[Publicado en la revista EL PUENTE DE LAS BOLAS de marzo de 1989, editada por el Ayuntamiento de Arrecife]
Habiendo decidido escribir algo sobre el litoral de nuestra ciudad capital en la presente publicación para que la cosa vaya en consonancia con su título, nada más indicado a mi juicio para un artículo periodístico que un comentario sobre el más representativo de sus monumentos, el popular y fotogénico Puente de las Bolas.
En consecuencia, y unicamente movido por el perentorio deseo de depurar en lo posible nuestra historia isleña, me propongo en este trabajo subsanar de una vez para siempre un equívoco que se ha creado en torno a la fecha de erección de tan singular obra arquitectónica de la marina arrecifeña.
En efecto, desde hace bastantes años viene circulando como dogma de fe en toda suerte de publicaciones el dato de que el actual Puente de las Bolas fue construido a finales del siglo XVI por el ingeniero militar italiano Leonardo Torriani, personaje bien conocido en los fastos historiográficos de nuestro archipiélago por su interesante obra histórica ‘Descripción de las Islas Canarias’. Se trata, evidentemente, de un desafortunado error. Lo autenticamente cierto es que la época de su construcción es mucho más tardía, situándose en realidad en los comienzos de la década de los setenta del siglo XVIII, dos centurias después nada menos de aquella supuesta fecha.
Queda fuera de toda duda, por supuesto, que Torriani estuvo en Lanzarote en 1591 con objeto de cumplimentar, en lo que a esta isla correspondía, la orden que había recibido del rey Felipe II para que hiciera un estudio de las fortificaciones del archipiélago con vistas a su ampliación o mejora de acuerdo con su competente criterio. Mas, si bien es verdad, como puede verse en su mencionada obra, que tomó apuntes y trazó planos y dibujos de los dos castillos que entonces había en la isla, el de Guanapay y el de San Gabriel, con miras a la ejecución de diversas obras tendentes a mejorar su capacidad tanto defensiva como ofensiva, no es menos cierto que por las causas que fueren dichos proyectos nunca se llevaron a efecto, pues existe constancia documental de que fueron otros técnicos los que diseñaron y dirigieron las posteriores ampliaciones a que las referidas fortalezas fueron sometidas.
El propio Torriani, aunque no menciona el puente que entonces enlazaba la tierra firme con el castillo, nos lo muestra sin embargo en su dibujo panorámico de la isla, el cual, si bien muy esquematizado, es no obstante lo suficientemente claro como para permitir apreciar la simplicidad de su estructura, sin pilares y con un solo ojo.
En cuanto a la fecha de construcción del Puente de las Bolas que ahora conocemos, motivo central del presente escrito, pueden aducirse como pruebas fehacientes que la determinan los testimonios documentales que a continuación se exponen:
En primer lugar un informe titulado Descripciones de Lanzarote y Fuerteventura, redactado en 1772 por el ingeniero ordinario José Ruiz Cermeño tras haber girado una visita oficial a la isla en ese mismo año comisionado por el entonces Comandante General del archipiélago don Miguel López Fernández de Heredia para que inspeccionara las fortalezas a fin de introducir en las mismas las reformas que considerara oportunas. (Cito por la edición de 1981 publicada en ‘Anuario de Estudios Atlánticos’ nº 27, revisada y dirigida por don Antonio Rumeu de Armas).
En dicho informe puede leerse, en lo que al puente afecta en concreto, con toda seguridad el mismo que figura en el dibujo de Torriani, lo que sigue:“La situación de esta torre (de San Gabriel) es sobre un islote o peñasco de bastante extension unido a la ysla por medio de una calzada o puente que no tiene mas de un ojo mui pequeño, vaxo del qual pasan las lanchas que se comunican del Puerto de Naos a Puerto Cavallos o del Arrecife”.
“El Puerto de Cavallos (dice), o por otro nombre, de Arrecife, formado por cadena de peñas, es excelente pero de poco fondo, pues en las grandes mareas solo tiene doze pies de agua, por cuio motibo entran unicamente a carenarse en el las embarcaciones de poco buque. El ningun cuidado que de el se ha tenido y las corrientes de las aguas que no tienen mas salida que por el ojo del referido puente, han depositado insensiblemente tan gran cantidad de arena que si no se remedia con abrir uno o dos ojos mas al puente se puede temer que en breve tiempo se inutilice totalmente”.
