fueran hebras secas.
Es planta muy localizada, que sólo crece en contados lugares de la parte norte de la isla. Encontré un ejemplar el día 16-5-1981, por encima de La Playa de Famara, a unos 250 m s.n.d.m., en la pista o carretera de tierra que se intentó acondicionar para facilitar el acceso a Bajo el Risco con objeto de pasar desde este lugar a La Graciosa.

Plantago (¿) (plantagináceas). Plantita herbácea con hojas en roseta única, peludas, especialmente en el arranque, con lo que la pilosidad lanosa queda aumentada en la parte central de la planta.
Hojas elípticas o algo espatuladas, de hasta más de 5 cm de largo por 2 de ancho, con nervadura longitudinal bien visible.
Los escapos florales son muy largos, pues alcanzan en ocasiones más de 15 cm; finos, afilos, yertos, arqueados hacia arriba. La inflorescencia, situada en el extremo, es de forma de borla tupida, más o menos redondeado-alargada o casi cilíndrica, de color gris caneloso, sobresaliendo de su masa algunos estambres finos con grandes anteras amarillas.
La vi cerca de Las Peñas de Bonilla, al N de la misma, el 24-3-1983.

Polycarpaea latifolia (cariofiláceas). Matita de base leñosa, ramificación densa, poco levantada. No existe tallo principal bien diferenciado, pero algunas de las ramas primarias suelen destacar por su grosor, el cual disminuye rapidamente hacia las puntas, que son ya finas.
Las hojas son pequeñitas, de unos 4-9 mm de longitud por lo general, de forma espatulada, con el limbo rómbico, base atenuada y ápice aristado, semejando el conjunto una cucharita o paletita. Estas hojitas, algo gordas, están dispuestas en verticilos, constando cada uno de 7 a 15 hojas o más, en los que suelen crecer además unos manojitos de hojas diminutas. Los nudos en que se asientan estos verticilos foliares están rodeados de estípulas membranosas deshilachadas de color blanquecino.
Las flores se presentan en cimas numerosas relativamente grandes. Son minúsculas, de manera que cada inflorescencia está compuesta por muchas flores aglomeradas. A veces la plantita (no suele pasar de 15 cm de extensión) se halla materialmente cubierta por las inflorescencias (o infrutescencias, pues muchos de sus elementos son frutos) de color grisáceo abigarrado nada llamativo, semejando, vistos sin mucho detenimiento, un conjunto de granos de anís.
No es raro verla por La Montaña de Timanfaya y zonas próximas.

Polycarpaea nivea (cariofiláceas). Mata de pequeño tamaño, ramificación bastante densa, raíz principal gruesa, rugosa y leñosa de color caneloso oscuro tirando a rojizo, con raíces secundarias largas. Las ramas son también leñosas, con los extremos tiernos de color blanquecino y pubescentes. Las hojas, gruesas, presentan algunas diferentes formas y colocación, siendo la más común la obovada y la oblanceolada, y el color predominante el verde grisáceo pálido. Son sésiles, están dispuestas en verticilastros y suelen ser pubescentes, aunque no mucho. Su tamaño puede pasar del centímetro, aunque la mayoría son más pequeñas.
En su parte superior se encuentran los grupos compactos de flores y frutos pequeñitos, de color grisáceo, que cubren gran parte de la planta. Por lo general el número de flores abiertas suele ser pequeño, estando por tanto constituida la mayor parte de los elementos por capullitos o frutos.
En la isla la he oído nombrar en algunos sitios ‘saladillo’, pero en Soo, un campesino octogenario, Rafael Pérez Sánchez, conocido por Vicente, la llamó ‘salado blanco’. Crece mucho por la costa de este pueblo.

Polycarpaea robusta (cariofiláceas). Mata leñosa más bien levantada que puede rebasar el medio metro de altura y más aún de expansión, adoptando por lo común forma redondeada con las ramas mostrando tendencia a la verticalidad. Los troncos, cortos y retorcidos, pueden alcanzar un grosor de hasta 7 u 8 cm en ejemplares bien desarrollados, y la ramificación es de regular densidad.
Es una planta que por su carácter de endemismo exclusivo de Lanzarote, y pese a su escasa vistosidad florística, pone una especial nota de interés botánico en algunos puntos de la turística Ruta de los Volcanes del Parque Nacional de Timanfaya, como ocurre poco antes de acceder al Valle de la Tranquilidad, momento en que yo hacía notar su presencia a los turistas cuando ejercía de Guía Turístico resaltando ese valor de endemismo privativo de la isla.
El nombre que me daban los camelleros de La Montaña de Timanfaya para esta planta es el de ‘salado blanco’, que lo hacían extensivo a otras especies afines.

Polygonum maritimum (poligonáceas). Encontré esta planta el 9-4-1982 en flor en La Playa de la Cantería, al O de Órzola, en la misma arena, a pocos metros por encima de la línea de marea alta. Había bastantes ejemplares.
Se trata de una mata de hasta 0’5 m de extensión, con tronco de color caoba.
Una característica de esta planta que resalta a la vista es la perfección geométrica, con bordes nítidos, de las hojas no recurvadas la mayoría (también las tiene recurvadas) en su modalidad de ovada, con el ápice bien definido.

Portulaca oleracea (portulacáceas). Un sobrino de Juan Niz, de Máguez, creía que por allí la llamaban ‘barrilla mansa’, pero Juan Niz dice que desconocía este nombre y que él la había conocido siempre por ‘verdolaga’, que es el nombre que se le da en los libros, aunque él ignoraba esto.

Prunus dulcis (rosáceas). Vi un ejemplar bastante grande, con un tronco de por lo menos 0’5 m de diámetro, totalmente asilvestrado, en El Barranco de Tenegüime (Guatiza), a unos 250 m más arriba del lugar llamado La Casa del Rey y a unos 20 m por encima del álveo del barranco, en la ladera empinada que allí se forma en su lado izquierdo subiendo.
Cuando lo vi, el 1-3-1983, tenía aún flores, pocas hojas y alguna almendra seca y vieja.

Psoralea bituminosa (leguminosas). Planta bastante lignificada a veces, más extendida que alta por lo general, aunque no siempre, que puede alcanzar hasta 0’5 m de altura, de ramificación algo densa en la base que se atenúa bastante hacia lo alto. De entre la maraña de ramas surgen a veces algunas mucho más largas.
Hojas trifoliadas, alternas, a veces muy juntas, otras bastante espaciadas, según la edad de la planta (más juntas cuanto más leñosas o viejas). Foliolos grandes (6-8 cm), lanceolados, de bordes muy perfectos, con los cantos blancos, dando la impresión de estar como cortados a tijera, de color verde oscuro y algo plegados sobre el haz en el sentido del largo. Una particularidad morfológica de la hoja es que el foliolo central delantero forma ángulo con el pecíolo que lo sostiene. Suelen ser algo pubescentes por el envés.
En los individuos muy lignificados las ramas se hallan cubiertas de una especie de hojuelas secas, largas y finas, puntiagudas, más o menos adpresas y dirigidas hacia arriba, de color caneloso. En ejemplares más viejos las ramas pueden ser gruesas y leñosas y de corteza arrugada.
De cada axila nace un larguísimo pedúnculo yerto y piloso, en cuyo extremo se halla el grupo o cabeza floral, con varias flores a la misma altura (de 7 a 14) de color lila con el estandarte poco levantado. El cáliz es muy largo y peludo, en especial el diente inferior, que es casi tan largo como la corola. Su color es verde claro con vetas longitudinales más oscuras. A veces las alas y quilla son casi blancas, pero ésta con la punta oscura.
El fruto es comparativamente pequeño (1’5 cm los mayores), con una parte globosa en que se contiene su única semilla, que es reniforme, con un largo pico laminar que se lleva más de la mitad del largo del fruto, con unos pelos largos en el arranque dirigidos hacia delante.
Frotando las hojas entre los dedos se le nota el olor bituminoso que le da nombre, pero yo no lo encuentro tan fuerte y nauseabundo como se dice en mis libros.
La he visto, más o menos desarrollada en muchos sitios de la isla, incluso en lo más alto, cerca de Las Peñas del Chache, pero la colonia más densa y vistosa la encontré al pie del risco que está al norte de la ermita de Las Nieves, en la ladera de derrubios que allí se forma. Fue en junio de 1981, y estaban en flor.
En Lanzarote se le llama ‘tedera’

Pteridium aquilinum (pteridáceas). Este helecho, el más cosmopolita del mundo, además de crecer en abundancia en la montaña a la que da nombre, al N de Máguez, se encuentra también en considerable cantidad, cientos de individuos, en Montaña Cardona, a los pies y todo alrededor del fondo del cráter de este volcán, situado a medio camino entre Tinguatón y Masdache. Estas son las dos colonias más extensas de la isla, pero, por supuesto, se encuentran individuos sueltos o en grupos mucho menores en otros lugares.

