Por Agustín Pallarés Padilla.
(LA PROVINCIA, 23-IV-1976)
Es cosa usual y corriente en la nomenclatura lugareña de Lanzarote designar a la villa de Teguise con el epíteto de la ‘antigua’ capital de la isla, dando así la impresión, al hacerlo preceder del artículo determinado, que haya sido la única urbe que ostentara la capitalidad de la isla con anterioridad a la actual de Arrecife.
No es que pueda, en estricto rigor gramatical o histórico, considerarse incorrecta esta expresión, pero pienso que sería más exacto, si queremos expresarnos con mayor propiedad, decir que Teguise fue una de las antiguas capitales que la isla ha tenido, pero de ningún modo la única, ya que antes que ella ha habido, que se sepa con absoluta certeza o se deduzca con toda probabilidad, cuando menos otras dos capitales insulares más, lo que incluyendo a la actual de Arrecife hace un total de cuatro centros urbanos que hayan alcanzado esta titularidad hasta el momento presente.
Han sido estas capitales, por el orden cronológico en que se sucedieron, las siguientes:
La primera capital insular de que se tiene noticia, remontándonos ya a los tiempos prehispánicos, se conoció por los españoles con el nombre de la Gran Aldea. Hubo en el siglo XIV un caserío o poblado aborigen, situado por lo que se deduce, en el mismo lugar, o al menos en las proximidades del actual emplazamiento de Teguise, que a juzgar por su nombre se destacaba de todos los demás de la isla por su importancia, tamaño y número de habitantes, el cual era conocido entre los marinos españoles que frecuentaban entonces la isla en busca de esclavos y otras presas, y quizás también con fines comerciales, bajo la susodicha denominación de la Gran Aldea, término antonomástico que expresa ya de por sí la preeminencia que se le ha venido asignando.
No hay razón para creer que esa denominación respondiera a una traducción literal del nombre indígena del caserío, ya que en ese caso lo hubiera presentado El Canarien en la forma francesa y no en la castellana, con muy ligera deformación para adaptarlo al estilo fonético de aquella lengua, como fue el caso, ya que lo escribe la Grant Aldée.
No se sabe, pues, cuál haya sido el nombre aborigen de dicho poblado. Pero lo que sí puede asegurarse con absoluta certidumbre, por hallarse sobradamente probado, es que se comete una terrible barbaridad al querer identificarlo con Acatife, como suele hacerse corrientemente, puesto que este nombre no ha tenido jamás aplicación en la vida real. ‘Acatife’ no es otra cosa que una burda deformación de escritura de la palabra ‘arrecife’, nombre también castellano que ya desde entonces recibía la zona litoral donde se halla enclavada la ciudad capital actual de la isla, de donde lo tomó, error toponímico perpetrado, como tantos otros, por Juan V de Bethencourt en su calamitosa versión de Le Canarien, única conocida de nuestros primeros cronistas, por lo cual, por muy evocador que nos resulte debido a las profundas raíces que ha echado en la tradición histórico-literaria de tantos siglos en que ha perdurado, hay que desecharlo de una vez para siempre por su naturaleza artificiosa.
A pesar de los testimonios documentales que apoyan la identificación de la Gran Aldea con Teguise ha habido sin embargo algún filólogo que ha tratado de ubicarla en Teseguite, pueblecito que se encuentra, como todos sabemos, en las inmediaciones de Teguise. No sé, en verdad, sobre qué bases etimológicas se fundamenta esta interpretación. Pero, si se me permite especular un poco en terreno tan escabroso y delicado, me atrevería a sugerir, sin excesivas pretensiones academicistas, que quizás se vaya acertado por ese camino. Aquellos que estén al corriente del habla popular isleña saben que ‘tesegue’ es un vocablo de acusada apariencia indígena que aún se emplea en Lanzarote para designar a un objeto o persona grande en exceso o de tamaño fuera de lo normal. Así se oye decir de un hombre muy corpulento o de un madero de descomunales proporciones aparecido en el mar, “¡Valiente tesegue!”. De ‘tesegue’ a Teseguite la diferencia morfológica es poca. ¿Será entonces ‘Teseguite’, si admitiésemos que la terminación /ite/ encierra el significado de pueblo, el antecedente de la Gran Aldea? Difícil papeleta de resolver, máxime si tenemos en cuenta que otros atribuyen a este pueblecito un origen muy posterior motivado por el establecimiento en aquel lugar de los esclavos capturados en África por los señores propietarios de la isla.
Fue la segunda capital lanzaroteña Rubicón, campamento levantado por los conquistadores normandos, en los albores del siglo quince, sobre la costa sur próxima a Papagayo, fijando en él su residencia oficial, asumiendo así la incipiente urbe la capitalidad de la isla, llegando incluso, poco tiempo más tarde, a ser investida con la suprema categoría eclesiástica de sede episcopal del archipiélago.
No ha podido determinarse con exactitud por los eruditos competentes el origen del nombre Rubicón. No obstante se admite como explicación más plausible que derive del término latino ‘rubicum’, nombre que se le aplicó en la bula de erección del episcopado, luego de su adaptación a la pronunciación francesa, y éste, quizás del castellano ‘Las Coloradas’ por el color de esta tonalidad que predominaba allí en el terreno.
La verdad, sin embargo, es que la nueva capital de Rubicón no llegó nunca a prosperar a pesar de todos sus suntuosos títulos, por lo que cedió de hecho sus funciones políticas y administrativas escasos años después de su nacimiento, aunque en fecha indeterminada, a Teguise, lugar donde acabaron por asentarse los poderes públicos de la isla, erigiéndose así este poblado en tercera capital de Lanzarote.
Es de advertir que quizás no pueda en rigor hablarse en este caso de nueva capital sino, más bien, de recuperación de sus antiguos derechos perdidos con ocasión de los cambios de sede capitalina que la colonización europea introdujo, ya que tal como se dijo anteriormente, parece fuera de duda que la primitiva capital aborigen que pasó a la posteridad con el nombre castellano de la Gran Aldea y la Villa de Teguise fueran una misma población que cambiaría de nombre en cierto momento indeterminado. Aún en tiempos en que ya habían establecido en ella su residencia oficial los primeros señores feudales castellanos propietarios de la isla seguía siendo conocido el lugar por su originario nombre de la Gran Aldea según testimonios que figuran en algunos documentos de la célebre ‘Información’ de Esteban Pérez de Cabitos.
Pienso que cabría la posibilidad de armonizar la aparente incompatibilidad de la existencia de esos diferentes nombres de Teseguite, la Gran Aldea y Teguise suponiéndolos sencillamente como meras variantes de un solo y único lugar.
La real y señorial Villa de Teguise, como se le conoce en su más alta e integral denominación, mantuvo el título de principal metrópoli de la isla desde esa época imprecisa, que puede ser situada hacia la segunda o tercera década del siglo XV hasta mediados del siglo XVIII en que la desplazó de este honor la cuarta y hasta ahora última capital de Lanzarote, la ciudad de Arrecife.
Sr. Pallarés, muy buenos sus comentarios, cuatro capitales, yo al empezar a leer por algun motivo pensé que una sería Femés, Saludos, Julian Toledo.
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