A esto añadió al margen: “Reparos que necesita”. Y más abajo, englobando en la cuenta las obras a realizar tanto en el castillo como en su puente de acceso, lo siguiente: “Todo el costo de las mencionadas obras, según cálculo prudencial, podría ser de cuatrocientos pesos”.
Parece obvio, a la vista del párrafo que acabamos de transcribir, que debió ser este señor el responsable directo de la construcción de nuestro flamante Puente de las Bolas, presunción lógica que parece quedar confirmada por lo que se expresa en otros documentos elaborados muy poco después.
El más inmediato, si no tiene la fecha equivocada, ya que es del mismo 1772, es uno de naturaleza gráfica y no literaria, pues consiste en un dibujo que ofrece una vista panorámica de Arrecife en la que aparece el Puente de las Bolas en su fisonomía actual, con los tres ojos y las dos columnas o pilares coronados por las bolas que le han dado nombre. Forma parte este dibujo de la obra del francés D. L. Feuillée ‘Voyage aux Canaries’, datada, como ya he dicho, en 1772. Si el año no está equivocado, repito, este documento supondría una fecha ante quem para delimitar la de construcción del puente, reduciendo la duración de la misma a unos apretados tres meses y pico como máximo correspondientes a los últimos de ese año, habida cuenta de que aún no se habría comenzado a construir en el mes de agosto en que el ingeniero Ruiz Cermeño debió proyectarla.
Sin embargo se alude de forma más concreta y directa a la construcción del puente en otro documento que se conserva en los archivos de la catedral de Las Palmas bajo el epígrafe de ‘Manuscrito anónimo de 1776’, en los siguientes términos:
“Desde el lugar (de Arrecife) se pasa a este castillo (de San Gabriel) por un puente sobre arcos de cantería de buena fábrica en la que actualmente se trabaja”, prosiguiendo el texto con la noticia de que también se proyectaba construir un nuevo castillo en la bahía de Puerto Naos en clara referencia a la actual fortaleza de San José, la cual como es notorio y bien sabido por la placa que ostenta sobre su puerta de entrada, se finalizó en 1779.
Y por si no bastara con los concluyentes testimonios documentales expuestos para probar la fecha de erección del Puente de las Bolas, aún queda otra referencia escrita más que aportar, totalmente independiente de las anteriores, que asigna también la misma cronología a la construcción que nos ocupa. Su autor, el tinerfeño José Agustín Álvarez Rijo (1796-1883), a más de estar reconocido por la crítica como acreedor a la máxima garantía de credibilidad en estos temas puntuales en que alcanzó información de primera mano, fue muy buen conocedor de nuestra ciudad tanto por los años que en ella residió como por la natural curiosidad que en su calidad de historiador debió sentir por cuantos hechos y acontecimientos tuvieron en ella, y en la isla en general, su desarrollo, como demostró cumplidamente en su conocida obra ‘Historia del Puerto del Arrecife’, en la que se contiene la noticia a que estamos haciendo alusión. Y si bien es cierto que no fue contemporáneo del suceso que estudiamos, sí debió tener cuando menos, por su edad, trato personal con más de un testigo presencial de la edificación del puente cuando ya eran adultos. Pues bien, he aquí lo que dice al respecto:
“Para pasar desde la isla a la expresada fortaleza (de San Gabriel) hubo un mal murallón y un puente formado con unas vigas. El que ahora hay de tres ojos, levadizo el espacio del medio, de cantería con sus pilares, escalera vuelta al N. que sirve de muelle, y sus murallas, es obra del reinado de Carlos III por los años de 1771”.