Pulicaria canariensis (compuestas). Planta de hasta más de 30 cm de altura con tres, cuatro o más ramas, suberguidas, que nacen desde abajo, ya que el tronco es muy corto, algo grueso, leñoso y de color más bien oscuro. De las ramas principales nacen otras ramitas secundarias que terminan, cada una al igual que la principal en que se implantan, en un capítulo solitario que se abre en el extremo de un pedúnculo de hasta 8 cm de longitud, casi desprovisto de hojas, y las que tiene, cuando esto ocurre, son mucho más pequeñas que las normales. Éstas son alternas, densamente dispuestas, aunque no en demasía, sencillas, tiernas, oblanceoladas, atenuadas en la base, semiabrazadoras, de hasta 8 cm de largo, de borde irregular, tirando a veces a dentado, con ápice obtuso o redondeado. La nervadura es bien visible, especialmente por el envés, y su color, verde pálido. Se hallan cubiertas de una vellosidad lanosa abundante y larga en partes, lo mismo que los tallos.
Los capítulos son de color amarillo intenso, tanto las lígulas periféricas como el botón central de apretados flósculos. Las lígulas muy finas y de unos 2 cm de largo con los tres dentículos del ápice apenas discernibles a simple vista, son muy numerosas, pues en algunos capítulos llegué a contar unas cien nada menos. El diámetro de los capítulos puede alcanzar los 4 e incluso los 5 cm, siendo el involucro del mismo color verde de las hojas, de forma semiesférica con brácteas oblanceoladas terminadas en un apículo oscuro. Los pedúnculos de las cabezuelas son delgados y huecos, pero se ensanchan al final. Un ejemplar que examiné tenía más de veinticinco capítulos a pesar de tener sólo tres ramas principales, lo que da un número de ramas secundarias de más de veinte, algunas de las cuales, las menos, con ramitas de tercer grado.
La planta exhala un aroma agradable bastante perceptible, especialmente en las hojas terminales más tiernas.
La he encontrado en varios lugares, sobre todo del norte de la isla, más frescos y húmedos.
El 30-5-1981 vi una colonia, bastante considerable en número de individuos, al pie del Risco de Famara, al final de la playa de este mismo nombre donde sólo hay cantos rodados. En esta fecha las plantas tenían ya muchas flores secas o marchitas.
El 25 de julio siguiente encontré otra colonia, de cerca de cien individuos, en un espacio de unos 100 m2, en la vertiente N del valle o barranco llamado Los Castillos o, lo que es lo mismo, el flanco S del lomo de La Campanilla, al O de Haría, muy próximo al álveo del barranco que discurre por el fondo del citado valle, y a unos 400 m del borde del Risco de Famara. Me llamó la atención el ambiente en que vivían estas plantas, a tan alto nivel de la isla, tan contrapuesto al del lugar en que crecían los ejemplares descritos anteriormente, situado casi a la orilla el mar. En esta colonia todavía había algunos ejemplares con flores (capítulos) abiertas, pero la mayoría estaban ya marchitas.
Y el día 28-4-1986 encontré una colonia de unos pocos individuos dispersos en la planicie que se forma sobre Punta Papagayo, en su extremo más saliente, lo que me llamó mucho la atención por tratarse de un ambiente seco y de una cota muy baja con fuerte exposición solar. Estaban poco desarrollados, con dos o tres capítulos los que más tenían. No me fue posible explorar el resto de la zona en busca de más ejemplares.

Ramalina bourgeana (ramalináceas). Es el popular liquen llamado en Lanzarote ‘escán’ o ‘escane’, más corrientemente en la primera forma por el norte de la isla y en la segunda por el sur.
Consiste en unas hojuelas irregulares de consistencia coriácea de color amarillo verdoso que crece sobre las piedras y rocas volcánicas.
Se usó hasta no hace muchos años (yo mismo llegué a ver cómo lo hacía un veterano pescador de La Graciosa) para teñir las ‘genas’ (bolsa hecha de un cuero enterizo de cabra que se usaba para portar la pesca cogida a caña colgada a la espalda).
Para ello se ponían unos buenos puñados de ‘escán’ en un recipiente con agua fría, se dejaba así varios días, removiéndolo de vez en cuando, y luego se metía la ‘gena’ dejándola a remojo poniéndole encima una piedra para que se hundiera, pero removiéndola también unos cuantos días más. Una vez convenientemente teñida, que lo era de un color caneloso algo rojizo, se escurría bien y se llenaba de paja bien apretada para que cogiera forma, dejándola así a la sombra hasta que se secara. Con este tratamiento no sólo se teñía el cuero sino que además se ‘amorosaba’, expresión equivalente en la isla a ‘suavizaba’. Otros me han dicho que se podía meter la ‘gena’ o cuero de cabra junto con el ‘escán’ desde el primer día.
Me han contado que por los años 30 del siglo pasado se usó también este liquen para teñir un tipo de zapatilla artesanal que se hacía en Haría con fibras de pita.
Algunos pastores viejos me han contado que “las cabras en años ruines le pegan al escán, pero que entonces los animales orinan encarnadito”.
He encontrado incluso un topónimo que lleva como componente esta palabra: El Morro del Escán, roquedal que está en lo alto del flanco derecho o N del Valle de Guinate.

Ranunculus cortusifolius (ranunculáceas). El día 9-1-1981 encontré en La Peña de la Pequena y sus inmediaciones bastantes ejemplares de esta planta en flor. Éstas pueden alcanzar hasta 4 cm o más de diámetro, sus cinco pétalos amarillos regularmente dispuestos.
Una característica notable de esta planta es que sus pétalos, amarillos, son brillantes y lustrosos como si estuvieran barnizados.

Reichardia famarae (compuestas). Planta lignificada en la base, con hojas en rosetas, que puede alcanzar en circunstancias favorables hasta 0’5 m de extensión y un decímetro o más de altura, aunque por lo general es bastante más pequeña.
La raíz es gruesa y carnosa, con tallo asimismo grueso y de forma algo irregular, totalmente lignificado, cubierto en su mayor parte de hojas secas que suelen quedar ocultas por las verdes que siguen por encima, que son grandes, de forma obovada y lámina gruesa de márgenes irregulares con algunos dientes o salientes puntiagudos.
Los capítulos ocupan una posición terminal, por lo general solitarios, sostenidos por un largo pedúnculo hueco en casi toda su longitud que se va engrosando gradualmente terminando en un receptáculo no muy ancho. Las lígulas son amarillas con el arranque morado que deja el centro de la inflorescencia de este último color. El diámetro de los capítulos es de 2’5 a 3 cm, siendo muy parecidos a los de otras hierbas afines de la isla más extendidas, llamadas también, como ésta, ‘cerrajones’.
Es planta rupícola, que crece introduciendo las raíces en los intersticios de las paredes rocosas, si bien esto no es siempre así, pues las he visto en ocasiones en taludes terrosos.
Al romper sus hojas o tallos segrega látex.
El nombre popular que recibe en la isla es ‘cerrajón de risco’. Así la he oído llamar a pastores y campesinos en general, entre otros al célebre risquero hariano Virgilio.
Es planta propia de la zona norte de la isla que crece tanto en niveles altos como próxima a la orilla del mar, como en La Playa de Famara, por ejemplo. El 13-6-1981 vi algunos ejemplares en flor, algunos de ellos muy grandes y bonitos, en el risco que está inmediatamente detrás de la ermita de Las Nieves que cae hacia El Rincón de la Paja, materialmente estampados en la pared rocosa.