Creo que con lo dicho la cuestión ha quedado lo suficientemente clarificada como para hacer innecesario que en adelante se incurra de nuevo en el error de atribuir al arquitecto militar italiano Leonardo Torriani la paternidad del Puente de las Bolas. El mismo, como muy bien ha dicho el historiador canario José Agustín Álvarez Rijo, y queda demostrado con los deferentes textos presentados en este escrito, se construyó durante el reinado de nuestro admirado monarca Carlos III, sin duda alguna como parte del proyecto conjunto que encabezaba el castillo de San José.
Sea dicho en aras de la verdad histórica.
En efecto, desde hace bastantes años viene circulando como dogma de fe en toda suerte de publicaciones el dato de que el actual Puente de las Bolas fue construido a finales del siglo XVI por el ingeniero militar italiano Leonardo Torriani, personaje bien conocido en los fastos historiográficos de nuestro archipiélago por su interesante obra histórica ‘Descripción de las Islas Canarias’. Se trata, evidentemente, de un desafortunado error. Lo autenticamente cierto es que la época de su construcción es mucho más tardía, situándose en realidad en los comienzos de la década de los setenta del siglo XVIII, dos centurias después nada menos de aquella supuesta fecha.
Queda fuera de toda duda, por supuesto, que Torriani estuvo en Lanzarote en 1591 con objeto de cumplimentar, en lo que a esta isla correspondía, la orden que había recibido del rey Felipe II para que hiciera un estudio de las fortificaciones del archipiélago con vistas a su ampliación o mejora de acuerdo con su competente criterio. Mas, si bien es verdad, como puede verse en su mencionada obra, que tomó apuntes y trazó planos y dibujos de los dos castillos que entonces había en la isla, el de Guanapay y el de San Gabriel, con miras a la ejecución de diversas obras tendentes a mejorar su capacidad tanto defensiva como ofensiva, no es menos cierto que por las causas que fueren dichos proyectos nunca se llevaron a efecto, pues existe constancia documental de que fueron otros técnicos los que diseñaron y dirigieron las posteriores ampliaciones a que las referidas fortalezas fueron sometidas.
El propio Torriani, aunque no menciona el puente que entonces enlazaba la tierra firme con el castillo, nos lo muestra sin embargo en su dibujo panorámico de la isla, el cual, si bien muy esquematizado, es no obstante lo suficientemente claro como para permitir apreciar la simplicidad de su estructura, sin pilares y con un solo ojo.
En cuanto a la fecha de construcción del Puente de las Bolas que ahora conocemos, motivo central del presente escrito, pueden aducirse como pruebas fehacientes que la determinan los testimonios documentales que a continuación se exponen:
En primer lugar un informe titulado Descripciones de Lanzarote y Fuerteventura, redactado en 1772 por el ingeniero ordinario José Ruiz Cermeño tras haber girado una visita oficial a la isla en ese mismo año comisionado por el entonces Comandante General del archipiélago don Miguel López Fernández de Heredia para que inspeccionara las fortalezas a fin de introducir en las mismas las reformas que considerara oportunas. (Cito por la edición de 1981 publicada en ‘Anuario de Estudios Atlánticos’ nº 27, revisada y dirigida por don Antonio Rumeu de Armas).
En dicho informe puede leerse, en lo que al puente afecta en concreto, con toda seguridad el mismo que figura en el dibujo de Torriani, lo que sigue:“La situación de esta torre (de San Gabriel) es sobre un islote o peñasco de bastante extension unido a la ysla por medio de una calzada o puente que no tiene mas de un ojo mui pequeño, vaxo del qual pasan las lanchas que se comunican del Puerto de Naos a Puerto Cavallos o del Arrecife”.
“El Puerto de Cavallos (dice), o por otro nombre, de Arrecife, formado por cadena de peñas, es excelente pero de poco fondo, pues en las grandes mareas solo tiene doze pies de agua, por cuio motibo entran unicamente a carenarse en el las embarcaciones de poco buque. El ningun cuidado que de el se ha tenido y las corrientes de las aguas que no tienen mas salida que por el ojo del referido puente, han depositado insensiblemente tan gran cantidad de arena que si no se remedia con abrir uno o dos ojos mas al puente se puede temer que en breve tiempo se inutilice totalmente”.