Reichardia tingitana (compuestas). Planta herbácea de hojas en roseta basal, de unos 15 cm de diámetro o más y mayor altura.
Hojas oblongas pinnatífidas con lóbulos y dientes muy irregulares, a veces los lóbulos algo más regulares e incluso casi inexistentes, con una longitud laminar de 10 o más cm. En los márgenes de las hojas muestra unas espinitas muy pequeñas.
Capítulos terminales en pedúnculos largos, uno en cada pedúnculo (a veces un pedúnculo se bifurca en dos) dotados de dos o tres hojuelas puntiagudas. Las lígulas son de tamaño decreciente hacia el interior del capítulo y tienen color amarillo en su mayor parte salvo al final, en que son morados, por lo que el capítulo presenta en el centro un anillo de este color, en cuyo interior tienen un abultamiento cónico amarillo también, aunque no siempre. Los involucros son piriformes con brácteas grandes.
La planta despide un olor parecido al de la ‘ahulaga’ (Launaea arborescens).
Es hierba bastante común en toda la isla. Por el norte al menos la llaman ‘flor ancha’.

Reseda crystallina (resedáceas). En Lanzarote se le llama ‘sonajilla’ porque al mover la planta seca las cápsulas que contienen las semillas suenan como un sonajero, además de parecerse los tales frutos a ese juguete, en pequeño, tan conocido como entretenimiento de los bebés.

Roccella canariensis (rocceláceas). Además de en el norte de la isla, donde es muy abundante, he encontrado también a este liquen en la zona sur, como fue el caso en Morro Redondo, que está a unos 200 m al E de la ermita de La Magdalena, al N de Conil, a unos 350 m sobre el nivel del mar. Había ejemplares bastante desarrollados, mostrado los típicos puntitos blancos que acreditan su buena calidad.

Rosmarinus officinalis (labiadas). Arbusto o mata grande, extendida, de ramaje denso y oloroso.
Las hojas son delgadas y afiladas, yertas, de hasta 2 y 3 cm de largo, con los bordes vueltos hacia el envés, de color verde oscuro por el haz y casi blanco por el reverso.
Encontré un ejemplar en flor el 25-4-1984 en la falda N de Caldera Gaida (Tías), en medio de unos viñedos. Unos campesinos que andaban por allí me dieron el nombre de ‘romero’ y me alabaron mucho sus propiedades beneficiosas para varios usos. Tenía más de 3 m de extensión y 1’50 de altura.

Rubia angustifolia (rubiáceas). Planta subarbustiva de tallos nudosos y esquinados armados de espinas lacerantes, hojas verticiladas lineares verdes, de consistencia coriácea, de hasta 5 cm de longitud, dotadas de espinas cortas a lo largo de los bordes, e inflorescencias axilares aglomeradas, de poco desarrollo, con muchas florecillas verde-amarillentas, y frutos negruzcos del tamaño de un grano de soja.
La vi creciendo en el risco que cae justo al N de la ermita de Las Nieves, el 2-4-1985.

Rubia fruticosa (rubiáceas). Es una mata bastante común en El Malpaís de la Corona. El dibujo inserto en Flora de Gran Canaria, de G. Kunkel, es muy bueno, tanto en forma como en colorido. Sin embargo aquí en Lanzarote suelen predominar los ejemplares con ramaje más denso.
La vi en flor el 5-1-1982. Son características sus ramas angulosas, de color gris blancuzco las más delgadas, y con una coloración rosado-vinosa en sus partes gruesas, más acentuado incluso interiormente, como se puede apreciar al partirlas, con corteza gruesa acorchada. Pero sus órganos más llamativos son sus hojas, coriáceas y dotadas de unos ganchitos marginales que se agarran a cualquier superficie que no sea demasiado lisa. La flor es menudita, de 0’5 cm o poco más de diámetro, de color verde pálido algo amarilloso, y el fruto una especie de baya pequeña aguachenta blanquecina.
En la isla recibe el nombre de ‘tasaigo’, sin duda de origen guanche.

Rumex acetosella (poligonáceas). Hierba glabra, de hojas un poco carnosas, largamente pecioladas, las que se encuentran más arriba en las ramitas fructíferas casi filiformes y mucho más pequeñas; las normales triangular-alargadas con pequeños lóbulos laterales y un par o más separados, al principio, alargados. En algunos ejemplares las hojas son totalmente pinnatisectas con 4, 5 o más pares de lóbulos estrechos decrecientes hacia el ápice, que es afilado. Ramificación regularmente densa, con las ramas abiertas
Los tallos rojizos en su mayor extensión y estriados, con los nudos rodeados de una membrana translúcida.
Frutos en lo alto, en racimos ramificados, muy parecidos en forma a los de la Rumex vesicarius, su afín, pero mucho más pequeñitos, de apenas 5-6 mm de largo y casi lo mismo de ancho, de color tirando a rojizo.
La encontré el 16-3-1983 en un terreno arenoso, junto a la carretera que baja hacia La Caleta de la Villa, a unos 3 o 4 Km antes de llegar al pueblo.
El sabor de las hojas es bastante ácido.

Rumex lunaria (poligonáceas). Arbusto de hasta más de 2 m de altura los mayores, ramificado desde bastante abajo, de tal modo que no le queda tronco principal bien visible o destacado, de ramas gordas y lisas casi brillantes o satinadas con zonas rojizas y en ocasiones estrías longitudinales de este color.
Las hojas son glabras, algo lustrosas, acorazonadas, tanto o más anchas que largas, y alternas.
Inflorescencias racimosas, compuesta por múltiples flores pequeñitas, como bolitas verdes sostenidas por pedúnculos finos y cortitos,
Los frutos, como los típicos del género, de color rojizo-herrumbroso, de 1 cm o más de largo.
Se le llama en la isla, donde es muy común, ‘calcosa’. Se la ve, sobre todo, en la parte norte, y en especial en torno a La Corona, tanto al pie como en las faldas de este volcán, particularmente en su flanco sur, donde en 1981 crecían algunos ejemplares de gran porte. Pero de unos años a esta parte se está propagando profusamente en el Parque Nacional de Timanfaya y en otros lugares de la isla.
Me han contado varias personas de edad, por separado, que esta planta fue traída de la isla de El Hierro en las primeras décadas del siglo XX por su buena calidad como forrajera, no sólo como buen alimento para las cabras, sino por tener hojas a lo largo de todo el año.
En otras islas se la conoce como ‘vinagrera’, pero como digo en su lugar correspondiente ese nombre se la da en Lanzarote a su congénere R. vesicarius.

Rumex vesicarius (poligonáceas). Es la planta que llamamos en la isla ‘vinagrera’ por su claro sabor a vinagre en hojas y frutos, una hierba de porte levantado, por lo general pequeña (menos de un palmo de extensión), ramificación basal y hojas proporcionalmente grandes (hasta 5 cm y más de largo sólo el limbo, alcanzando el pecíolo otro tanto de longitud), cordiformes o cordiforme-alargadas, con tendencia a hastadas algunas de ellas, carnosas, de color verde claro.
La planta suele estar coronada por abundante número de frutos de color casi rojo con ligeros matices verde-claros en zonas, muy llamativos y visibles desde lejos, dispuestos en ramitas delgadas terminales agrupados en número de media docena más o menos, de más de 1 cm de longitud cada uno. Son globosos, pero envueltos en una membrana con tres pliegues o alas dobles en el sentido del largo.
Carece de pilosidad, pero las hojas son ligeramente ásperas al tacto.
Es bastante corriente en la isla.
Su nombre popular, que he recogido en diferentes sitios de la isla, es este de ‘vinagrera’, nombre que en otras islas dan a la Rumex lunaria, aquí llamada ‘calcosa’ como en la isla del hierro, de donde fue traída a principios del siglo XX.

Ruta chalepensis (rutáceas). El 22-5-1981 vi bastantes ejemplares de ‘ruda’, como se le llama también en Lanzarote, al pie de La corona, en La Hoya de la Pila, con flor y fruto. Parece ser que se trata de esta especie, aunque tengo mis dudas de si no será la R. graveolens, muy parecida, pero que no la he encontrado citada para esta isla.
Eran estas plantas glabras y sus flores tenían un diámetro de 1 cm, los pétalos dotados de grandes lacinios, y el fruto era como una media esfera terminada por arriba en cuatro puntas. Las hojas poseían de 3 a 5 foliolos, a veces lanceolados a veces elípticos, de unos 12 mm de largo. Su olor, el característico de la ruda.

Salsola longifolia (quenopodiáceas). Vi muchos de estos arbustos en la caldera del Desriscadero, al sur de Uga, el 21-9-1981, de los que muy pocos estaban en flor, y algunos con fruto. Es planta muy lignificada y considerada por los campesinos y pescadores como leña de primera calidad. También me dijeron que es muy buena como alimento para el ganado en sus partes tiernas. Por allí se la conoce simplemente por ‘mato’, y en Alegranza y norte de Lanzarote, por ‘ramón’.
En cuanto a la coloración de las hojas, algo suculentas, de forma linear-lanceolada y pequeño tamaño, lo más corriente es que sea verde, aunque no es raro ver individuos en que predomina el rojizo-púrpura bastante acentuado. Es planta de ramaje intrincado e irregularmente dispuesto. Los troncos son a veces retorcidos. Del conjunto flor y fruto resalta un disco membranoso que forma parte de este último, de color en partes rojizo y en partes amarillento, que da un aspecto particular a la planta.
Lo que me llama la atención de este vegetal tiene que ver con su biotopo, puesto que leo en mis libros que es propio sólo de zonas litorales o sublitorales, siendo así que La Caldera del Desriscadero a que antes hacía referencia se encuentra en la cota de los 450 m y dista más de 3 Km del mar. También crecía en abundancia en el fondo de La Caldera de Alegranza, a 50 m sobre el nivel del mar y separada de éste por el murallón del cráter, de más de 250 m de altura sobre el mar también, pero ya por la década de los noventa estaba casi desaparecida y sustituida por el ‘bobo’, la Nicotiana glauca, que pocos años antes era inexistente en la islita.

Salsola vermiculata (quenopodiáceas). Mata leñosa propia de las zonas litorales, de hasta 1 m o más de altura y ramificación densa.
Hojas de color verde intenso, de pequeño tamaño, suculentas. La flor es pequeña, y al igual que su congénere la S.longifolia, tiene también un disco membranoso en torno al fruto, tan ostensible por su color rojizo y su abundancia que la planta atrae la tención desde lejos.
En Lanzarote la he oído nombrar, en distintos lugares de la isla, entre ellos Tinajo y Soo, ‘sogal’, pero en La Graciosa pronuncian el nombre ‘sogás’, seguramente por corrupción, pues es el único sitio en que esto sucede.
Crece en la caldera de Montaña Tinamala.

Schizogyne sericea (compuestas). Hay varios ejemplares de estas matas, algunos bastante desarrollados, a lo largo de los bordes de la carretera del sur, poco antes de llegar al pueblo de Tías yendo desde Arrecife. La mayor parte de los que vi crecían de la casa del caminero hacia abajo. Cuando los vi, el 25 de octubre de 1990, tenían una buena cantidad de flores.
Tiene un olor particular bien apreciable.

Scorpiurus muricatus (leguminosas). Hierba rastrera, extendida o aplastada, con varias ramas de color rojizo oscuro los tallos, con pelos finos blancuzcos y ralos bien visibles con lupa. La extensión de la planta pasa frecuentemente de una cuarta sin contar los extremos de los delgados tallos floríferos, que son larguísimos.
Las hojas son alternas, enteras, espatuladas con base adelgazada, de unos 5 cm de largo en promedio, de color verde normal, recubiertas de una ligera borra con pelos claros blancos muy finos, bien visibles con lupa. En el punto de inserción con el tallo nacen un par de estípulas puntiagudas de unos 4-5 mm de longitud.
Las flores, en grupos de dos, tres o cuatro están en los extremos de los largos tallos floríferos sostenidas por cortos pedúnculos. Cáliz verde de puntas desiguales. La corola es de color amarillo con estrías finas rojizas, no muy visibles a simple vista.
Muy curiosa resulta la forma de su legumbre, pues parece un ciempiés enrollado en espiral.
La encontré el 6-3-1983 creciendo en abundancia en el lugar de La Montaña, en los llanos que se extienden al NE de Las Peñas del Chache.
Por allí la llaman ‘pata gallo’.

Scrophularia arguta (escrofulariáceas). Planta herbácea tierna, completamente erecta, generalmente de tallo único acusadamente cuadrangular de coloración rojiza y provisto de pelos visibles con lupa, que puede alcanzar más de medio metro de altura, especialmente cuando crece en oquedades umbrosas.
Las hojas son opuestas, los pares bastante separados unos de otros, pecioladas, de forma acorazonada, doblemente aserradas, glabras, de color verde claro, lámina fina algo rugosa y un largo de hasta 5 cm las mayores.
De la axila de cada hoja nace un par de hojitas festoneadas, de entre las cuales sale una flor sostenida por un fino pedúnculo, que se transforma enseguida en fruto, por lo que sólo se ven flores en las axilas más altas. Éstas tienen cáliz regular de cinco sépalos bien marcados y corola de seis lóbulos, cuatro iguales distribuidos regularmente y dos superiores mayores. La flor es pequeñita, de color rojo purpúreo oscuro, con sus cuatro estambres y el pistilo abultado bien visibles con lupa.
Los frutos, más visibles que las flores, recuerdan por su forma, en primera impresión, una pepita de uva, pero su color es oscuro en la madurez y conserva los sépalos adheridos.
Al tacto y al olfato tiene características parecidas a las del ‘cenizo’ (Chenopodium murale).
Suele crecer en ‘malpaíses’ o terrenos pedregosos, como en el Malpaís de la Corona, La Maleza de Tahíche, etc.

Sedum lancerottense (crasuláceas). Matita de reducido tamaño, pues no suele pasar de media docena de centímetros de extensión, de hojitas esferoidales, suculentas aunque algo duras, de superficie glandulosa, de 7 a 8 mm de diámetro, o mejor largo, ya que son ligeramente oblongas, de un color que va del verde pálido al grisáceo también pálido, dispuestas en verticilos o agrupamientos al final de las tortuosos tallos, presentando la plantita el aspecto de un grupo denso de bolitas verde-grisáceas.
Las flores estrelladas, de cinco puntas tanto en la corola como en el cáliz. Los pétalos, de 3 a 4 mm, son amarillos; los sépalos, pequeñitos y regordetes, de color amarillo-verdoso claro. En el centro de la flor hay un abultamiento compuesto de cinco piezas unidas rematado por una pequeña arista o espinita.
Las ramitas son de corteza lisa, manchadas de blanco y morado. Cada una de las que posee la planta echa en su extremo una inflorescencia que puede tener hasta más de diez florecillas, aunque también puede haber sólo una.
Suele ser planta rupícola que cuelga generalmente de las paredes rocosas sombreadas y situadas a cotas altas, aunque también puede crecer en lugares expuestos a la exposición solar directa, como fue el caso de unas que vi en el mismo borde del acantilado de Famara próximo a Las Peñas del Chache, si bien a una altura superior a los 600 m, así como otra colonia, numerosa por cierto, al pie del risco que se forma detrás de la ermita de Las Nieves, dentro del Rincón de la Paja, en donde aparte de las que crecían colgadas del risco, había muchas otras en el suelo que allí se forma, que a juzgar por su situación deberían recibir bastantes horas de sol en días despejados. En este último lugar se hallaban la mayor parte de ellas en flor el 13-6-1981.
Se trata, según lo indica su nombre, de un endemismo lanzaroteño.