A esto añadió al margen: “Reparos que necesita”. Y más abajo, englobando en la cuenta las obras a realizar tanto en el castillo como en su puente de acceso, lo siguiente: “Todo el costo de las mencionadas obras, según cálculo prudencial, podría ser de cuatrocientos pesos”.
Parece obvio, a la vista del párrafo que acabamos de transcribir, que debió ser este señor el responsable directo de la construcción de nuestro flamante Puente de las Bolas, presunción lógica que parece quedar confirmada por lo que se expresa en otros documentos elaborados muy poco después.
El más inmediato, si no tiene la fecha equivocada, ya que es del mismo 1772, es uno de naturaleza gráfica y no literaria, pues consiste en un dibujo que ofrece una vista panorámica de Arrecife en la que aparece el Puente de las Bolas en su fisonomía actual, con los tres ojos y las dos columnas o pilares coronados por las bolas que le han dado nombre. Forma parte este dibujo de la obra del francés D. L. Feuillée ‘Voyage aux Canaries’, datada, como ya he dicho, en 1772. Si el año no está equivocado, repito, este documento supondría una fecha ante quem para delimitar la de construcción del puente, reduciendo la duración de la misma a unos apretados tres meses y pico como máximo correspondientes a los últimos de ese año, habida cuenta de que aún no se habría comenzado a construir en el mes de agosto en que el ingeniero Ruiz Cermeño debió proyectarla.
Sin embargo se alude de forma más concreta y directa a la construcción del puente en otro documento que se conserva en los archivos de la catedral de Las Palmas bajo el epígrafe de ‘Manuscrito anónimo de 1776’, en los siguientes términos:
“Desde el lugar (de Arrecife) se pasa a este castillo (de San Gabriel) por un puente sobre arcos de cantería de buena fábrica en la que actualmente se trabaja”, prosiguiendo el texto con la noticia de que también se proyectaba construir un nuevo castillo en la bahía de Puerto Naos en clara referencia a la actual fortaleza de San José, la cual como es notorio y bien sabido por la placa que ostenta sobre su puerta de entrada, se finalizó en 1779.
Y por si no bastara con los concluyentes testimonios documentales expuestos para probar la fecha de erección del Puente de las Bolas, aún queda otra referencia escrita más que aportar, totalmente independiente de las anteriores, que asigna también la misma cronología a la construcción que nos ocupa. Su autor, el tinerfeño José Agustín Álvarez Rijo (1796-1883), a más de estar reconocido por la crítica como acreedor a la máxima garantía de credibilidad en estos temas puntuales en que alcanzó información de primera mano, fue muy buen conocedor de nuestra ciudad tanto por los años que en ella residió como por la natural curiosidad que en su calidad de historiador debió sentir por cuantos hechos y acontecimientos tuvieron en ella, y en la isla en general, su desarrollo, como demostró cumplidamente en su conocida obra ‘Historia del Puerto del Arrecife’, en la que se contiene la noticia a que estamos haciendo alusión. Y si bien es cierto que no fue contemporáneo del suceso que estudiamos, sí debió tener cuando menos, por su edad, trato personal con más de un testigo presencial de la edificación del puente cuando ya eran adultos. Pues bien, he aquí lo que dice al respecto:
“Para pasar desde la isla a la expresada fortaleza (de San Gabriel) hubo un mal murallón y un puente formado con unas vigas. El que ahora hay de tres ojos, levadizo el espacio del medio, de cantería con sus pilares, escalera vuelta al N. que sirve de muelle, y sus murallas, es obra del reinado de Carlos III por los años de 1771”.
Creo que con lo dicho la cuestión ha quedado lo suficientemente clarificada como para hacer innecesario que en adelante se incurra de nuevo en el error de atribuir al arquitecto militar italiano Leonardo Torriani la paternidad del Puente de las Bolas. El mismo, como muy bien ha dicho el historiador canario José Agustín Álvarez Rijo, y queda demostrado con los deferentes textos presentados en este escrito, se construyó durante el reinado de nuestro admirado monarca Carlos III, sin duda alguna como parte del proyecto conjunto que encabezaba el castillo de San José.
Sea dicho en aras de la verdad histórica.
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