Senecio crassifolius (compuesta). Planta herbácea algo rechoncha, de hasta 15 cm de altura, con hojas carnosas de un llamativo color púrpura casi general o predominante, curvadas hacia el envés, con bordes dentados y revolutos o enrollados en igual sentido.
Los capítulos son muy parecidos a los de la corriente S. gallicus, es decir, color amarillo general, más apagado en el botón central de apretados flósculos con la serie única de lígulas periféricas más redondeadas. El involucro es de forma acopada y color verde con puntitas agudas y estrechas. Las inflorescencias, corimboides compuestas.
Es planta arenícola. He visto muy bellos ejemplares al E de Órzola en los arenales que llaman Jable Grande y Jable Chico.

Senecio gallicus (compuesta). Hierba glabra, erecta, de hasta un palmo de altura, con muy pocas ramas, en ocasiones sólo una. Tronco cilíndrico de color purpuráceo o verde. Hojas lanceoladas provistas de grandes dientes, pedunculadas las inferiores y abrazadoras las demás, con base estas últimas algo sagitada. Pueden pasar de 4 cm de largo, siendo las intermedias las que alcanzan mayor desarrollo. Adoptan disposición alterna, y su color es predominantemente purpúreo, particularmente por el envés.
Las ramas superiores se alargan y soportan en sus extremos unas agrupaciones de varios capítulos en forma arracimada, de color amarillo, más limpio el de la hilera de lígulas periféricas única, y algo mate el botón central de compactos flósculos. El diámetro de dichos capítulos es de 1 cm más o menos. Las lígulas en número de ocho o menos son elíptico-alargadas, con la punta o ápice ligeramente emarginado a veces o recto. El involucro es de forma acopada y sobre su color verde general destacan unos puntitos morados oscuros.
El nombre que le dio el veterano pastor de Guinate, Emilio, a esta compuesta, fue ‘Santa María’.

Sesuvium portulacastrum (aizoáceas). Planta herbácea de largos tallos estoloníferos enterrados en la arena, con raicillas que nacen en los nudos. Los tallos son cilíndricos, de superficie tersa, de color en partes verde y en partes rojizo, de unos 5 mm o más de grosor, totalmente lampiños, tiernos y jugosos.
La planta vive casi enterrada en la arena de las playas, fuera del alcance de las mareas, ocupando en ocasiones una superficie de varios metros cuadrados, si bien no sé si en estos casos se trata de un solo individuo o de varios juntos. Lo que sí pude comprobar, tirando de ellas y desenterrándolas, es que algunas de las ramas que asomaban los extremos fuera de la arena eran muy largas.
Las hojas son opuestas y están sostenidas por un corto pecíolo con un ensanchamiento de la vaina tan pronunciado que entre el par de hojas rodean totalmente al tallo. Son sencillas, enteras, muy gruesas, jugosas, lanceoladas, de 2-3 cm de largo por 0’5-1 de ancho, de color verde oscuro lustroso con el ápice teñido de rojizo cuando terminan en punta. De las axilas de las hojas salen unas ramitas cortas secundarias compuestas de varias hojas.
Las flores son solitarias, axilares, sostenidas por un corto pedúnculo; gamopétalas, con dientes puntiagudos algo más largos que el tubo calicino, que está formado por cinco piezas verdes exteriormente y liláceo-pálidas por la cara interna. Tiene múltiples estambres, con anteras de color púrpura. El gineceo es casi esférico rematado por cuatro filamentos.
La he visto en La Playa de Guasimeta donde se inicia la pista de aterrizaje del aeropuerto, y en La Playa de Famara, cerca de la urbanización turística de los noruegos, así como en algunos jardines particulares, como por ejemplo en Puerto del Carmen.
En La Caleta de la Villa la he oído llamar ‘llorona’.

Silene nocturna (cariofilácea). No es rara por el norte de la isla, por donde la llaman ‘rabo cordero’. Por la zona sur la encontré en una ocasión el 5-3-1984, en Testeina, junto a la carretera del centro de la isla que pasa por allí.
Es una hierba erecta, con tronco central preponderante rematado en una larga inflorescencia racemosa con algunas otras ramas más pequeñas terminadas también en sendas inflorescencias muy verticales, con hojas y flores, asimismo erectas, resultando una planta alargada y estrecha que puede alcanzar más de dos palmos de altura, de los que la mitad o más corresponden al escapo florífero.
Los tallos son rígidos, de sección circular, color rojo o purpúreo oscuro, con pilosidad blanquecina no muy tupida, y con nudos abultados en los que nacen las hojas, que son opuestas, sencillas, lanceolado-espatuladas, de hasta más de 5 cm de largo las mayores incluyendo el peciolo o base atenuada que las caracteriza, con la que semiabrazan al tallo. Se hallan recubiertas de una especie de borra muy somera, y su color es verde oscuro.
Las inflorescencias, muy largas como se ha dicho, con entrenudos más cortos cuanto más arriba están. De cada uno de estos nudos nacen dos hojuelas opuestas, largas y delgadas, y una flor de la axila, alternando sucesivamente la posición a uno y otro lado, con cáliz ahusado de hasta 1’5 cm de largo, estriado en sentido longitudinal con líneas rojizas oscuras sostenidas por un pecíolo casi tan largo como el cáliz, asomando en lo alto los pétalos, de color blanco.
Al madurar el fruto ocupa el interior del cáliz adoptando su misma forma. Tiene seis rayitas que confluyen en el ápice (se aprecian con lupa) con semillitas blancas en su interior
Por el norte de la isla la llaman ‘rabo cordero’.

Sinapis arvensis (crucíferas). Hierba anual poco ramificada, de hojas espaciadas alternas y tallos floríferos largos, desnudos o con sólo unas dos o tres hojitas.
Las hojas normales son grandes, sobre todo las más bajas, que pueden alcanzar hasta 10 cm o más de longitud incluyendo el pecíolo, sobre el que suelen verse segmentos laminares aislados, pequeños, como en el rábano corriente. Cuanto más altas se hallan las hojas más forma regular lanceolada van tomando, si bien siguen siendo dentadas como las inferiores, al mismo tiempo que se les va acortando el pecíolo que las sostiene hasta hacerse casi sésiles. Son ásperas al tacto, pero sin pelos visibles.
Los tallos floríferos, o mejor, portadores del fruto, son muy largos a veces, de hasta casi 40 cm los mayores. Las flores, que nacen agrupadas en los mismos extremos en número de 4 a 5 sin contar los capullitos más pequeños, son amarillas, de pétalos redondeados, con uña larga y fina y cáliz de sépalos alargados y separados.
Los frutos, situados todo a lo largo del tallo, bastante seguidos unos de otros, están dirigidos hacia arriba, con los abultamientos seminales bien resaltados y un pico terminal afilado de 1/3 o 1/4 del largo total, que es de 3 a 5 cm., delgados y cilíndricos, con un “mango” o peciolo corto y gordo. Tienen un sabor picante acusado.
El color general de la planta es el verde con zonas moradas.
La encontré en las proximidades de Las Peñas del Chache el 11-3-1983.

Solanum dulcamara (solanáceas). Mata de aspecto general al de un tomatero, aunque más pequeña en todos sus elementos y de ramaje algo más denso.
Troncos y ramas gruesos y duros, de color verde. Las ramas se adelgazan pronto, pudiendo alcanza una longitud de 0’5 m en ejemplares bien desarrollados.
Hojas de unos 2-5 cm de largo, también de un verde oscuro como los tallos, generalmente acorazonadas, algo prolongadas hacia el ápice y con la base algo cuneada, con grandes dientes en el borde.
Flor, la típica del género, de 1 cm de diámetro, con pétalos de color lila-azulado pálido, con el centro amarillo, dispuestas en inflorescencias parecidas a las del tomatero, lo mismo que los frutos, que parecen tomates esféricos minúsculos (del tamaño de guisantes más bien pequeños), de color rojo pálido. Incluso las semillas recuerdan a las del tomate, pero en pequeñito. Sépalos redondeados o romos y no puntiagudos como en el tomate.
Vi varios ejemplares cargados de frutos, tanto maduros como verdes, y con algunas flores, junto a la carretera, a pocos metros antes de llegar a la ermita de Las Nieves, el 8-6-1981.

Solanum nigrum (solanáceas). Según Felipe, un veterano pastor de Tías, la infusión de esta planta, el popular ‘moralillo’, es muy buena para curar ‘golpes’ (pequeñas heridas) lavándolos con ella.
La mayor colonia que he encontrado hasta ahora (agosto de 1982) de estas plantas en la isla lo fue al pie de Montaña Liria (Tinajo), por su lado norte, en un viejo ‘arenado’ (campo de cultivo cubierto por mano del hombre con lapilli volcánico) casi abandonado que había allí, en el que crecían en abundancia.

Sonchus pinnatifidus (compuestas). Planta robusta, de hasta 1 m de altura e incluso más, de troncos gruesos y casi erectos parecidos en su aspecto a los de la Euphorbia obtusifolia y los Eonium de la isla, tanto en forma como en coloración.
La raíz es igualmente gruesa, formando como a modo de rizomas recubiertos por una densa maraña de raicillas capilares cortas. Tanto estos rizomas como los tallos son tiernos y jugosos, y al partirlos (cosa que se logra facilmente) segregan un jugo de aspecto lechoso.
Las ramas están desnudas en su mayor parte, creciendo las hojas en su extremo superior, donde se adelgazan y toman coloración verde en lugar de la blanquecina-gris lechosa sucia, con manchas irregulares más oscuras o, en algunos casos, gris plateada.
Las hojas son sencillas, pecioladas, muy grandes, de hasta 20 por 7 cm, con grandes lóbulos laterales puntiagudos, esparcidas, muy juntas unas a otras y algo yertas. Están en posición levantada, y su color es el verde claro. Son de textura lisa con el haz algo satinado. La vaina se ensancha y abraza parcialmente al tallo.
La flor (capítulo) es la típica del género Sonchus, amarilla y grande, y se hallan dispuestas en grupos corimbosos, con brácteas grandes parecidas a las hojas, pero más alargadas y con la base hastada casi redondeando al tallo. Estas brácteas nacen en algunas bifurcaciones de los tallos floríferos, que son largos, delgados y algo arqueados hacia dentro.
En Montaña Aganá (Haría) vi un ejemplar que se apartaba bastante morfologicamente en lo que al tronco respecta del tipo normal, ya que lo tenía cortísimo y muy grueso, y se ramificaba enseguida de forma parecida a como lo hace la Kleinia neriifolia.
Las inflorescencias son terminales, grandes, de hasta casi un palmo, dispuestas, como ha quedado dicho, en corimbo, verdes, lisas, conteniendo hasta quince o más capítulos. El involucro, acopado, grande, de brácteas imbricadas pegadas o adheridas. Los capítulos tienen numerosas y grandes lígulas, y en el centro una especie de botón de lígulas filamentosas apretadas, ofreciendo el conjunto un bonito color amarillo.
Crece esta planta en diversos lugares de la isla, pero es más abundante en la parte norte. La he visto en flor en los meses de abril y mayo. El 15-3-1984 vi bastantes ejemplares, muy desarrollados, casi del porte de arbustos, al NE de Las Peñas de Tao y por La Peña del Quintal, lugares de El Malpaís de la Corona también.
Por esta zona norteña le he oído el nombre de ‘cerrajón de risco’, el mismo que aplican a la Reichardia famarae, por cierto.
Hay una variedad mucho más rara, la integrifolius, cuyas hojas, en lugar de tener puntas laterales, son oblongo-ovobadas y enteras. De ella encontré una nutrida colonia en torno a La Peña de las Siete Lenguas y cercanías, en El Malpaís de la Corona.

Spergularia media (cariofiláceas). Matita de base leñosa o subleñosa, normalmente de pequeño tamaño, llamada en diferentes lugares de la isla ‘romerillo’, como fue el caso concretamente de Las Laderas, donde oí a un pastor darle ese nombre. Es hierba bastante abundante en la isla, formando a veces extensas colonias. Despide un olor que recuerda algo al del amoniaco.
Los nudos de los tallos son resaltados y están envueltos por una membrana blanquecina terminada en punta dirigida hacia arriba. En algunos ejemplares los tallos y las hojas, que normalmente son verdes, toman un tinte rojizo-amoratado. En ocasiones la foliación se produce en el extremo de una larga rama desnuda, de la que parten otras ramitas secundarias verdes provistas de hojas. Éstas son sentadas, subcilíndricas, largas y delgadas, de hasta 4 cm las mayores. Su disposición es confusa, frecuentemente en manojitos o haces, que en realidad pueden ser ramitas incipientes. En los extremos de las ramas se encuentran las inflorescencias de tipo racemoso, a veces dobles sobre un pedúnculo común con una flor en la axila de entrambos racimos, o bien con otra subdivisión de la inflorescencia más irregular. Lo normal es que sólo estén abiertas las flores más altas, mientras las otras, ya marchitas, conservan el cáliz cerrado, no obstante lo cual, debido al considerable número de flores abiertas, la plantita se hace muy ostensible desde lejos por el llamativo color lila de los pétalos. El cáliz, pentámero, es dialisépalo, con sus elementos algo estrechos y alargados. Los pétalos son también en número de cinco (como corresponde a la familia de las cariofiláceas a la que pertenece), dípticos y algo cóncavos. Los estambres en número de diez, poseen diminutas anteras amarillas, y los pedicelos florales miden menos de 1 cm.
Se le llama en la isla ‘romerillo’.

Stipa capensis (poáceas). Es la gramínea que crece cubriendo a veces grandes extensiones de terreno, como ocurre en las inmediaciones del pueblo de Mácher, sobre todo por donde baja la carretera que va a Puerto Calero y sitios próximos. De por allí he recogido el nombre de ‘chirate’ y ‘pajaza’ para esta planta, con los cuales, al parecer, se le llama indistintamente.

Suaeda vera (quenopodiáceas). Es la mata que crece con cierta abundancia a lo largo de la orilla del mar entre Órzola y Punta Mujeres formando a veces grupos compactos, en ocasiones en lugares donde llegan las olas, aunque también la he encontrado a considerable distancia de la costa.
Los tallos son quebradizos y de color algo rosáceo. Las flores, tan minúsculas (como la cabeza de un alfiler) que tuve que utilizar la lupa para distinguir sus diferentes elementos más importantes. Pude apreciar, no obstante, que parecen una calabacita compuesta de cinco segmentos y que están situadas una o más juntas en las axilas de las hojas En algunas se percibía incluso el estigma a modo de penachito rojizo que salía del centro. Las hojas son de color verde claro o amarillento, alargadas y arqueadas hacia arriba, con la cara superior algo cóncava, recordando en ocasiones por su forma a un plátano en miniatura. Los tallos son quebradizos.
Pepe Pineda, residente en La Caleta de las Ahulagas, el mejor conocedor de aquella zona, la llamó ‘mato moro’, nombre que me han dado también otros informantes de por allí.
La he encontrado también en la costa de Arrecife, en su parte más saliente, donde llaman El Islote de las Aves.

Suaeda vermiculata (quenopodiáceas). Es una mata o arbustillo rastrero muy esparcido por la isla, así como en Alegranza y otros islotes.
Una curiosa característica de esta planta es la variedad cromática que presentan los diferentes individuos de un mismo grupo, dándose el caso de que mientras en unos el color dominante es el verde casi uniforme, en otros puede ser el rojizo o el morado o púrpura.
Las hojas son pequeñitas, subglobosas y suculentas. Las flores, rojizas, diminutas, axilares. También suelen ser rojizos los extremos tiernos de las ramas´
El nombre que le he oído en toda la isla e islotes es el de ‘brusca’.

Tamarix africana (tamaricáceas). Arbolito que puede alcanzar los 3 o 4 m de altura, de tronco erecto claramente constituido, de color oscuro, y ramaje también leñoso. Las hojas, como corresponde al género, son pequeñitas, escamiformes, y las flores igualmente muy pequeñas formando espigas en penachos de color claro.
En el lugar de Manguia, al O de Los Valles, los vi una vez, allá por los años ochenta, con gran cantidad de ‘chuchangas’, el caracol terrestre Theba pisana, en sus troncos y ramas. Puedo aseverar además lo que dice Hernández-Pacheco sobre su existencia en lo alto de Montaña Termesana, pues he estado en aquel lugar y los he visto.
El nombre que se les da aquí es el de ‘tarajal’, que sería en principio un plural colectivo singularizado de taraje, que es como se les dice en el castellano normativo.

Tamarix canariensis (tamaricáceas). Es la otra especie de ‘tarajal’ de la isla (pues por el mismo nombre se la conoce), a la que se parece mucho. La diferencian el tronco y ramas, que aunque de color oscuro, no lo son tanto en éste, pues su follaje es de un verde menos intenso y las inflorescencias más cerradas.

Terfezia pinoyii (terfeziáceas). Es el hongo subterráneo conocido en la isla con el nombre de ‘papacría’ o ‘criada’, e incluso con el de ‘madre turma’. El nombre de ‘criada’ lo he recogido por el norte de la isla y en Tinajo, pero el más extendido es con mucho el de ‘papacría’.
Se encuentra siempre ligado al Helianthemum canariensis, la planta sobre la que parasita, pero generalmente no se desarrolla al lado de ella, sino a una cierta distancia a la que alcanzan sus raíces, denunciando su presencia una particular hinchazón o levantamiento de la tierra, a veces ligeramente agrietada.
La época de mayor desarrollo de este hongo son los meses de invierno, cuando ha llovido, y suelen cogerse de hasta casi medio kilo de peso, aunque por lo general son de bastante menor tamaño.

Thymus origanoides (labiadas). Matita leñosa en todas sus ramas, de no más de una cuarta y media de extensión en buenas condiciones ambientales, salvo excepciones, aplastada o ajustada al piso en que crece, bronca, de ramas rugosas e intrincadas.
Vive en paredes rocosas sombreadas, aprovechando los acúmulos de tierra depositados en los huecos o escalones de los escarpes o laderas por encima de los 200 m de altitud s.n.d.m., sólo en el macizo norte de la isla.
Las hojitas crecen en la última porción de las ramas algo más tierna, revueltas, es decir, que no es fácil ver de qué modo están dispuestas sobre el tallo, entre otras razones porque suelen estar muy juntas. Son ovadas, pequeñitas (0’5 cm más o menos), dotadas de un pecíolo cortito, enteras, algo carnosas por lo general. Observadas con una buena lupa parecen estar cubiertas de unas papilas diminutas. Su color es verde, con visos morados en ocasiones.
Despiden un acusado olor entre orégano y tomillo, y al masticarlas resultan poco menos picantes que el ajo, pareciendo despejar las vías respiratorias como hace la menta.
La flor es pequeñita, cigomorfa como corresponde a la familia de las labiadas a la que la planta pertenece, con tres lóbulos más pequeños por un lado y otro mayor opuesto, de color rosa-liláceo con zonas casi blancas salpicadas de manchitas y puntos oscuros de color rojo-morado. Suele estar normalmente hundida entre las hojas, que suelen arracimarse en los extremos de las ramitas floríferas, formándose un conjunto protuberante de hojas y flores que adopta la forma troncocónica de un dedal o ‘pajero’ en miniatura, de 1-2 cm aproximadamente de altura. En estas formaciones florales las hojitas suelen tomar disposición algo apeñuscada dirigidas o curvadas hacia arriba. El cáliz termina en cinco puntas, dos más largas y afiladas, encorvadas hacia dentro por el lado correspondiente a los tres lóbulos de la corola, y tres más cortas y más obtusas por el lado del lóbulo corolino mayor. Los bordes de estos dientes o puntas poseen unos pelitos cortos pero gruesitos de color blanco, a modo de cilios. El color del cáliz puede ser verde o rojizo-morado.
No es difícil encontrar esta matita en cualquier pared o ladera rocosa sombreada del macizo norteño de la isla, a la altura ya indicada. Pero también la he encontrado en lugares expuestos al sol durante la mayor parte del día, como, por ejemplo, en lo alto de la pared sur del volcán de Los Helechos (Máguez) y en el fondo o álveo rocoso cubierto más o menos de arenas aluviales de los grandes barrancos que vierten hacia el oeste, como el de ‘Maramajo’ y alguno otro próximo.
El 18-3-1983 encontré una colonia de estas plantas muy desarrolladas y cargados de flores algunos individuos, en la ladera rocosa sombreada que está a unos 35 m por debajo de Las Peñas de Bonilla, o sea cayendo dentro del valle llamado Los Cerones, al E de Los Valles.
La he visto en flor en los meses de mayo, julio y octubre.
Se la conoce como ‘tajosé’ en Mala y Guatiza, nombre que tiene todos los visos de ser de origen guanche, el cual está ya casi extinguido. Sólo he encontrado en estos pueblos, pese a las concienzudas indagaciones que he hecho desde los años ochenta, a un par de personas que lo empleaban sin titubear: un señor llamado Serafín Martín, natural de Guatiza, de más de setenta años entonces, y un pastor de Mala llamado Andrés Martín de León, ambos conocedores de la planta de toda la vida. En ‘El Barranco de la Horca’, próximo a Teguise, encontré a un cabrero de edad que la llamaba ‘tomillo de risco’, y con igual nombre la reconoció un pastor de Los Valles que andaba por las inmediaciones de la ermita de Las Nieves, nombre que me confirmaron luego otras personas de este pueblo al mostrarles la planta. Por Máguez, Guinate y Haría la suelen llamar ‘tomillo salvaje’, pero este mismo nombre lo aplicaban a la Micromeria varia.
He encontrado incluso un topónimo que lleva como componente esta palabra: La Peña del Tajosé, que se destaca en lo alto del lomo que cierra por el N al Barranco de La Luciana, a unos 250 m por debajo de La Peña de la Pequena, al NE de ella, por encima del caserío de Tabayesco.
El canariólogo Juan Bethencourt Alfonso cita en su obra Costumbres populares canarias de nacimiento, matrimonio y muerte, p. 51 (1985) una planta de Lanzarote llamada ‘tanjosé’, que debe ser ésta, de la que dice: “Para provocar el aborto, se emplea una planta que se halla en la montaña llamada de Haría, y que se conoce con el nombre de ‘tanjosé’. Sin embargo, yo nunca he oído que se haga tal uso de esta planta.

Traganum moquinii (quenopodiáceas). Por La Playa de Famara se ven muchos de estos arbustos, alcanzando algunos hasta 10 m de extensión y 3 de altura, consistentes, con toda probabilidad, de varios ejemplares juntos con arena acumulada entre su ramaje, formando el conjunto grandes montículos.
Las ramas son abundantes y casi erectas y las hojas, pequeñas, suculentas y de forma algo triangular crecen por grupitos sucesivos a un mismo nivel a lo largo del tallo.
A principios de abril de 1981 les vi algunas flores, que lucen diminutas y amarillas en las axilas.
La gente del caserío próximo de La Caleta de Famara los llama simplemente ‘matos’, y por lo menos a los que les pregunté desconocían el nombre de ‘balancón’ que le dan en La Graciosa, donde también es abundante. Sin embargo, no recuerdo haberlo visto en Alegranza.
Es planta considerada como pasto ideal para camellos, hasta el punto de que se acostumbra arrancarla para dárselas.

Trifolium angustifolium (leguminosas). El 25-5-1982, no recuerdo dónde, encontré un ejemplar de la que creo ser esta especie. Lo que más me sorprendió fue su apariencia general de gramínea con su inflorescencia espiciforme. En un principio creí que era una de estas plantas hasta que advertí las corolas de color rosado en lo que creía ser una espiga, deshaciéndose con ello el error.
Es muy parecida a la Trifolium arvensis (según mis libros), pero tanto los foliolos como las estípulas son mucho más estrechos y largos, de hasta 3 y 4 cm. por 1 mm o poco más de ancho los primeros, y con largos y finos filamentos, las segundas.
La planta, en su posición erecta normal, puede sobrepasar los 25 cm de altura. Tiene varias ramas simples basales rematadas cada una por una sola inflorescencia parecida a primera vista a la espiga del alpiste, compuesta de un gran número de flores fijadas todo alrededor del eje central, de cáliz persistente, pero con la mayor parte de las corolas secas, de color tabaco. Sólo le vi algunas de color rosado, pequeñitas, en los extremos de algunas inflorescencias. El cáliz es relativamente grande, con sus cinco sépalos largos y afilados, cubierto de abundante pelambrera lanosa larga. Las hojas bastante espaciadas, de color verde pálido.
Es relativamente abundante en la ladera de La Montaña que cae hacia El Valle del Malpaso. Allí estaba en flor el 9-4-1984.

Umbilicus horizontalis (crasuláceas). El 24-3-1983 encontré en Las Peñas de Bonilla, por su lado NE, un ejemplar completo (cosa que no me ha sido demasiado fácil), con su correspondiente tallo florífero rematado en sus típicas inflorescencias, rollizo y colorado en su mayor parte salvo en el tramo más gordo inferior, y sus grandes hojas peltadas sostenidas por largos pecíolos.
El dibujo de la Flora de Gran Canaria, de 1978, en su tomo III, Pág. 76, obra de G. Kunkel, lo representa fielmente.

Urginea maritima (liliáceas). Su bulbo es muy grande, siendo frecuentes los que pasan de 10 cm de diámetro, muy parecido en forma y disposición de sus capas interiores a una cebolla corriente. Tallo florífero o escapo, de hasta casi 1 m de largo, muy derecho, liso y redondo, desprovisto de hojas o brácteas, de color verde oscuro. Inflorescencia racemosa en lo alto de este único escapo. Las flores asépalas, algo acampanadas, con los seis pétalos libres desde casi la base, si bien esta particularidad no es fácil de apreciar a simple vista, su color blanco o tenuemente matizado de rosa, con una raya central canela en cada pétalo. Los estambres también en número de seis, blancos con anteras verdes. Pistilo asimismo blanco, más alto que los estambres. Flor y su pedúnculo, de 1 cm cada uno. Las hojas grandes, anchamente lanceoladas, que nacen desde el mismo bulbo, el cual frecuentemente sobresale algo del terreno.
Las hojas y los escapos con flores no se desarrollan al mismo tiempo, sino que aparecen en épocas diferentes.
Hay bastantes ejemplares a la entrada del Barranco de Tenegüime, en una ladera empinada que está a la izquierda sobremontada por un risco basáltico vertical. Estaban en flor y sin hojas el 25-8-1980.
La gente del vecino pueblo de Guatiza la llama ‘cebolla almorrana’ (seguramente corrupción de albarrana, que es como se le llama en la España continental), y me han dicho que restregando el bulbo en partes del cuerpo de piel delicada causa un picor fuerte.

Vicia lutea (leguminosas). Hierba esparcida, de pocas ramas, pero largas. Tallos en sección cuadrangular con las esquinas bien marcadas, delgados, de color verde con zonas rojizo-acastañadas, con pelos poco visibles.
Hojas paripinnadas alternas, espaciadas, con estípulas puntiagudas pequeñitas, dotadas de unos seis pares de foliolos, generalmente no opuestos, terminadas en finos y enroscados zarcillos. Los foliolos subsentados, lanceolado-alargados de hasta 1 cm, sin dientes, pero con pelos espaciados en los bordes.
Flores solitarias axilares, subsentadas, alargadas, de más de 1 cm de longitud, con base tubular y estandarte redondo, que parecen formar pequeños grupos en los extremos de las ramas por hallarse cerca unas de otras. El color es blanco amarillento sucio con tinte rojizo, sobre todo en el dorso del estandarte, y estrías finas algo más oscuras. El cáliz, de color verde claro, con puntas afiladas de desigual longitud.
Las vainas son muy parecidas a las del guisante común a medio formar, o sea, muy comprimidas y altas, de unos 3 cm de largo, con pilosidad larga, rala y suave, de color verde, con cinco semillitas parecidas también a guisantes, algo aplastadas, de unos 2-3 mm.
La encontré en flor y en fruto el 28-2-1984 en unas fincas que están a 1 Km al E de la ermita de Las Nieves. En marzo del 85 vi individuos de esta leguminosa con ramas larguísimas, de bastante más de 1 m, bien serpenteando por entre las piedras o enredadas en euforbias o ‘ahulagas’, a veces con las hojuelas o foliolos casi filiformes, de hasta 4 cm o más de largo, casi glabros. Las flores, además, no eran solitarias, sino que se hallaban en grupos de 4 a 6, todas vueltas hacia un mismo lado, largas, de estandarte proporcionalmente pequeño, con los dos lóbulos separados y la parte anterior pequeña, de color rosa o lila pálidos, con estrías más oscuras.
Habiéndole mostrado un ejemplar a Juan Niz, de Máguez, me dijo que el la había oído llamar siempre ‘chinipilla’.

Zygophyllum fontanesii (cigofiláceas). El nombre popular de esta planta en Lanzarote es ‘uvilla’ debido, según opinión más generalizada, a la forma globosa de sus suculentas hojuelas.
Suele crecer en lugares muy próximos al mar, incluso en sitios que quedan normalmente inundados por las mareas. Como caso excepcional, que me llamó mucho la atención, la vi junto al pueblo de Soo, por su lado NO o NNO, a unos dos kilómetros de la costa, lejos por tanto del influjo marino.
El 27-2-1982 vi unos ejemplares muy desarrollados, con troncos de hasta más de tres dedos de grosor, en el charco de agua salada que se forma por filtraciones del mar al pie mismo de Montaña Bermeja, la que está entre Janubio y El Golfo. Dichas plantas quedan sumergidas en gran parte cuando sube el nivel de las aguas de la charca con las mareas. También crecen perfectamente con agua dulce, como ocurre en la isla de Alegranza, cerca del faro, en que alcanzan gran desarrollo al borde mismo de una gran charca de agua de lluvia que se forma casi todos los años en invierno, que dura varios meses en secarse. Sin embargo hay que tener en cuenta que hasta allí llega frecuentemente la maresía de las olas cuando soplan las ‘brisas’ o alisios proveniente de un ‘caletón’ próximo en que bate el mar con fuerza. La he visto también en El Roque del Este, que queda a veces cubierto por las salpicaduras de las olas cuando el mar está embravecido.